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jueves, 14 de noviembre de 2019

Enfoque Global / Evo Morales: "Sólo habrá paz cuando haya justicia social"

José Luis Ortiz Santillán

Luego de haberse consumado el golpe de Estado en Bolivia el presidente Evo Morales ha llegado a México. El presidente, cuyo período debería terminar en enero de 2020, lo había advertido desde el viernes pasado, se estaba gestando un golpe cívico militar en su contra después de las elecciones presidenciales que había ganado y cuestionado la oposición, luego que la OEA, sin presentar los resultados de su auditoría electoral, señalara la conveniencia de anular las elecciones y convocar a una nueva contienda electoral.

Los enemigos de la democracia y del presidente Evo Morales en Bolivia, habían conjuntado todos los elementos para poner en marcha su maquiavélico plan, provocando un paro parcial de las fuerzas de la policía y luego, procediendo a secuestrar a los familiares de las personas cercanas a él, para obligarlas a renunciar bajo la amenaza de quemar sus propiedades. Pero lo peor, lo ha revelado abiertamente el presidente Evo Morales en México, las fuerzas de seguridad del ejército le habían informado que había un oficial, a cambio de 50 mil dólares, tenía la misión de detenerlo, o quizá, incluso, de asesinarlo.

De esta forma, la joven democracia latinoamericana recibía una estocada, después de décadas de dictaduras militares sangrientas y de un período de gobiernos democráticos electos en las urnas. Los golpes de Estado institucionales, parlamentarios y judiciales, que terminaros con los gobiernos del presidente José Manuel Zelaya en 2009, en Honduras; de Fernando Lugo en 2012, en Paraguay; de Dilma Rousseff en 2016, en Brasil, y llevaron a la cárcel a Lula, acusado de corrupción por los corruptos que se hicieron con el poder, han demostrado que la derecha fascista, que la oligarquía financiera y los intereses imperialistas de los Estados Unidos, están lejos de ceder frente al ímpetu democratizador de las masas.

Aun cuando se cuestione y niegue, se ha materializado un golpe de Estado cívico-político y policiaco contra el presidente constitucional de Bolivia. Se trata de un golpe a la democracia latinoamericana, acuñado en medio del odio racial y el desprecio a la mayoría de los indígenas bolivianos que constituyen más del 63% de la población. No podía ser una sorpresa, cuando el presidente Morales advirtió de los peligros que asechaban a su gobierno y del golpe de Estado en marcha, lo cual anunció al mundo: “Denuncio ante el mundo y pueblo boliviano que un oficial de la policía anunció públicamente que tiene instrucción de ejecutar una orden de aprehensión ilegal en contra de mi persona; asimismo, grupos violentos asaltaron mi domicilio. Los golpistas destruyen el Estado de Derecho”, precisó.

Por supuesto, la tragedia boliviana tiene las mismas raíces que la masacre de Pando en 2008, las fuerzas reaccionarias y racistas de la región llamada “Media Luna”: Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, las cuales siempre confrontaron al Presidente Evo Morales, desconocieron sus poderes y promovieron la secesión de esos departamentos, con la intensión de partir en dos a Bolivia.

De aquí que, como en el pasado, de ahí haya surgido el líder del movimiento cívico, Luis Fernando Camacho, que, repartiendo biblias ha alimentado el odio y el racismo contra los seguidores del presidente Morales y del Movimiento al Socialismo (MAS), junto con sus paramilitares, sembrando el terror entre los miembros del gabinete del presidente, los gobernadores, alcaldes, diputados y senadores, que bajo la presión de ver arder sus casas y perder a sus familias, decidieron renunciar a sus cargos, creando un vacío de poder a la medida de los fascistas, de Meza y Camacho.

El presidente Morales narró en el trascurso del domingo pasado los hechos que lo condujeron a renunciar su cargo. Sin duda, la información de inteligencia recibida y su conversación con la expresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, marcaron su salida para evitar una guerra civil; después la vicepresidenta electa argentina señaló a través de su cuenta de twitter: “En Bolivia, manifestaciones violentas sin ningún tipo de limitación por parte de las fuerzas policiales, incendian viviendas y secuestran personas mientras las Fuerzas Armadas le “sugieren” al presidente indígena y popular Evo Morales que renuncie.”, precisó

No tardó Evo Morales en anunciar que, “Después de escuchar a la COB, al Pacto de Unidad y distintos sectores del campo y la ciudad, hemos decidido solicitar a la Asamblea Legislativa, dentro del principio constitucional de coordinación, renovar la totalidad del TSE para convocar a nuevas elecciones nacionales.”; sin embargo, la oposición no quería nuevas elecciones, sino terminar con su gobierno y evitar su participación en las nuevas elecciones.

Pero el presidente de Bolivia dejó claro que durante su gobierno hizo de Bolivia un país próspero y dignificó la vida de millones de bolivianos pobres, marginados, la mayoría de ellos indígenas; 13 años que no equiparan a los 15 años en el gobierno de la Canciller Alemana, Angela Merkel, pero cuya continuidad en el gobierno no ha sido cuestionada; precisando que “Hemos estado en el Gobierno 13 años, nueve meses y 18 días gracias a la unidad y voluntad del pueblo Nos acusan de dictadura los que perdieron ante nosotros en tantas elecciones. Hoy Bolivia es una Patria libre, una Bolivia con inclusión, dignidad, soberanía y fortaleza económica.”, subrayó.

Precisó a su pueblo y la comunidad internacional que, “Quiero que sepa el pueblo boliviano, no tengo por qué escapar, que prueben si estoy robando algo. Si dicen que no hemos trabajado, vean los miles de obras construidas gracias al crecimiento económico. Los humildes, los pobres que amamos la Patria vamos a continuar con esta lucha.”, lo cual ratificó en su despedida el vicepresidente, el Dr. Álvaro García Linera, dejando claro las razones de su renuncia: “Renuncio para que Mesa y Camacho no sigan persiguiendo, secuestrando y maltratando a mis ministros, dirigentes sindicales y a sus familiares y para que no sigan perjudicando a comerciantes, gremiales, profesionales independientes y transportistas que tienen el derecho a trabajar.”, pero al final, para salvar a su pueblo y su vida, aceptó la oferta de asilo de México, dejando en Bolivia un vacío de poder y bajo la incertidumbre sobre ¿Quién gobernará?; no es difícil de saber quién, el camino fue despejado con la renuncia del presidenta de la Cámara de Diputados y Senadores, así como la primera viceprecienta, para dejar en manos de la segunda vicepresidente opositora del Benin, Jeanine Áñez la presidencia de facto de Bolivia, proclamada sin quorum y sólo con la presencia de Camacho y sus seguidores.

Pero, además, Evo dejó una lección para los gobiernos de izquierda latinoamericanos, pues ninguno puede estar a salvo, los días oscuros de los golpes del Estado, en sus diversas formas, están al asecho, sin importar los nobles ideales que muevan a quienes gobiernan; nuevos manuales para derrocar gobiernos democráticos, que ya no surgen de la Escuela de las Américas en Panamá, sino de las agencias estadunidenses que operan en México dentro de la Iniciativa Mérida, están en circulación.

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