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martes, 4 de octubre de 2016

Valle de Bravo: Desastre ecológico

Miguel Arroyo

(SEGUNDA DE DOS PARTES)

En nuestra colaboración anterior tocamos el tema del detrimento y daño ecológicos que son una verdadera desgracia nacional. Nuestros ríos y fuentes naturales de agua se encuentran contaminados, tal como están nuestras lagunas y lagos naturales, incluso las aguas confinadas artificiales conocidas como presas tienen niveles de contaminación alarmantes, aun y cuando son fuentes de agua para riego y consumo humano. Prácticamente el país se encuentra al borde de una crisis de agua potable que hasta ahora se ha subsanado mediante la venta de agua embotellada en envases plásticos, lo cual también contribuye fuertemente a la contaminación ambiental .

Las zonas boscosas cercanas a las poblaciones o a los lugares con atractivo turístico, están siendo depredadas por los desarrolladores inmobiliarios ante la debilidad y en ocasiones corrupción de los gobiernos municipales, que fácilmente hacen excepciones a las regulaciones sobre el uso de suelo. Particularmente en el Estado de México, esta situación es alarmante, en virtud de la densidad poblacional cercana, a los centros turísticos, compuesta por habitantes de la Ciudad de México y de los municipios altamente poblados por ciudadanos con cierta capacidad económica.  El caso de la región de Valle de Bravo es particularmente grave, la voracidad de los desarrolladores inmobiliarios está depredando la zona boscosa y contaminando las fuentes de agua que alimentan la presa cuyo nombre oficial es “Miguel Alemán” y que es fuente de agua potable para algunas zonas de la Ciudad de México  y municipios del propio Estado de México, ante la pasividad de las autoridades estatales y municipales que no tienen la menor sensibilidad para proteger el beneficio común ante los intereses particulares y mezquinos de las empresas desarrolladoras.

Es necesario entonces tomar medidas drásticas y eficientes, declarando parque nacional o zona de reserva ecológica a todas las áreas boscosas circundantes en determinado perímetro de por lo menos treinta kilómetros a la  presa “Miguel Alemán”. Mientras esto no suceda, es cuestión de tiempo para que la depredación humana termine con una de las grandes reservas naturales del Estado de México.

Por otra parte, las autoridades federales deberían realizar una campaña definitiva contra los talamontes que siguen trabajando impunemente en las zonas boscosas de esta región y que son una mafia temible que las autoridades han evitado enfrentar, por falta de recursos, decisión política o complicidad.

La sociedad debe organizarse ante la pasividad de las autoridades y enfrentar mediante instrumentos legales eficientes la depredación de nuestros recursos naturales, antes  de  que México se convierta en un gran desierto y estamos a tan solo 50 años de ello.

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