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martes, 3 de noviembre de 2020

Enfoque Global / Los peligros de la crisis para el modelo de democracia occidental


José Luis Ortiz Santillán

La pandemia del COVID-19 en el planeta no sólo está poniendo en evidencia la fragilidad de la humanidad sino poniendo en riesgo la democracia en algunos países y la supervivencia del multilateralismo en el contexto internacional, como el mejor medio para dirimir las diferencias entre las naciones.

Recientemente la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a la que pertenece México y dirigida por el mexicano Ángel Gurría, en una reunidos virtual efectuada el miércoles y jueves de esta semana con los ministros de finanzas de los 37 países miembros, se les exhortó a realizaran las acciones necesarias para salvar sus economías de la crisis económica actual, afectadas por la crisis sanitaria; conscientes de los peligros de las revueltas sociales que pueden producirse por la pérdida de empleos y reducción de los ingresos de millones de hogares.

El objetivo de la discusión de los ministros de finanzas de la OCDE, era “salvar el modelo democrático amenazado por la pandemia”. La reunión de ministros de finanzas de la OCDE, inicialmente programada para la primavera pasada y pospuesta con la pandemia, pretendía analizar los retos que tienen los países para enfrentar el impacto económico del COVID-19 y las medidas de contención para evitar el colapso de las economías nacionales, instrumentando medidas para impulsar su recuperación.

La reunión de ministros se efectuó en medio de la segunda oleada de la pandemia del COVID-19, la cual está poniendo a prueba los intentos de recuperación iniciados con el verano y las medidas adoptadas. Creada después de la Segunda Guerra Mundial para impulsar la reconstrucción de Europa, la OCDE, se ha convertido en un centro de reflexión sobre las mejores políticas a implementar y ahora está más que nunca en el centro del debate sobre el qué hacer para iniciar la reconstrucción de la economía mundial devastada por la guerra económica absurda del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y por la pandemia del nuevo coronavirus.

El secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, planteó en la reunión que, “es hora de actualizar y mejorar nuestro modelo de crecimiento… la democracia está en peligro; su rescate es el objetivo final y último… es nuestro deber hacer enormes esfuerzos para reformar…” el modelo de crecimiento económico; viendo la tragedia por la que atraviesa la humanidad y la necesidad de unir los esfuerzos de todos para enfrentar la crisis, parece el momento adecuado para dejar de lado la querellas, rescatar el libre comercio golpeado por el proteccionismo del presidente Trump y hacer del multilateralismo el escenario perfecto para concertar las políticas que impulsen el crecimiento y el comercio mundial de nuevo.

La ODCE prevé que la recesión mundial de este año supere el -4.5%, anunciado en septiembre pasado, cuando nadie había imaginado una segunda oleada de la pandemia con consecuencias catastróficas para todos. Lo cierto es que, ni las economías desarrolladas ni las emergentes, disponen de recursos ilimitados para inyectar a sus economías, reactivar el empleo y el crecimiento.

Precisamente, las críticas a las economías desarrolladas radican en que sus inversiones han sido limitadas y “han respondido miserablemente a esta crisis” y crece el temor por intentar reactivar un modelo de crecimiento económico que puede estar desahuciado, lo que podría convertirse en un agujero negro capaz de tragarse millones de dólares destinados a la recuperación económica sin lograr ningún resultado.

La crisis sanitaria y la crisis económica provocada, la destrucció0n de la riqueza, la perdida de millones de empleos y el empobrecimiento de millones de hogares, hacen crecer el temor porque, en el seno de un modelo de desarrollo obsoleto, las democracias de occidentales puedan caerán en el autoritarismo gubernamental; reviviendo las tragedias de la crisis de 1929 y el surgimiento del nazismo, de las dictaduras militares que le robaron el sueño a los pueblos de América Latina y cegó la vida de miles de jóvenes.

Lo cierto es que, la ruptura de la cooperación internacional en medio de la globalización, la vuelta al proteccionismo comercial y el resurgimiento de los conflictos nacionales, le ha restado capacidad de respuesta a la humanidad frente a la pandemia y a la crisis económica que ha provocado. Hoy no sólo existen enormes campamentos de refugiados en algunos países, sino que, los cinturones de mísera han crecido en todas las zonas urbanas de los países, creando una bomba de tiempo que asecha el momento para detonar, cuestionando la capacidad de respuesta del modelo democrático occidental; producto del crecimiento de la desigualdad que minan la seguridad social y excluye a los más débiles.

Precisamente, cuando es imprescindible unir esfuerzos, los Estados Unidos continúan echando leña a la hoguera. Bajo este contexto se está produciendo el relevo en la Organización Mundial del Comercio (OMC), donde todos los países miembros han acordado elegir al candidato nigeriano Ngozi Okonjo-Iweala como director general, pero los Estados Unidos se opone, al preferir e intentar imponer a la candidata surcoreana, Yoo Myung-Hee; lo cual deberá solucionarse el próximo 9 de noviembre, cuando se reúna el Consejo General de la organización e intente obtener el consenso de los 164 países miembros; sin embargo, esto muestra la necesidad de rediseñar no sólo el modelo de democracia occidental en el mundo, sino los organismos multilaterales, para evitar que un solo país quiera imponer su voluntad.

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