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miércoles, 5 de febrero de 2020

En las Nubes / Comparte nuestra felicidad

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

Sí doña Bety a ti y a nuestros amigos comparto de la alegría que esta mañana nos llenó nuestro nieto el médico Jorge Alberto Ravelo Barba, desde Barcelona, España, luego de salir del hospital donde brinda sus conocimientos médicos, en beneficio del pueblo catalán. Vaya, español.

“Abuelo, acabo de anunciar a mis papás y ahora lo hago contigo, que voy a contraer matrimonio con mi novia de siempre, Mariana.

“En octubre próximo, durante nuestras vacaciones, estaremos en México, para la ceremonia, allá donde nacimos, crecimos, estudiamos, nos recibimos y país al que nos debemos. Y amamos”.

(En efecto, pero le faltó decir que no hubo oportunidad alguna de ingresar en la medicina social, pese a obtener la beca ofrecida por las autoridades oficiales –2015—porque la entregaron a un recomendado.

(Hubo de emigrar a Barcelona, España, para luchar por una beca y ejercer su profesión. Lo hizo y luego de grandes esfuerzos, la obtuvo.

(Logró, además de obtener un cargo en el hospital civil de mayor importancia en Cataluña, una beca alterna para especializarse en neumología y cirugía de vientre. Por eso está allá).

Luego de esta somera explicación. Pero necesaria, continuamos con las palabras del primogénito de nuestros hijos el abogado Jorge Alberto Ravelo Reyes y la arquitecta y pedagoga Martha Alicia Barba Fernández.

“No me olvido abuelo Carlos, lo que escribiste al hablar de mis papás y de mi hermana Ximena Guadalupe, y te pido las reiteres, porque en verdad, no han vivido en balde. Allá nos vemos. Un beso a los dos”.

Nosotros, simplemente, eufóricos, las damos a conocer.

 A ti te gustaron y te atreviste a decirme, Bety, no pongas ningún nombre. La oración del padre debe ser explícita y fecunda.

La compartimos con orgullo, porque ya sabemos quiénes son.

Dame, oh Señor, un hijo que sea lo bastante fuerte para saber cuándo es débil, y lo bastante valeroso para enfrentarse consigo mismo cuando sienta miedo.

Un hijo que sea orgulloso e inflexible en la derrota honrada, y humilde y magnánimo en la victoria.
Dame un hijo que nunca doble la espalda cuando deba erguir el pecho.

Un hijo que sepa conocerte a Ti… y conocerse a sí mismo, que es la piedra fundamental de todo conocimiento.

Condúcelo, te lo ruego, no por el camino cómodo y fácil, sino por el camino áspero, aguijoneado por las dificultades y los retos.

Allí déjale aprender a sostenerse firme en la tempestad y a sentir compasión por los que fallan.
Dame un hijo cuyo corazón sea claro, cuyos ideales sean altos.

Un hijo que se domine a sí mismo antes que pretenda dominar a los demás.

Un hijo que aprenda a reír, pero que también sepa llorar.

Un hijo que avance hacia el futuro, pero que nunca olvide el pasado.

Y después que le hayas dado todo eso, agrégale, te suplico, suficiente sentido del buen humor, de modo que pueda ser siempre serio, pero que no se tome a sí mismo demasiado en serio.

Que comprenda a sus hijos, a la madre de ellos. Y los deje, con su ayuda, seguir inhiestos su camino
Dale humildad para que pueda recordar siempre la sencillez de la verdadera grandeza, la imparcialidad de la verdadera sabiduría, la mansedumbre de la verdadera fuerza.

Entonces, sus padres, se atreverán a murmurar, como nosotros, Bety: No hemos vivido en vano.
Como hoy Jorge Alberto y Marta Alicia agregaríamos, ufanos.

craveloygalindo@gmail.com

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