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miércoles, 7 de enero de 2015

Los sueños y pasiones del gimnasta tapatío asesinado


Entusiasta, gran amigo, maestro, agradecido en sus triunfos e incluso en sus derrotas, a veces un poco enojón, pero orgulloso de representar a su país, así es como familiares y amigos describen a Jaime Humberto Romero, el gimnasta que dejó sus sueños y pasiones en sus medallas: el sábado fue asesinado a las afueras del Lienzo Charro Zermeño, en Guadalajara.

"No nací para perder y aun menos estoy aquí para rendirme... Lo logro o muero en la raya. Ahí encontré mi HONOR y mi GLORIA!", escribió Jaime en su cuenta de Facebook.

A sus 22 años el deportista ya tenía una medalla de oro al proclamarse campeón en salto de caballo de la Olimpiada Nacional Juvenil celebrada en mayo, además, fue segundo lugar en caballo con arzones y logró el bronce en la barra fija.

En octubre pasado consiguió un histórico boleto al Mundial de Gimnasia a celebrarse en Escocia del 24 de octubre al 2 de noviembre de este año, donde buscaría el pase a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.

Romero tenía sueños e ilusiones en el deporte y constantemente los resaltaba en su cuenta de Facebook. Estaba orgulloso de representar a México.

"Mi más grande sueño hoy es mi gran Pasion (sic), defender los colores de mi nación", publicó el gimnasta.

Jaime también compartía sus conocimientos y les enseñaba a sus compañeros del centro de deportes SkillGymnastic Academy; "(él) era hijo de mi entrenador Jaime Otakara, pero él en realidad también los entrenaba, era un gran amigo y nos enseñaba muchas cosas, todos mis compañeros éramos como sus niños", explicó Alex Castro, quien lo conoció desde que tenía siete años.

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