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lunes, 17 de junio de 2019

Concatenaciones / Exilios

Fernando Irala

Justo en los días en que en diversas instancias se celebra el ochenta aniversario del exilio español a México, luego de que la República Española perdiera la guerra civil, la principal preocupación del régimen mexicano, luego de darse de antemano por derrotado ante Donald Trump, es cómo contener el flujo migratorio, que creció porque desde el gobierno se le alentó, pero ahora no se quiere saber nada de él.

Cómo cambian los tiempos, las políticas, las prioridades.

Pero en la frontera sur, nadie sabe con precisión qué se hará para contener la marea humana y los problemas que traerá.

Recién constituida legalmente, la Guardia Nacional en realidad apenas existe en el papel, pero antes de nacer su origen se ha pervertido, pues más que para abatir a la delincuencia, su primera tarea relevante será actuar como policía fronteriza.

Por lo pronto, las fuerzas de siempre, el Ejército, la Marina, la Policía Federal, hacen lo que pueden, ante un Instituto Nacional de Migración descabezado, y una burocracia que no tiene idea ni de cómo entran los migrantes.

Lo peor será que los esfuerzos que se hagan estarán sujetos a la evaluación extraterritorial del presidente norteamericano, de pronto convertido en autoridad supranacional, toda vez que el gobierno mexicano ha decidido no presentar batalla ni pelear dignamente conforme al derecho internacional.

Y así será no por los cuarenta y cinco días iniciales que se mencionan, sino hasta que le convenga al personaje de cabello naranja en su estrategia de reelección. Hasta entonces el gobierno mexicano, su política migratoria y la economía nacional, serán tratados como rehenes y piezas sacrificables en la búsqueda de los votos necesarios para que ese señor continúe en la Casa Blanca.

De la dignidad y la soberanía hablaremos en otra ocasión.

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