martes, 13 de octubre de 2015
Cartelera Política / Se levanta el casino de la democracia mexicana con árbitros con tarjeta roja
Por Gustavo Rentería a las 13:09 archivado en Columnas Nacionales | Comentarios : 0
Ángel Viveros
* Corrupción, inseguridad, desigualdad, decantación y voto pegan a la democracia
ELEFANTE GRIS: Si México está dispuesto a entrar por la puerta grande a las grandes economías desarrolladas, debe comenzar por ser gigante en la práctica de la democracia. No con edificios suntuosos de mil 100 millones de pesos en tiempos de crisis y de austeridad para un árbitro electoral con tarjeta roja, carente de credibilidad y lagartón en decantación del voto, como ha sucedido en los últimos 33 años de elecciones presidenciales, sino revertir el hecho de 8 de cada 10 mexicanos está insatisfecho y harto con la actual forma de practicar esa forma de gobierno. Corrobora esta percepción el estudio de la COPARMEX en 2014 –tiene afiliadas 36 mil empresas-, junto con la fundación Konrad Adenauer y la consultora internacional Polilat, donde el valor de la democracia es de 5.01%. Lo mismo ocurre en ranking mundial, el país está colocado en sitio 53 de 115 naciones medidas, incluso por debajo de 11 países de América Latina. En constante decrecimiento.
Con edificios lujosos como el que construirá el INE en más de 50 hectáreas para concluirse en 2017 a fin de alojar dos torres inteligentes de 14 niveles –consejeros deberían ser los inteligentes-, plaza de la democracia, edificios remodelados, amplio pórtico, árboles frutales, canchas deportivas, jardinería, regaderas y muchos otros detalles, más parecido a un macrocentro bursátil y más lujoso que el New York Stock Exchange –la bolsa de valores más grande del mundo con valor de capitalización por 18.42 billones de dólares-, en vez de un lugar mucho más modesto para un cancerbero de la democracia que no mejorará este sistema, ya que otros estudios solo para América Latina en 2014, la inseguridad le pega a la democracia mexicana con registro de retroceso en materia de derechos políticos, libertades civiles, calidad institucional, y eficiencia política. Otro documento elaborado por el Colegio de México a petición del INE, reporta que únicamente 4% de los mexicanos cree que se respetan las leyes, incluida la política; 19% confía en los partidos políticos, y 17% en congresistas, mientras en los últimos 18 años se ha reducido 12% apoyo a la democracia.
Las cifras fuera de rango para una nación sumida en la pobreza sobre la democracia son elocuentes. Injustificables los excesos financieros del Instituto Nacional Electoral, y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación por lo que el Congreso debe detenerlos, pues no es comprensible en relación con los resultados electorales. Para 2016 el INE ya presupuesta 15 mil 472 millones de pesos. De esa suma destinará 400 millones para las 13 elecciones locales, 12 de ellas con cambio de gobernador. Sin embargo, para mantener al elefante blanco del INE se erogará el año próximo 8 mil 352 millones 290 mil pesos, más caro que los 6 mil millones para los programas contra la pobreza; otros 4 mil millones para financiar a partidos políticos, algunos de ellos con alianzas para sobrevivir, y 762 millones más para el conjunto de edificios de lujo que se construye, que superará el inmueble del Senado, y muy lejos del de la Cámara de Diputados, para satisfacer los exquisitos gustos y comodidad del consejero presidente, Lorenzo Córdova quien se da lujos como burlarse de las demandas democráticas de los pueblos indígenas como la grabación revelada el 19 de mayo pasado por red social. Resulta escandaloso todo este gasto para una democracia con tarjeta roja.
Nadie duda del avance democrático en México, pero tampoco de la desconfianza ciudadana en los procesos electorales y en las instituciones como árbitros de las mismas desde el momento en que los consejeros y magistrados son electos por cuotas de partidos, y no en proceso de cara al pueblo. La baja participación política, la lacerante desigualdad, la corrupción y la inseguridad siguen como muros infranqueables para la plena vigencia de esta forma de gobierno en México. Ahí están las innumerables reformas político-electorales. En los últimos tres sexenios al final de cada elección presidencial es necesario modificaciones por la interminable manipulación del voto, la judicialización de procesos, los gastos exorbitantes, la opacidad de los partidos. Para dar respiración el gobierno se obligó en el año 2000 a compartir la alternancia en el poder, con escasos resultados, pues prácticamente no hubo cambios y las esperanzas de los mexicanos han vuelta a decaer. Ahora las candidaturas independientes son un ingrediente para recuperar confianza, pero las limitaciones y los candaos impuestos en diferentes estados podrían otras vez frustra esta otra vía democrática.
* Corrupción, inseguridad, desigualdad, decantación y voto pegan a la democracia
ELEFANTE GRIS: Si México está dispuesto a entrar por la puerta grande a las grandes economías desarrolladas, debe comenzar por ser gigante en la práctica de la democracia. No con edificios suntuosos de mil 100 millones de pesos en tiempos de crisis y de austeridad para un árbitro electoral con tarjeta roja, carente de credibilidad y lagartón en decantación del voto, como ha sucedido en los últimos 33 años de elecciones presidenciales, sino revertir el hecho de 8 de cada 10 mexicanos está insatisfecho y harto con la actual forma de practicar esa forma de gobierno. Corrobora esta percepción el estudio de la COPARMEX en 2014 –tiene afiliadas 36 mil empresas-, junto con la fundación Konrad Adenauer y la consultora internacional Polilat, donde el valor de la democracia es de 5.01%. Lo mismo ocurre en ranking mundial, el país está colocado en sitio 53 de 115 naciones medidas, incluso por debajo de 11 países de América Latina. En constante decrecimiento.
Con edificios lujosos como el que construirá el INE en más de 50 hectáreas para concluirse en 2017 a fin de alojar dos torres inteligentes de 14 niveles –consejeros deberían ser los inteligentes-, plaza de la democracia, edificios remodelados, amplio pórtico, árboles frutales, canchas deportivas, jardinería, regaderas y muchos otros detalles, más parecido a un macrocentro bursátil y más lujoso que el New York Stock Exchange –la bolsa de valores más grande del mundo con valor de capitalización por 18.42 billones de dólares-, en vez de un lugar mucho más modesto para un cancerbero de la democracia que no mejorará este sistema, ya que otros estudios solo para América Latina en 2014, la inseguridad le pega a la democracia mexicana con registro de retroceso en materia de derechos políticos, libertades civiles, calidad institucional, y eficiencia política. Otro documento elaborado por el Colegio de México a petición del INE, reporta que únicamente 4% de los mexicanos cree que se respetan las leyes, incluida la política; 19% confía en los partidos políticos, y 17% en congresistas, mientras en los últimos 18 años se ha reducido 12% apoyo a la democracia.
Las cifras fuera de rango para una nación sumida en la pobreza sobre la democracia son elocuentes. Injustificables los excesos financieros del Instituto Nacional Electoral, y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación por lo que el Congreso debe detenerlos, pues no es comprensible en relación con los resultados electorales. Para 2016 el INE ya presupuesta 15 mil 472 millones de pesos. De esa suma destinará 400 millones para las 13 elecciones locales, 12 de ellas con cambio de gobernador. Sin embargo, para mantener al elefante blanco del INE se erogará el año próximo 8 mil 352 millones 290 mil pesos, más caro que los 6 mil millones para los programas contra la pobreza; otros 4 mil millones para financiar a partidos políticos, algunos de ellos con alianzas para sobrevivir, y 762 millones más para el conjunto de edificios de lujo que se construye, que superará el inmueble del Senado, y muy lejos del de la Cámara de Diputados, para satisfacer los exquisitos gustos y comodidad del consejero presidente, Lorenzo Córdova quien se da lujos como burlarse de las demandas democráticas de los pueblos indígenas como la grabación revelada el 19 de mayo pasado por red social. Resulta escandaloso todo este gasto para una democracia con tarjeta roja.
Nadie duda del avance democrático en México, pero tampoco de la desconfianza ciudadana en los procesos electorales y en las instituciones como árbitros de las mismas desde el momento en que los consejeros y magistrados son electos por cuotas de partidos, y no en proceso de cara al pueblo. La baja participación política, la lacerante desigualdad, la corrupción y la inseguridad siguen como muros infranqueables para la plena vigencia de esta forma de gobierno en México. Ahí están las innumerables reformas político-electorales. En los últimos tres sexenios al final de cada elección presidencial es necesario modificaciones por la interminable manipulación del voto, la judicialización de procesos, los gastos exorbitantes, la opacidad de los partidos. Para dar respiración el gobierno se obligó en el año 2000 a compartir la alternancia en el poder, con escasos resultados, pues prácticamente no hubo cambios y las esperanzas de los mexicanos han vuelta a decaer. Ahora las candidaturas independientes son un ingrediente para recuperar confianza, pero las limitaciones y los candaos impuestos en diferentes estados podrían otras vez frustra esta otra vía democrática.
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