martes, 4 de agosto de 2015
Caso Rubén Espinosa: investigadores y comunicadores confunden y se confunden
Por Gustavo Rentería a las 14:01 archivado en Columnas Nacionales José Luis Camacho | Comentarios : 0
José Luis Camacho Acevedo
Las múltiples líneas de investigación que ha abierto la procuraduría del Distrito Federal, a cargo de un profesional competente y honesto como es Rodolfo Ríos Garza, rara avis en estos tiempos, sobre el caso del asesinato del fotoperiodista Rubén Espinosa y cuatro mujeres en un departamento de la colonia Narvarte, de acuerdo a los protocolos que deben guardar de este tipo de investigaciones, no debieron publicitarse con una profusión como la que se hizo el día de ayer.
Tantos puntos de vista y tantos datos inconexos confundieron y no orientaron a la opinión pública.
Los integrantes de la comentocracia, grupo de comunicadores y opinadores electrónicos, digitales y escritos agrupados bajo esa denominación por el talentoso e imaginativo Jorge Castañeda, definición que camina rápidamente a convertirse gramaticalmente en sustantivo más que en adjetivo, ayer se dieron vuelo juzgando, condenado, vilipendiando al gobernador de Veracruz, Javier Duarte, sin base sólida alguna para este caso por cierto, como el autor intelectual del múltiple asesinato.
Por sus antecedentes, el de Rubén Espinosa es un caso que estaba llamado a convertirse en bandera de las protestas de los profesionales de la comunicación contra las represiones oficiales por el ejercicio de nuestro oficio que en muchísimas ocasiones molesta a los barones del PODER y ahora también de la DROGA.
La condena a la represión del poder contra los periodistas es asunto viejo en México.
Y es una protesta que debe mantenerse por lo peligroso que se ha convertido ese oficio en México.
La aviva ahora, sin duda, el caso de Rubén Espinosa de una manera por demás explosiva en los medios.
Surge una pregunta de oficio:
¿Cuánto ayuda a la investigación del crimen múltiple perpetrado contra cinco seres humanos en la colonia Narvarte que los medios la saturen de opiniones, historias y juicios?
Creo que ayudará muy poco al esclarecimiento del caso.
Hace tiempo que trabajo en la construcción de un relato de lo que yo viví cuando el asesinaron a José Francisco Ruíz Massieu.
Apenas unos días antes de su condenable ejecución, tuve la oportunidad de hacerle la que fue una de las últimas entrevista que concedió el político guerrerense, reconocido tanto como un intelectual de sólida formación como uno de los más hábiles conciliadores de los intrincados intereses que regularmente existen en el azaroso y tenebroso entorno de la política mexicana.
He revisado expedientes, que no son pocos por cierto, que se produjeron por del magnicidio.
También he sido cuidadoso de analizar perfiles manifiestos en sus conductas de la personalidad del enigmático Mario Ruíz Massieu, que fue designado fiscal especial por Carlos Salinas de Gortari para investigar el asesinato de su hermano José Francisco.
Sumergirse en las inestables conductas de Mario es un verdadero crucigrama.
Padecía un dilema de amor y odio con su hermano Francisco. Yo pienso que lo envidiaba más de lo que hubiera podido admirarlo.
Y durante ese trabajo que vengo realizando de manera simultánea al del Caso Colosio, para establecer una comparación entre las formas de investigar un crimen de los que alcanzan fama pública que existen en México y entre otros países del mundo, tuve que revisar varios relatos de la novela policiaca que han llegado a convertirse en bestseller.
En México existen y existieron detectives de gran perspicacia e imaginación que pueden compararse con los más célebres de Francia, Inglaterra o Estados Unidos.
Creo que hay que confiar en ellos.
Y en nuestro país la investigación de un crimen con connotaciones políticas, sobre todo cuando está envuelto en una manifiesta repelencia de algunos integrantes del poder hacia los medios de comunicación, como es el caso de las imprudentes e innecesarias declaraciones sobre el tema de Javier Duarte, la denuncia y la acusación por mera asociación son tan predecibles como inevitables.
Conocí y pude analizar la especial personalidad de Pablo Chapa Bezanilla cuando fue fiscal especial para el caso del asesinato nunca resuelto de Manuel Muñoz Rocha.
Las diferencias de métodos y de condiciones mentales que hay entre el tristemente célebre Pablo Chapa Bezanilla con el profesional Rodolfo Ríos Garza.
El procurador capitalino seguramente realizará un trabajo profesional.
En la actualidad las posibilidades de esclarecer un crimen con tantos elementos de origen diferentes, no es una tarea fácil.
Y menos con la presión de los medios encima.
El Gabinete de Comunicación Estratégica de Liébano Saénz y Federico Berrueto realizó una encuesta que concluye que una gran mayoría de los entrevistados coincide en que Rubén Espinosa fue asesinado a consecuencia de su trabajo como periodista.
Es un juicio popular que influirá de manera importante en el desarrollo de las investigaciones.
Organizaciones internacionales defensoras del oficio periodístico difunden la estadística mundial de los crímenes contra comunicadores ocurridos en México y que llevan a instituciones como la ONU a declarar que en nuestro país el segundo trabajo más peligroso es el de periodista, superado únicamente por el de policía.
El caso del lamentable y condenable del crimen perpetrado en contra de Rubén Espinosa estará en el imaginario colectivo por un buen rato, cuando menos las tres semanas que adjudican a casos de alto impacto estudios serios sobre opinión pública.
Ninguna nota se mantiene según los estudios de la universidad de Arizona más de ese tiempo como asunto de primera plana.
Desgraciadamente en México, tal vez por falta de una revisión seria de la dinámica agenda nacional en lo político, lo económico o lo social, a tres semanas de la fuga de El Chapo muchos comunicadores siguen “descubriendo” nuevas vertientes de la capacidad evasiva del narcotraficante.
El Chapo es ya asunto de las autoridades competentes y en menos medida de los medios.
Es predecible que algo similar ocurra con el caso Rubén Espinosa.
Valdrá la pena que la condena se mantenga en los medios como señal de protesta por las agresiones del poder a los periodistas.
Pero no porque ello contribuya al esclarecimiento de los hechos, algo que de seguro no ocurrirá.
Mañana ofreceremos a nuestros lectores una relación de técnicas de investigación de crímenes de alto impacto relacionados contra comunicadores en el tramo que comprende de 1980 a la fecha.
Los resultados de esas investigaciones ayudarán un poco a que tomemos piso en el caso Rubén Espinosa.
A que tomemos piso solamente, no a dar pistas para que podamos invadir la competencias de las autoridades investigadoras.
Las múltiples líneas de investigación que ha abierto la procuraduría del Distrito Federal, a cargo de un profesional competente y honesto como es Rodolfo Ríos Garza, rara avis en estos tiempos, sobre el caso del asesinato del fotoperiodista Rubén Espinosa y cuatro mujeres en un departamento de la colonia Narvarte, de acuerdo a los protocolos que deben guardar de este tipo de investigaciones, no debieron publicitarse con una profusión como la que se hizo el día de ayer.
Tantos puntos de vista y tantos datos inconexos confundieron y no orientaron a la opinión pública.
Los integrantes de la comentocracia, grupo de comunicadores y opinadores electrónicos, digitales y escritos agrupados bajo esa denominación por el talentoso e imaginativo Jorge Castañeda, definición que camina rápidamente a convertirse gramaticalmente en sustantivo más que en adjetivo, ayer se dieron vuelo juzgando, condenado, vilipendiando al gobernador de Veracruz, Javier Duarte, sin base sólida alguna para este caso por cierto, como el autor intelectual del múltiple asesinato.
Por sus antecedentes, el de Rubén Espinosa es un caso que estaba llamado a convertirse en bandera de las protestas de los profesionales de la comunicación contra las represiones oficiales por el ejercicio de nuestro oficio que en muchísimas ocasiones molesta a los barones del PODER y ahora también de la DROGA.
La condena a la represión del poder contra los periodistas es asunto viejo en México.
Y es una protesta que debe mantenerse por lo peligroso que se ha convertido ese oficio en México.
La aviva ahora, sin duda, el caso de Rubén Espinosa de una manera por demás explosiva en los medios.
Surge una pregunta de oficio:
¿Cuánto ayuda a la investigación del crimen múltiple perpetrado contra cinco seres humanos en la colonia Narvarte que los medios la saturen de opiniones, historias y juicios?
Creo que ayudará muy poco al esclarecimiento del caso.
Hace tiempo que trabajo en la construcción de un relato de lo que yo viví cuando el asesinaron a José Francisco Ruíz Massieu.
Apenas unos días antes de su condenable ejecución, tuve la oportunidad de hacerle la que fue una de las últimas entrevista que concedió el político guerrerense, reconocido tanto como un intelectual de sólida formación como uno de los más hábiles conciliadores de los intrincados intereses que regularmente existen en el azaroso y tenebroso entorno de la política mexicana.
He revisado expedientes, que no son pocos por cierto, que se produjeron por del magnicidio.
También he sido cuidadoso de analizar perfiles manifiestos en sus conductas de la personalidad del enigmático Mario Ruíz Massieu, que fue designado fiscal especial por Carlos Salinas de Gortari para investigar el asesinato de su hermano José Francisco.
Sumergirse en las inestables conductas de Mario es un verdadero crucigrama.
Padecía un dilema de amor y odio con su hermano Francisco. Yo pienso que lo envidiaba más de lo que hubiera podido admirarlo.
Y durante ese trabajo que vengo realizando de manera simultánea al del Caso Colosio, para establecer una comparación entre las formas de investigar un crimen de los que alcanzan fama pública que existen en México y entre otros países del mundo, tuve que revisar varios relatos de la novela policiaca que han llegado a convertirse en bestseller.
En México existen y existieron detectives de gran perspicacia e imaginación que pueden compararse con los más célebres de Francia, Inglaterra o Estados Unidos.
Creo que hay que confiar en ellos.
Y en nuestro país la investigación de un crimen con connotaciones políticas, sobre todo cuando está envuelto en una manifiesta repelencia de algunos integrantes del poder hacia los medios de comunicación, como es el caso de las imprudentes e innecesarias declaraciones sobre el tema de Javier Duarte, la denuncia y la acusación por mera asociación son tan predecibles como inevitables.
Conocí y pude analizar la especial personalidad de Pablo Chapa Bezanilla cuando fue fiscal especial para el caso del asesinato nunca resuelto de Manuel Muñoz Rocha.
Las diferencias de métodos y de condiciones mentales que hay entre el tristemente célebre Pablo Chapa Bezanilla con el profesional Rodolfo Ríos Garza.
El procurador capitalino seguramente realizará un trabajo profesional.
En la actualidad las posibilidades de esclarecer un crimen con tantos elementos de origen diferentes, no es una tarea fácil.
Y menos con la presión de los medios encima.
El Gabinete de Comunicación Estratégica de Liébano Saénz y Federico Berrueto realizó una encuesta que concluye que una gran mayoría de los entrevistados coincide en que Rubén Espinosa fue asesinado a consecuencia de su trabajo como periodista.
Es un juicio popular que influirá de manera importante en el desarrollo de las investigaciones.
Organizaciones internacionales defensoras del oficio periodístico difunden la estadística mundial de los crímenes contra comunicadores ocurridos en México y que llevan a instituciones como la ONU a declarar que en nuestro país el segundo trabajo más peligroso es el de periodista, superado únicamente por el de policía.
El caso del lamentable y condenable del crimen perpetrado en contra de Rubén Espinosa estará en el imaginario colectivo por un buen rato, cuando menos las tres semanas que adjudican a casos de alto impacto estudios serios sobre opinión pública.
Ninguna nota se mantiene según los estudios de la universidad de Arizona más de ese tiempo como asunto de primera plana.
Desgraciadamente en México, tal vez por falta de una revisión seria de la dinámica agenda nacional en lo político, lo económico o lo social, a tres semanas de la fuga de El Chapo muchos comunicadores siguen “descubriendo” nuevas vertientes de la capacidad evasiva del narcotraficante.
El Chapo es ya asunto de las autoridades competentes y en menos medida de los medios.
Es predecible que algo similar ocurra con el caso Rubén Espinosa.
Valdrá la pena que la condena se mantenga en los medios como señal de protesta por las agresiones del poder a los periodistas.
Pero no porque ello contribuya al esclarecimiento de los hechos, algo que de seguro no ocurrirá.
Mañana ofreceremos a nuestros lectores una relación de técnicas de investigación de crímenes de alto impacto relacionados contra comunicadores en el tramo que comprende de 1980 a la fecha.
Los resultados de esas investigaciones ayudarán un poco a que tomemos piso en el caso Rubén Espinosa.
A que tomemos piso solamente, no a dar pistas para que podamos invadir la competencias de las autoridades investigadoras.
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
ALCALDES & GOBERNADORES. | AMEX y Sedena: ¿puede México despegar como potencia aeroespacial?
Entrevista a Roy Campos. Programa Personalidades, domingo, 26 de enero de 2025.
"Al Cierre". | El Financiero TV | Opinión de Gustavo Rentería. Martes, 03 de DICIEMBRE.
Las coyunturas políticas y económicas son analizadas por especialistas en #AlCierre con @E_Q_ y @LKourchenko.https://t.co/az4DKEUYbB
— El Financiero TV (@ElFinancieroTv) December 4, 2024
Publicar un comentario