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Por: Daniel Lecanda

Nueve es el número de veces que el tenista balear ha ganado Roland Garros, mismo número que tiene grabado en la parte trasera de sus tenis en su debut de 6-3, 6-3, y 6-4 frente al local Quentin Halys. Resulta normal ir tomando ritmo a manera en la que transcurre un Grand Slam, con la intención de llegar a la parte final del torneo cometiendo pocos errores forzados, con buen porcentaje de saque, con un juego sólido y constante y con la pista dominada. Las dificultades con las que Nadal se enfrentará en París serán las mismas. La idea es tener “buenas sensaciones”, y por sensaciones me refiero al fantasma que lo ha perseguido por varios años: sus rodillas. Rafa sabe que no cuenta con la misma energía que hace 5 años ni con la misma respuesta de sus rodillas; sabe que cada año que pasa es más difícil afrontar un partido de 3 o 5 sets ante rivales como Novak Djokovic, Roger Federer o Andy Murray, a un nivel altísimo. Por otra parte conoce y entiende mejor el juego que en los años anteriores.


Por primera vez, Rafa no se siente favorito en Roland Garros, y los periodistas y analistas deportivos tampoco lo ven como tal. Incluso ha sido duramente criticado y cuestionado por su bajo rendimiento y por no mostrarse cómodo con su juego. ¿Y por qué me permito a hablar de favoritismo cuando nadie más lo hace? ¿Por qué señalarlo como favorito cuando ocupa el séptimo escalón del ranking de la ATP? Rafa viene de perder Montecarlo, torneo que ha ganado en 8 ocasiones consecutivamente, así como la Mutua Madrileña y Roma, torneos en los que ha sido campeón en diversas ocasiones.


Recuerdo que hace un par de años leí un reportaje titulado “En la Mente de Nadal” en donde hablaban de la mentalidad del mallorquín relacionada con el póquer y el tenis. Ahí mismo, paré un momento en un texto que me llamó la atención: “Mi cabeza, en los momentos de presión, en los momentos importantes, me ha respondido bien la mayoría de las veces. Hablemos claro. Mi cabeza me ha permitido jugar de la manera que yo creía que tenía que jugar. Mi cabeza no me ha impedido hacer lo que yo creía que tenía que hacer: eso es lo que pasa cuando tienes nervios, cuando te supera la situación”.


Si existe un deportista que le pueda dar un giro de 360 grados a las apuestas, es sin duda él. Rafael Nadal goza de una garra, coraje, esfuerzo y un corazón de guerrero que no le he visto a ningún otro deportista alrededor del mundo. Con una mente que procesa el juego a velocidades increíbles y una fortaleza física para ganar puntos que serían completamente perdidos para otros, sólo Rafa puede encontrar una inspiración que viene desde muy adentro y que solo él puede conseguir, aunque vaya perdiendo dos sets abajo. Nadal tiene un récord de 66 partidos ganados de 67 disputados, lo que lo convierte en el mejor jugador de la historia en arcilla sin duda alguna. Lo que sí tengo claro es que si el mallorquín quiere levantar su décimo trofeo en París, tiene que soltar su poderoso drive con mayor precisión y fuerza, convertir su gran defensa en ataque, tener una concentración absoluta en cada punto, emplear su revés cruzado como una avalancha y buscar profundidad en sus ataques. Tendrá que mejorar mucho en todos los aspectos de juego, pero no tengo duda de que La Bestia alzará su décimo Roland Garros el 7 de junio en París.

¡¡¡VAMOS!!!