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lunes, 29 de junio de 2020

Enfoque Global / Los intentos para acabar con las brigadas médicas cubanas no tendrán éxito

José Luis Ortiz Santillán

Mientras el Centro de Comercio Internacional (ITC) señala que más del 55% de las pequeñas y medianas empresas en el mundo han sido afectadas por la pandemia del COVID-19 y las pérdidas por la caída de las exportaciones de manufacturas podrían superar los 26 mil millones de dólares en 2020, debido a la ruptura de las cadenas de producción en China, Unión Europea y Estados Unidos, cuya demanda externa representa el 63% de las importaciones y el 64 % de las exportaciones; en tanto que el número de infectados por el COVID-19 en el planeta suma más de 10 millones 172 mil 430 y los decesos superan los 503 mil 853, las brigadas médicas de Cuba no dejan de llegar a los diversos países a donde han sido llamadas para enfrentar esta pandemia; pero también las criticas al gobierno cubano y las descalificaciones a sus médicos no han dejado de cesar.

Si hay algo que la derecha en el mundo no puede negar de la revolución cubana, son sus logros en la medicina, la educación y la seguridad social. Precisamente, gracias al exitoso sistema de salud y la organización de la sociedad, hoy cuba sólo tiene 2 mil 332 casos y lamenta la muerte de 86 personas. Este domingo pasado, el Ministerio de Salud Pública de Cuba reportaba solo 2 nuevos casos positivos de COVID-19 y precisaba que ese país había tomado ya 166 mil 335 muestras, de las cuales sólo 2 mil 332 resultaron positivas; por lo que, al 27 de junio pasado se encontraban hospitalizados para vigilancia clínica epidemiológica 98 pacientes y 84 se vigilaban en sus hogares; nada comparable con los 2 millones 631 mil infectados en los Estados Unidos y sus 129 mil muertos por la pandemia o los 57 mil 630 muertos en Brasil.

Pero a la par que se reportaban esas cifras, también se anunciaba de la llegada a Guinea Bissau, a Martinica y la isla de Anguila de una nueva Brigada médica “Henry Reeve” para luchar contra el COVID-19; con lo cual se contribuía al combate de la pandemia en 28 países con 34 brigadas. Sin embargo, mientras en el mundo los médicos cubanos se multiplican en la lucha contra el COVID-19, poniendo en riesgo sus vidas, como lo hicieron cientos de sus compatriotas en la lucha por la independencia de los países africanos y asiáticos en el pasado; mientras reciben agradecimientos por su trabajo en Italia, España, Andorra, Qatar o Kuwait; mientras se fortalecen los intercambios de experiencias en la lucha contra la pandemia entre médicos cubanos, chinos y rusos; mientras avanza el intercambio de Cuba y las Islas del Pacífico en torno a las experiencias para enfrentar el COVID-19, también avanza la contrarrevolución y las descalificaciones de la derecha reaccionaria en el mundo, intentando obstruir la solidaridad entre los pueblos.

No sólo se trata de las descalificaciones que los médicos cubanos han recibido en México por columnistas y algunos medios, sino de iniciativas parlamentarias en los Estados Unidos para poner fin a las brigadas médicas cubanas que enfrentaron el Ébola en Sierra Leona, Guinea y Liberia en 2014 y 2015. En México se les ha acusado de no estar calificados para ejercer sus funciones como médicos, de no tener certificación en una u otra especialidad; le les ha calificado a las brigadas médicas de ser un medio para reclutar adeptos a la revolución, para adoctrinar y formar células de revolucionarios, cualquier absurdo; de Bolivia, Brasil y Ecuador se les sacó como si fueran criminales y hoy los extrañan.

En los Estados Unidos, tres senadores acaban de presentar un proyecto de ley que pretende castigar a aquellos países que aceptan la colaboración médica cubana. Sin duda alguna, se trata de una nueva patraña para aislar a Cuba y evitar que el ejemplo de la revolución trascienda sus fronteras; de ahí que tal iniciativa no provenga de otros senadores que no sean los enemigos acérrimos de la revolución cubana: Marco Rubio, Ted Cruz y Rick Scott, descendientes de los cubanoamericanos que apoyaron la invasión de Playa Girón, los que orquestaron tantos y tantos sabotajes a la revolución, sus enemigos de siempre que se multiplican y se niegan a aceptar las trasformaciones irreversibles hechas por la mayoría de los cubanos en un país que no volverá ser su propiedad.

Después de tantas experiencias en el mundo, los críticos de Cuba no han entendido que las revoluciones no se pueden exportar, que surgen donde se dan las condiciones materiales para ello y que son irreversibles. Las brigadas medicas cubanas no van por el mundo segando vidas, ellas van salvando vidas o ayudando a sembrar vida, sus integrantes van a los lugares más recónditos de cada país donde ningún médico quiere ir a exponer su vida sin ganar nada.

De este modo, los Estados Unidos, que pese a su ocaso pretende seguir siendo el amo del mundo, ahora pretende agregar una iniciativa más al bloqueo y crear una nueva lista negra de países, no la de narco países, no la de países que financian el terrorismo, sino la lista de países que tienen contratos con el gobierno de Cuba para su programa de misiones médicas; tal iniciativa pretende que esos países sean considerados en los informes sobre la trata de personas.

Absurdo y miserable llamado de la derecha recalcitrante en los Estados Unidos. La misma agencia que en estos años ha financiado proyectos para infiltrar al gobierno mexicano y controlar la información, la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID), ha aportado más de 3 millones de dólares para poner fin a las brigadas médicas cubanas; lo cual es lamentable, pues como lo señaló en su momento Bill Hackwell, del Comité Internacional por la Paz, la Justicia y la Dignidad, las distorsiones e intentos de socavar las brigadas médicas cubanas no tendrán éxito; sobre todo, porque el profundo humanismo de la revolución cubana es infalible.

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