El aterrizaje de Rosaura Ruiz en la UNAM no es lo que parece. Acompañado de un revuelo artificial, inducido por el grupo al que pertenece y simulando una fortaleza que la ex funcionaria ya no tiene, la versión busca afianzar las posiciones de ese grupo universitario para influir en la selección del próximo rector de la UNAM, pero no por cuenta de Claudia Sheinbaum, ni del gobierno federal, como se ha difundido, sino de una parte del mismo equipo que lleva 23 años al frente de la institución.

La mentora académica de Claudia Sheinbaum sí vuelve a la UNAM para operar en la elección del próximo rector, pero lo hace para tratar de hacer crecer al candidato imposible: Imanol Ordorika.

Cumpliendo ese reto, Ruiz pretende recuperar el crédito y reconocimientos que habría perdido con Claudia Sheinbaum, tras la estrepitosa caída de sus bonos por el fracaso en la encomienda de conducir una negociación aceptable en el caso de los padres del Colegio Rebsamen. En ese delicado asunto, la ex secretaria fue incapaz, hasta de asegurar la privacidad de reuniones en las que la Jefa de Gobierno fue grabada negándose a ofrecer una disculpa a los deudos de los niños fallecidos en el colegio colapsado durante terremoto de 2017; tragedia atribuible a corrupción en la alcaldía Tlalpan durante la gestión de Sheinbaum.

Parecía increíble que algo así ocurriera, pero la filtración de esas grabaciones que avergonzaron a la corcholata favorita, es la razón definitiva de la salida de Rosaura Ruiz de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación y, naturalmente, del enfriamiento de la relación entre las dos mujeres que ahora, la académica tratará de recomponer jugando en el terreno de la política universitaria, que por cierto, conoce muy bien.

El caso Rebsamen es una tragedia que persigue a Sheinbaum y que nunca, al igual que la Línea 12 del Metro, ha dejado de alimentar el discurso en su contra. Por esa razón la corcholata habría encomendado a su mentora mediar con los padres de los infantes fallecidos y encauzar su descontento. El resultado no fue el que Claudia esperaba y, como la mayoría de los políticos en ascenso, esta no toleró la falla y perdió tanto la paciencia, como algo de la confianza que tenía en Rosaura Ruiz. Es verdad que a esa reacción contribuyó la nueva escalada del tema Rebsamen, impulsado también por las fotografías del contralor, Juan José Serrano, ex abogado de los padres del colegio, en el Statefarm Stadium de Arizona, durante el SuperBowl, el pasado 12 de febrero.

Así, las circunstancias fabricadas por ella misma, provocaron lo que parecía imposible: una incómoda Claudia Sheinbaum le habría pedido la renuncia, o habría despedido “cortésmente”, a la misma mujer para quien creo una Secretaría al inicio de su gestión. La despedida, civilizada pero con distanciamiento a fin de cuentas, se pactó de una forma que ni lastimara públicamente a Rosaura Ruiz, ni afectara la imagen del gobierno capitalino proyectando desmoronamiento. Por eso se aprovechó el inminente 50 aniversario docente de la universitaria y se dijo que, desde ahí seguirá apoyando a este Gobierno.

Lo cierto es que Rosaura Ruiz regresa a la UNAM, pero no como una poderosa embajadora plenipotenciaria de Claudia Sheinbaum sino como una refugiada política que tratará de aprovechar la circunstancia actual para caer de pie, algo que sabe hacer bien, recomponerse y reinsertarse en un ambiente que conoce a la perfección: el universitario.

Esa circunstancia incluye su paso por el equipo de Sheinbaum, el proyecto presidencial de la jefa de Gobierno y, naturalmente, el clima sucesorio en la UNAM, agudizado ahora por la crisis que enfrenta Enrique Graue debido a su mal manejo del caso de plagio en la tesis de la ministra Yasmín Esquivel.

Rosaura Ruiz regresa a la UNAM cobijada sí, en su carrera universitaria de 50 años, pero fundamentalmente en otros factores: la promoción de una cercanía, ahora pausada, con Sheinbaum; su paso por la Junta de Gobierno de la institución; sus dos intentos fallidos de llegar a la Rectoría, perdió frente a José Narro y perdió frente a Enrique Graue; su cercanía con Juan Ramón de la Fuente, a quien le es leal aunque dos veces la engaño haciéndole creer que era su candidata; y particularmente su relación de pareja con Enrique del Val.

Del Val es el operador de las maniobras mas tenebrosas en la UNAM y, dicen comunicadores de Graue, uno de los responsables del desastre en que se convirtió el caso Esquivel para el Rector. Como pareja de Rosaura Ruiz, Del Val también es quien, hasta ahora, había sido la correa de transmisión de la cercana relación entre la Rectoría y el Gobierno de Sheinbaum; algo que le ha servido de muy poco al Rector a la vista de los recurrentes ataques del Presidente López Obrador hacia la UNAM y también  hacia su persona.

Además, la hija de Rosaura Ruiz, Rosaura Martínez Ruiz, consejera universitaria, redactó y promovió aquella carta de consejeros y universitarios que exigía al Rector retirarle el título profesional a Yasmín Esquivel, que además fue convertida en Fake News en Televisa, cuando la presentaron al aire como una resolución para sancionar a la ministra plagiaria, tomada por un Consejo Universitario que ni siquiera se había reunido.

Esa carta confirma las pistas de la verdadera misión personal de Rosaura Ruiz en su regreso a la UNAM: operar para promover y fortalecer la candidatura del falso outsider que aspira a la Rectoría: Imanol Ordorika; un cercano, hasta en lo familiar, a Claudia Sheinbaum, ligado a De la Fuente, a José Narro y a la 4T, integrante además de la burocracia dorada universitaria, pues lleva 20 años con un gran salario y sin hacer casi nada en la universidad, pero logrado como pago a sus maniobras huelguistas dentro del CUE y el CGH en los años ochentas y noventas.

Con el mismo discurso de la hija de Rosaura Ruiz, Imanol Ordorika hace campaña a rector alegando defender a la universidad mediante presión pública sobre Graue para que anule el título de Yasmín Esquivel. Eso, tampoco es una coincidencia.