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lunes, 19 de septiembre de 2016

La Cueva de la Hidra / La costumbre del ritual

Margarita Jiménez Urraca

Se extraña que el Gobernador Eruviel Ávila Villegas no haya presentado su Quinto Informe de Gobierno. Se sabe que posiblemente lo haga hacia el 28 de septiembre, casi un mes después que el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, entregara al Congreso de la Unión el Cuarto Informe del Presidente Enrique Peña Nieto, y que éste sostuviera un encuentro con un grupo de jóvenes.

Pareciera una decisión prudente dejar un espacio entre el informe de cada uno, pero no así, dejar pasar más tiempo. En la rendición de cuentas, la oportunidad importa, la ley así lo establece y, en el Estado de México ha de ser durante septiembre, excepción hecha del último año, en que debe ser durante los primeros quince días del mes. Este quinto informe en la entidad mexiquense es diferente, es el último antes de compartir el reflector con el gobernador electo en 2017, mes en que también se entregará el gobierno a la sucesora o sucesor, el día 15, fecha en que Ávila Villegas amanecerá gobernador y dormirá sólo como ciudadano, ritual necesario para refrendar los mecanismos de las instituciones y del poder, afirmar el liderazgo y dar certeza a la sociedad, vamos, comunicar que las cosas marchan, lo que no es poco, hoy por hoy: estabilidad previa y necesaria para el proceso de 2018.

De vez en vez, las ausencias de los rituales inquietan a opinadores y a los grupos de interés y llaman la atención de la ciudadanía, sin embargo, transparencia, forma y tiempo aconsejan hacerlo ya, antes que los aspirantes sean el tema número uno. Se sabe que Eruviel Ávila piensa en la presidencial, pero una elección incuestionable y victoriosa en su estado será definitiva para ser considerado como viable en un momento en que el Revolucionario Institucional –su partido– está en franco proceso de deterioro y desconfianza.

La elección de 2017 en la entidad pudiera ser una batalla definitiva antes de la contienda presidencial de 2018, en la que el triunfo o el fracaso del PRI estaría definiendo el proyecto mexiquense para la próxima década.

Es en este sentido que Ávila Villegas ha de considerar los tiempos, contenidos y proyección a propósito de la rendición de cuentas y de su presencia mediática, lo que pudiera disminuir o incrementar las preferencias por él. En todo caso, diría el ídolo recién desaparecido, es más fuerte la costumbre –del ritual– que el amor a lo que indefectiblemente se empieza a ir.

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