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miércoles, 28 de noviembre de 2018

Enfoque Global / Retos a vencer para un cambio verdadero

José Luis Ortiz Santillán

Esta semana inicia el trabajo de manera formal del nuevo gobierno federal. Las expectativas de los ciudadanos, como nunca antes, han crecido con la llegada del presidente electo a Palacio Nacional; los diputados y senadores ya están dando la pelea y tratando de materializar las promesas de campaña que los llevaron al Congreso de la Unión, pero este 1 de diciembre el nuevo gobierno comenzará a asumir sus funciones íntegramente, para hacer historia en una país, donde las políticas neoliberales llevaron la pobreza de 27 milones en 1994 a más de 55 actualmente.

Lo relevante del nuevo gobierno, después de años de administrar el país, desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari y la “crisis de los errores de diciembre”, es que México podría estar transitando de la democracia representativa y autoritaria, a la democracia participativa.

No será fácil dar ese salto, sobre todo porque existe un desprecio absoluto a la capacidad de pensar y actuar de los ciudadanos. El paternalismo de años de gobierno, donde los ciudadanos sólo sirvieron para validar o legitimar las elecciones, dentro de un sistema electoral cuestionado, se resiste. Las recientes consultas a los ciudadanos, si las vemos desde su contenido y no desde la forma en que se efectuaron, fueron cuestionadas al descalificar la opinión de los ciudadanos para opinar sobre la pertinencia de la ubicación en Texcoco o Santa Lucía, por ejemplo.

Los ciudadanos esperan mucho más de un gobierno que han apoyado en las urnas. La reciente convocatoria del lunes 26 de noviembre pasado, para trabajar en la redacción de una “Constitución Moral”, puede abrir las puertas para que los ciudadanos expongan sus ideas sobre una democracia participativa, la lucha contra la corrupción, los abusos de poder y la impunidad en México, para diseñar el México en el que les gustaría vivir en paz, lejos de la violencia y la inseguridad actual.

Muchos de nosotros nunca hemos sido requeridos para dar nuestra opinión en los asuntos públicos y llegando a participar sólo en asuntos de gobierno, el día de las elecciones o en los censos del INEGI. Hoy se abre la oportunidad histórica para trasformar el sistema político mexicano y hacer de la democracia participativa una realidad, para enterrar la retórica del discurso que neutraliza a los ciudadanos y les impide hacer uso de su poder de decisión en los asuntos públicos, para proponer y opinar sobre ellos.

Indudablemente, este y muchos temas del nuevo gobierno no serán fáciles de instrumentar. Algunos líderes de la oposición señalan en sus círculos cerrados, que el nuevo gobierno y sus políticas están inoculados; lo señalan así,  porque saben que los grupos de poder que operan dentro de la admiración pública se han comenzado a mover despùés del 1 de julio, se estiran y se reagrupan bajo nuevos esquemas y nuevas figuras; cambiando sus protectores de pantalla de computadoras y celulares por la imagen del ganador,  incluso las de sus redes sociales.

Muchos de funcionarios del gobierno de Felipe Calderón, que sobrevivieron al actual gobierno del PRI, y los que llegaron a este gobierno en el actual sexenio, los veremos mutar de colores y, quizá de ideas. Como en el sexenio del presidente Fox, donde los cambios fueron aparentes, al menos en los primeros tres años, despertando la decepción de los ciudadanos; el que el nuevo gobierno recicle a cientos de funcionarios salientes del actua y los coloque en otras posiciones similares, dentro de otras secretarías, enviará un mensaje frustrante a los ciudadanos, los cuales quieren ver un cambio real en el gobierno, dentro de quienes diseñan y aplican las políticas públicas.

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