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jueves, 30 de enero de 2020

La Hidra Digital / La marcha

Margarita Jiménez Urraca
margaritajimenez20@gmail.com
@MargaJimenez4

“La violencia nace en la cabeza, 
la paz en el corazón”
Adrián LeBarón

En silencio, como el dolor profundo manda, con dignidad y respeto a las víctimas, la Caravana por la Paz, la Justicia y la Verdad, salió de la paloma de la paz en Cuernavaca el jueves 23, encabezada por Julián y Adrián LeBarón y por el poeta Javier Sicilia, acompañados por víctimas de la violencia, como ellos. Llegaron a la CDMX el sábado 25. De la Estela de Luz salieron el domingo 26 rumbo al Zócalo, pero en el camino, un grupo de simpatizantes López Obradoristas se les adelantó pidiendo firmas para enjuiciar a los ex presidentes. Pasaron por las calles de Reforma, Av. Juárez y 5 de Mayo 40 minutos antes que la Marcha por la Paz gritando consignas y tachando a los periodistas que cubrían el evento de “chayoteros”, entre otras expresiones. A la llegada al Zócalo, el mismo grupo buscaba bronca y romper el cerco de paz, justicia y dignidad con injurias y empujones. No cayeron en provocaciones, los integrantes mostraron que la razón no es estridencia. La caminata fue acompañada por víctimas, poetas, mujeres, jóvenes, medios de comunicación, personas de la tercera edad y ciudadanía, todos con la solemnidad que esta expresión exigía.

Adrián LeBarón expresaría que espera que el Presidente de la República convoque a los mexicanos a unirse porque con provocaciones y la polarización que viven los mexicanos estamos expuestos a perder a manos de otros, la paz, la justicia y la verdad. Asimismo, Javier Sicilia le dirigió una carta al Presidente de la República cuyo texto da cuenta que lo que experimenta la sociedad actualmente son manifestaciones de un retroceso en el proceso civilizatorio y que la política de seguridad no es tal, que ya es tiempo de poner un alto a tanto dolor.

Al término de la concentración en el Zócalo y la entrega de la carta de Sicilia y los documentos con las demandas al Gabinete de Seguridad, con el que no se aceptó dialogar en vista del desaire presidencial a la marcha, quedó un sabor agridulce. En la Alameda y las calles aledañas muchos mexicanos seguían con su domingo. Nada los había perturbado.

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