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viernes, 5 de junio de 2015

Después del diluvio viene un nuevo Peña Nieto, para bien de unos y...

Foto: Internet

José Luis Camacho Acevedo.

Leí ayer y hoy en la prensa nacional varios artículos premonitorios sobre lo que será el segundo trienio del presidente Enrique Peña Nieto.

Algunos de ellos, casi siempre de las mismas plumas que se instalan como malquerientes de oficio e insisten en no entender los tiempos y las circunstancias que le heredaron al presidente Peña Nieto, aseguran que el sexenio peñista solo duró 36 meses.

Parece que les gusta verse legos en el estudio de las formas del ejercicio del poder.

En el sistema político mexicano, que para disgusto de muchos “moderinizadores o promotores del cambio”” sigue vigente, establece que como una de sus reglas inamovibles, el sexenio tendrá que durar, salvo circunstancia verdaderamente insalvable como puede ser la misma muerte de un mandatario en funciones, y perdón por la redundancia, efectivamente siempre es de seis años y nunca menos desde cárdenas a la fecha.

Aguantaron Vicente Fox a quien le aseguraron la pérdida de su poder por haber impulsado una “sucesión adelantada”; y Felipe Calderón, quien en medio de una sangrienta guerra contra el crimen organizado y un campachano y fiestero gobierno a pesar de calificarlos de estados fallidos.

Y aguantaron gracias a la fortaleza que el sistema otorga al presidente en turno.

Esos artículos o columnas que insisten en enterrar vivo al presidente Peña Nieto, me hicieron recordar una anécdota que me contó hace años el maestro Rodolfo Mendiolea.

Refería el gran periodista potosino que una ocasión el presidente Lázaro Cárdenas le pidió a Luis I.

Rodríguez, su secretario particular, que organizara una gira a Tamaulipas para saludar y darle calor al también divisionario, Francisco J. Mújica, a quien tenía un poco desterrado desempeñando el cargo de comandante la Zona Militar con sede en Tampico.

Pues sucede que llegó el presidente Cárdenas a Tampico y lo esperó en el aeropuerto Mújica vestido de uniforme blanco.

Al llegar al hotel, después de que el presidente se instaló en su habitación y realizó una llamada,

Cárdenas y Mújica pasearon por la orilla de la alberca.

Detrás de ellos siempre estaba atento el integrante del estado mayor que cuidaba al presidente.

De pronto llamaron al presidente Cárdenas por teléfono. Se apartó para contestar en la cabina del lobby del hotel.

Era su secretario Luis I. Rodríguez quien le pasaba un reporte de porqué Mújica estaba vestido de marinero.

Rodríguez le dijo al presidente: Es una señal de “protesta con Usted por tenerlo marginado en ese lugar”.

Dicen, continuó reportando Luis I. Rodríguez, que se vistió así y se supo que por eso le dijo Mújica a su ayudante, “si el presidente me quiere de marinero, me vestiré como marinero”.

Cárdenas no dijo nada más y se reincorporó a la caminata con Mújica por la orilla de la alberca del hotel.

En un momento en que se distrajo Mújica, el presidente Cárdenas volteó a ver a su ayudante y le hizo la seña de que empujara a Mújica a la alberca.

Era evidente que al presidente no le gustaban esos numeritos de sus subordinados.

El integrante del Estado Mayor palideció ante la orden presidencial y a señas le dijo al mandatario que Mújica era general de división, cinco estrellas y que él apenas tenía tres barras en su uniforme.

Cárdenas insistió y le hizo la seña de que si Mújica tenía cinco estrellas, él tenía la banda presidencial.

Y un general de las dimensiones del michoacano Mújica se fue al agua.

Así es el poder presidencial.

El segundo trienio del presidente Enrique Peña Nieto será de recuperación del poder.

En primer lugar los ajustes.

Pueden acabar muy mal episodios como los de Marcelo Ebrard por tratar de golpear por la espalda; o

Fernando Toranzo por corrupto; o la empresa OHL por deshonesta, descuidada y llena de funcionarios tan estúpidos como voraces.

No estoy diciendo que los males de la educación, de la inseguridad, de la presión económica internacional se terminarán con la sola recuperación del poder presidencial.

Pero muchas cosas se irán componiendo y muchos ajustes con los desleales y los ineptos habrán de realizarse.

Peña Nieto puede decirle, con muchos elementos, a sus detractores que se vienen colgando se sus fallas, las que por supuesto ha tenido, y en algunos casos muy costosas, que los tiempos presidenciales, dentro de nuestro sistema político vigente, son de seis años y no de tres como dan por hecho, ahora ya ni profetizan siquiera, sus malquerientes.

El poder en México sigue siendo único, total e intransferible.

Si algunos lo que quieren es pleito con Peña Nieto, seguramente lo tendrán, pero dentro de las reglas del sistema vigente.

No hablo de la Constitución. Me refiero a unos usos que se han convertido en reglas no escritas.

Y si hay otros que más civilizadamente seguirán debatiendo sobre la pertinencia de que sigan en sus cargos algunos funcionarios del gabinete peñista que la han causado un gran perjuicio al presidente en lo personal y a las reformas estructurales en lo general, tendrán audiencias y respuestas adecuadas, respetuosas e interesadas del presidente.

En muchos caos la razón asiste a esos críticos que ejercen con toda libertad su derecho de opinión y de expresión.

Por mi parte, yo para nada doy por terminado el sexenio peñista.

En próximas columnas y analizando los escenarios de equilibrios de fuerzas que traerán consigo los resultados del próximo domingo en las elecciones intermedias, me avocaré a tratar lo que será la vuelta de Peña Nieto.

Porque sin duda, el presidente Peña Nieto muy pronto estará de vuelta con el poder tocado por las denuncias, pero siempre listo para operar.

EN TIEMPO REAL.

1.- A nivel de presidencias municipales el PRI tiene focos rojos en el Estado de México en importantes municipios como Huixquilucan, tierra nada menos que del sobrado dirigente partidista Carlos Iriarte, Ecatepec, terruño del mandatario Eruviel Ávila, Tlalnepantla en donde de plano no creció como debiera la campaña de Denisse Ugalde y Texcoco donde se percibe una falta de fuerza del cacique Manuel Cadena. Seguros están Toluca, Naucalpan, Atizapán, los cuatitlanes y el importante enclave que es Metepec.

2.- Las versiones que ligan a la candidata al gobierno de Guerrero, Beatriz Mojica con los intereses de las compañías canadienses que se asentaron en el estado en los tiempos en que ella era la secretaria de desarrollo social del gobierno de Ángel Aguirre, son cada vez más fuertes. Varios habitantes de los lugares donde se instalaron las mineras canadienses, piensan demandar a Mojica porque los reubicó de sus propiedades originales a centros de población tan hechizos que a menos de dos años de su edificación, presentan graves fallas en sus servicios y en su construcción.

3.- No deje usted de considerar que el único de los gobernadores priístas que puede tener un futuro en el gabinete presidencial, o hasta en la embajada de México en Washington, es el queretano José Calzada Rovirosa. En esa entidad el resultado sigue en ajustado empate técnico.

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