José Luis Ortiz Santillán

La pandemia por el COVID-19 ha trasformado al mundo y ha cambiado las rutinas de trabajo y estudio en todo el planeta. Hasta hace unos meses muchos de nosotros nos habíamos especializado como docentes en línea y millones de personas realizaban trabajos desde casa para algunas empresas; pero hoy en los países ricos y en muchos emergentes, como México, el trabajo desde casa se ha instalado como la manera adecuada para enfrentar la pandemia; por supuesto, en los países desarrollados, con mayores ingresos y más recursos tecnológicos, se han adecuado más fácilmente al trabajo a distancia que en los países emergentes, con menos recursos para hacerlo.

En muchos países, como en México, los sistemas híbridos, que combinan el trabajo a distancia y el presencial dentro del gobierno federal y en empresas, se ha convertido en el mejor recurso para enfrentar la pandemia, principalmente en los servicios y ventas. De acuerdo a los datos de McKinsey Global Institute, en países como la India, el trabajo desde casa solo ha afectado al sector de la alta tecnología, debido a que más de 464 millones de personas trabajan principalmente en la distribución local, la industria o la agricultura.

Frente a la pandemia, la fórmula de trabajo enunciada ha servido como un medio para enfrentar los impactos externo, según McKinsey. Los datos de esta empresa, muestran en su estudio sobre el trabajo desde casa en Reino Unido, Alemania, Estados Unidos, Japón, Francia, España, México, China y India, entre otros, que a nivel mundial, más de la mitad de la población económicamente activa tiene poca o ninguna elegibilidad para el trabajo a distancia, es decir, que no están calificados para realizar su trabajo virtualmente, para usar los recursos tecnológicos para ello, porque ello implica equipos y máquinas especializadas, instrumentos digitales y softwares costosos, en la mayoría de los casos.

Las investigaciones han concluido que, cuanto más desarrollada es la economía y el sector servicios en preponderante en él, más puede adaptarse al trabajo desde casa. En países como el Reino Unido gracias Al desarrollo de los servicios financieros, no menos del 46% de su población económicamente activa podría potencialmente trabajar desde casa y sólo el 33% podría hacerlo son que ello implique pérdida de productividad en su trabajo.

En Alemania, el 39% de su población podría trabajar desde casa potencialmente y sólo el 30% podría hacerlo sin perder competitividad con ello; en los Estados Unidos y Japón, el 39% podría trabajar desde su casa potencialmente, pero sólo el 29% podría hacerlo sin que ello signifique perder competitividad; mientras que en Francia el 39% de los trabajos podrían efectuarse desde casa teóricamente, pero sólo el 28% sin que ello implique pérdida de productividad; en tanto que en España, potencialmente podrían trabajar des su casa el 36% de su población económicamente activa, pero sin perder competitividad únicamente el 26%.

En los países emergentes las cosas son peor que en España. En México sólo el 26% de la población económicamente activa, potencialmente, estaría en condiciones de trabajar en línea, pero sólo el 18% podría hacerlo sin perder competitividad; es decir, sólo 9.5 millones de 52.6 millones de las personas que conforman hoy su población económicamente activa. Pero en China las cosas son peores, ahí sólo el 16% podría trabajar sin pérdida de competitividad, del 22% potencial; mientras que, en la India, el trabajo a distancia podría efectuarlo el 16% de su fuerza de trabajo y sólo el 12% sin pérdida afectar la productividad.

En conclusión, de acuerdo al estudio de McKinsey, en las economías desarrolladas más del 20% de los trabajos se podrían realizar de forma remota entre 3 y 5 días a la semana y esto, con la misma eficacia que si se realizaran presencialmente, en una coyuntura donde la casa se ha convertido en oficina, donde de acuerdo a la investigación, hoy cuatro veces más personas trabajando desde su casa que antes de la crisis, con sus consecuencia en restaurantes, tiendas y empresas de servicios, en los sistemas de  transporte y en el gobierno.