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viernes, 12 de junio de 2020

Economía y Política / El leproso y su campanita

Miguel Ángel Ferrer

Indudablemente muy pronto ciencia y científicos obtendrán una vacuna para prevenir el Covid-19. Y también sin duda en breve tiempo la sociedad humana contará con un medicamento antiviral capaz de destruir al coronavirus. En el último siglo y medio ciencia y científicos ya han conseguido proezas semejantes.

A fines del siglo XVIII Edward Jenner descubrió-inventó la vacuna contra la viruela casi una centuria antes de que Luis Pasteur formulara la teoría microbiana de las enfermedades. “Matad a los gérmenes -decía Pasteur- y acabaréis con las enfermedades. Jenner venció a la viruela  sin saber que era producida por un microorganismo.

Y la manera más sencilla, eficaz y económica de matar a los gérmenes es el lavado de manos con agua y jabón. Pero existen otros medios. Los antibióticos, por ejemplo. Y entre éstos, desde luego, el más famoso de ellos: la penicilina, obra científica inconmensurable de Alexander Fleming.

Pero los antibióticos son antibacterianos, no antivirales. Sin embargo, ciencia y científicos han creado ya, a lo largo de los últimos  años diversos antivirales para tratar y curar distintas patologías. Es el caso del herpes y, señaladamente, del sida. Vacunas y antivirales son los dos caminos que conducen a Roma.

Hasta la aparición del sida, ciencia y científicos no habían puesto mucho empeño en la lucha contra los virus porque las vacunas resolvían plenamente el problema. Son los casos, entre muchos otros, de la viruela, el sarampión y la poliomielitis. Pero la emergencia sanitaria creada por el sida, y las dificultades para producir una vacuna obligaron a ciencia y científicos a empeñarse, con muy buenos resultados, en la producción de fármacos antivirales. Es el caso del herpes, el sida y la influenza H1N1.

En poco tiempo sabremos cuál remedio contra el covid-19 llega primero: vacuna o antiviral. Mientras tanto, contra la actual pandemia es necesario atenerse a los viejos y probados métodos para evitar el contagio: cuarentena, relativo distanciamiento físico, uso de cubrebocas, lavado frecuente de manos con agua y jabón y relativo, aceptable y voluntario aislamiento social.

El punto central es evitar el contagio. Como en las viejas historias e imágenes del leproso que va por calles y caminos con su campanilla para avisar de su presencia y así evitar que vecinos y transeúntes se le acerquen y puedan contagiarse.

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