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lunes, 18 de enero de 2016

La Cueva de la Hidra / Lo que el Chapo nos dejó

Margarita Jiménez Urraca

Que nadie se equivoque, Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo” es un asesino despiadado, un narcotraficante de cocaína, marihuana, heroína y metanfetaminas que se estima operaba en mil cuatrocientos municipios de los 2 mil 440 que consta el país, y en Estados Unidos, Europa, Australia y Asia; es lavador de dinero con cientos de empresas alrededor del mundo, con presencia en 16 países; es corruptor de jóvenes, de autoridades en un sistema que así lo permitió. Tras una cara bonachona y un cuerpo regordete vive el hombre inteligente y habilidoso que esconde a la bestia despiadada que ha puesto en jaque al sistema de justicia mexicano, alcanzando a ser un problema de seguridad nacional que ha dejado un río de sangre a su paso, convirtiendo a niños en sicarios, en víctimas y en adictos.

El “Chapo Guzmán” ha dejado a su paso un debate sobre la libertad de expresión, la ocultación de información, la protección de las fuentes, la extradición y una percepción absurda en algunos grupos de la sociedad en el sentido de ser hombre de familia, creyente, que a muchos ayudó, y ya es leyenda.

Con otros capos de la droga influyó en una cultura deleznable que hoy invade todos los ámbitos de nuestra sociedad: redes sociales, cine, T.V., bandas musicales y modelos aspiracionales en no pocos niños y jóvenes. Adalid para los sin oportunidades que creen que este es el único camino para el progreso y el éxito que llega a su máximo momento de popularidad en la entrevista que le hicieran los cuestionados Sean Penn y Kate del Castillo, que lo precipitaron a su captura. Él y otros de sus colegas dejan una narrativa en las nuevas generaciones, ajena a principios y valores en la que el dinero fácil sin necesidad de estudiar, las muchas chavas, la droga y el vértigo del éxito efímero se les entregan, a cambio de torturar, matar, traficar y pervertir.

El caldo de cultivo ha sido, la falta de oportunidades y la pobreza, y quienes medran con este fenómeno del horror llevando sus historias a producciones cinematográficas de gran demanda que contribuyen a la distracción y ocultamiento de otras noticias y a la fragmentación de la información que descontextualiza el análisis y la situación.

El Chapo Guzmán deja a un Presidente, a un Secretario de Gobernación y a un Gabinete de Seguridad fortalecidos, por ahora, pero siempre con al riesgo latente de una nueva fuga. La apuesta social es, si se vuelve a fugar no, si lo extraditan o no. Y deja el melodrama eterno del criminal poderoso seducido por la hermosa mujer que lo precipitó al infierno.

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