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martes, 4 de junio de 2019

Migración y política: ¿quién está detrás de las caravanas?

Germán Muñoz

"Fear cuts deeper than swords": 
― George R.R. Martin, A Game of Thrones
(El miedo corta más profundo que las espadas)

Desde Filadelfia, 4 de junio de 2019.- Las armas favoritas de Donald Trump son -sin duda-, el la mentira y el miedo. El miedo en política fustiga la peor naturaleza de los seres humanos y gravita alrededor de un estado de predisposición permanente a la violencia. La mentira a su vez, es reserva y capital político en Washington y es un combustible de lo más inflamable para alimentar las llamas del miedo. Esa es la fórmula que está detrás de una crisis migratoria con consecuencias comerciales que encuentra curiosamente sus momentos más álgidos, cuando el inquilino de la Casa Blanca se siente amenazado o necesita argumentos de campaña. Las caravanas encarnan la suma de todos los miedos de buena parte de los norteamericanos por lo que se ve como una invasión y son a la vez, una gran mentira de origen.

México y esas columnas de peregrinos han sido hasta ahora, el salvavidas de Trump cuando empieza a sentirse acorralado y como en política las cosas no tienen origen aleatorio, estamos obligados a reflexionar en quién o qué intereses están tripulando la miseria y desesperación de la gente (mayoría de mujeres y niños) que apuesta hasta su vida en una aventura para tratar de llegar hasta la frontera. Sin ir muy lejos: yo creo que la crisis se fue confeccionando desde la primera campaña de Trump y los artífices de ella pueden ser la CIA, como gente del círculo cercano de Trump, entre ellos Stephen Miller o alguien muy familiar en intrigas nefastas para la región como Elliot Abrams.

Las mentiras y el miedo son además de herramienta política una formúla de guerra irregular contra enemigos reales o ficticios y que en esta ocasión, no se encuentran afuera de los Estados Unidos, sino dentro en el proceso de la politica doméstica de la reelección de Trump. Los métodos son viejos e incluyen técnicas de infiltración en la sociedad, empleando mecanismos de operaciones psicológicas y promoviendo el caos, la desestabilización, la desesperación y el descontento. Así las caravanas pasaron de ser un invento a una realidad y el terreno donde se libra esa guerra tiene varias arenas.

No habia que trabajar mucho la desesperación de la gente. Desde las épocas de la United Fruit y el derrocamiento de Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954, América Central ha sido un hoyo negro de la política continental de los Estados Unidos.

Si bien las caravanas organizadas son por muchas razones algo nuevo, la migración de población de países de la región ha sido una constante a lo largo de los años. Esto se explica desde un punto de vista económico por el papel de las remesas y la dependencia de ellas y que en los países de América Central es muy superior a los porcentajes dentro del PIB que se registran en nuestro país. En el caso de México, las remesas representaron en el 2016 sólo el 2.6% del PIB, proporción muy inferior a la que se da en los países centroamericanos. En el mismo periodo, en Honduras y El Salvador las remesas representaron el 18.2% y 16.6% del PIB de esos países, lo que revela el alto nivel de dependencia que mantiene la estructura económica y productiva de esos países respecto a los recursos que genera la migración a los Estados Unidos. En Guatemala y Nicaragua las remesas representan el 10.3% y 9.4% del PIB respectivamente, cifra inferior a las anteriores, pero aún muy superior a la que prevalece en México.

No se trata de tapar el sol con un dedo porque la situación actual, provocada o no por agentes de Estados Unidos, pone en entredicho la política migratoria que tiene nuestro país y hace evidente el abandono de la frontera sur del país.

Con todo en contra, el canciller Marcelo Ebrard y el equipo negociador mexicano, enfrentarán mañana en una arena hostil uno de los retos más complicados a los que se haya enfrentado México en la relación bilateral. No son tan sólo las posibles repercusiones económicas que pueden impactar al país, sino el riesgo de avasallamiento del país en un sentido literal. El gobierno norteamericano tratará a toda costa de imponer fórmulas al gobierno de México para lidiar con una crisis fabricada a la medida.

Sin embargo, la pregunta sobre a quién o quiénes responsabilizar por una crisis que pasó de ser una falacia para convertirse en una realidad casi de la noche a la mañana, merece una respuesta.

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