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jueves, 26 de septiembre de 2019

Enfoque Global / Bolsonaro y el desprecio al planeta en peligro de extinción

José Luis Ortiz Santillán

Después de tres días de discusiones en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde los líderes de los 193 países miembros debaten sobre el calentamiento global, el desarrollo, la paz, la seguridad, el desarme nuclear, entre otros temas, en el marco de la Asamblea General, el voluntarismo y las buenas intenciones parecen ser la divisa, frente a los intereses particulares de muchos países que pretenden imponerse al multilateralismo que defienden los franceses.

Los debates iniciaron el lunes con la intervención de la a joven ambientalista sueca de 16 años, Greta Thunberg, quien reclamó a los líderes del planeta su inacción frente al deterioro de la vida en la Tierra. La opinión publica aún vibraba con las palabras de Thunberg, cuando el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, subió a la tribuna de la ONU para darle una bofetada a la comunidad internacional.

Los incendios en la Amazonas han movilizado la opinión pública internacional, conmocionando a millones de niños, jóvenes y adultos, al ver las imágenes de animales muertos y nativos desplazados. Pero al presidente Bolsonaro no le importa y afirmó en la ONU que “El Amazonas no pertenece al patrimonio de la humanidad” y dejó claro que lo que suceda ahí no es asunto de otros países, sino de Brasil.

Cinismo o arrogancia, el presidente brasileño ignoró lo que el mundo ha visto del desastre en la Amazonía. El presidente Bolsonaro desmintió que la Amazonía estuviera ardiendo, como lo han señalado los medios internacionales; pero no sólo pretendió ocultar la destrucción de tres cuartas partes de los pulmones del planeta, sino que afirmó que “Cualquier iniciativa para preservar la selva amazónica debe organizarse respetando plenamente la soberanía brasileña”.

Bolsonaro pretendió intimidar a la comunidad internacional con su enojo al dirigirse al planeta desde la tribuna de la ONU. Ignorando las imágenes de los incendios en la Amazonía que terminaban con la vida vegetal, destruían los hogares de comunidades y animales que viven ahí, terminando con sus vidas en muchos casos, acusando a los medios de atacar a su gobierno y a su país; el presidente dijo: “No podemos decir que la Amazonía pertenece al patrimonio de la humanidad; no podemos decir que este bosque es el pulmón del mundo…”, porque sólo pertenece a Brasil y, en su opinión, “en lugar de ayudarnos” muchos de los países “reproducen las mentiras difundidas en los medios” internacionales e insultan a su gobierno, asumiendo una actitud colonialista al atacar su soberanía, según él.

En un arrebato de prepotencia y desprecio a las etnias del Amazonas, el presidente brasileño dejó claro que no ampliará la protección de las tierras indígenas y cuestionó las verdaderas intenciones de los países que desean preservar los territorios indígenas; pues según él, la comunidad internacional trata de preservar las poblaciones de “hombres de las cavernas”, sin impulsar su desarrollo.

El presidente brasileño parece ignorar que en el planeta no sólo ha crecido la desigualdad social y la pérdida de la biodiversidad, la destrucción de bosques y selvas, hará que la desigualdad se convertirá en un peligro mayor para todos; debido a los problemas para la producción de alimentos, las migraciones por desertificación de las tierras o por inundaciones y desaparición de pequeñas islas o países insulares, que agravarán los movimientos migratorios.

Algunos datos tomados de los medios internacionales señalan que, entre principios de enero y el 19 de septiembre de este año, a pesar de una ligera disminución en los incendios desde principios de este mes, Brasil registró un aumento del 56% durante el mismo período del año pasado en el número de incendios forestales, de los cuales 47% correspondieron a la Amazonas; mientras que la deforestación en los bosques casi se ha duplicado desde que el Jair Bolsonaro llegó al poder en enero pasado, a razón de 110 campos de fútbol por hora, según los medios.

Por si fuera poco, el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado el miércoles en Mónaco, es alarmante. Este recopila el trabajo de más de cien científicos y describe un panorama alarmante sobre el impacto del calentamiento global sobre la biodiversidad, el aumento del nivel del mar, el deshielo de los polos y glaciares; lo cual indica que la biodiversidad marina está al borde del colapso.

Respecto a los océanos, el informe señala una degradación de los ecosistemas. Los científicos han dicho que hasta ahora los océanos han absorbido más del 90% del exceso de calor debido a actividades humanas, desempeñando su papel de aire acondicionado y esponja; pero la situación se está deteriorando y para el 2100, absorberá de 2 a 4 veces más calor que durante el período comprendido entre 1970 y 2019, si el aumento de la temperatura de la Tierra se limita a 2 grados centígrados; tasa que podría aumentar de 5 a 7 veces más si el calentamiento es más elevado; lo cual provoca que los océanos se calientes, se interrumpa la transferencia de oxígeno entre aguas cálidas y frías y, en consecuencia, afecta las corrientes marinas y la biomasa, de acuerdo al informe.

De este modo, la hecatombe mundial parece estar gestándose en la Tierra, gracias a la actividad humana y el desprecio de muchos de los líderes del planeta a la vida en la tierra. La clase política de los países solo ve oportunidades de negocios en la explotación de los recursos naturales y en el desarrollo de las manufacturas, su horizonte de vida no los deja ver que la destrucción de la biodiversidad hoy pondrá en predicamento la sobrevivencia de su descendencia y de la humanidad. Por ello, es preciso que los niños y jóvenes de hoy, que gobernarán el planeta en el futuro, tomen conciencia de los riesgos que encierra seguir destruyendo el planeta, sus bosques, selvas y océano.

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