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martes, 8 de noviembre de 2016

La Cueva de la Hidra / Periodistas

Margarita Jiménez Urraca

Frente a hechos que son inéditos, que son noticia, que muestran las llagas o que se presentan reiteradamente, el periodista lo señala, baja la lupa y lo hace del conocimiento de los lectores, de las audiencias o de los espectadores, genera reacción pública, forma indiscutible del diálogo periodístico, lo que tendría que buscarse siempre, dentro de los parámetros propios de la verdad y deseablemente de la objetividad.

Quienes ejercen el oficio, lo hacen con pasión, de manera obsesiva, cotidiana, todo el tiempo; ven, piensan, están escribiendo la nota siempre. Estas aves leen, indagan y vuelven a leer, para que después los lean a ellos. Lo hacen a deshoras y a todas horas. Desentrañan lo ocurrido, entrevistan a los que saben, se sumergen en los temas, investigan, se documentan, se empapan hasta sangrar. Todo lo informan, pero cuidado con la mentira y el infundio o aquello que hiere y lastima a los vulnerables.
Hoy, sin embargo, ejercer el oficio “pone en riesgo el pellejo” de los periodistas y de sus familias: los miden, los presionan, los seducen o los bajan de los medios o a veces de la vida, como es bien sabido y tener que guardar silencio es para alguien que ejerce el oficio, el peor de los mundos. No pocas veces es más lo que se calla que aquello de lo que se da cuenta. El riesgo manda.

Dar la cara en medios electrónicos o en la Red, firmar una colaboración, hace toda la diferencia con el informador anónimo de las redes sociales, donde suponer, comentar irresponsablemente o pseudo informar reduce notablemente los problemas de quien lo hace, así se siente más seguro, más cómodo, su pellejo está a salvo. Un verdadero periodista da la cara, el anónimo es oscuro, opaco, delincuente de la Red. Quienes exponen su nombre y respaldan su dicho aportan elementos para confiar en ellos, a pesar de diferir con su punto de vista, eventualmente.

Hay profesionales de la información notables, singulares y verdaderos reporteros: los que cubren guerras, violencia, desastres y el día a día, de los que se sabe poco pero que forman un ejército. Como ellos, en los últimos 25 años han sido asesinados 2 mil 297 periodistas en el mundo. México ocupa el tercer lugar. Irak tiene 309 registrados, Filipinas 146, México 120, Pakistán 115, Rusia 109, Argelia 106, India 95, Somalia 75, Siria 67 y Brasil 62. Las entidades con mayores agresiones a periodistas son: Veracruz con 17, Guerrero con 11 y la Ciudad de México con 9. Las cifras hablan. Los periodistas simplemente lo reportan.

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