Arnulfo Valdivia Machuca
@arnulfovaldivia
A una hora de Ámsterdam se encuentra Oosterbeek. Ahí no hay mucho. Hay un cementerio militar, una iglesia medieval, un museo aéreo y un hotel. Lo más famoso es el hotel.
Hotel de Bilderberg se llama y no es particularmente lujoso. Las habitaciones son cómodas pero normales y te puedes hospedar por unos 90 dólares por noche.
Pero la gracia del hotel no es su presente sino su pasado. Fue ahí que un 29 de mayo de 1954 se reunieron el Príncipe Bernardo de Holanda y David Rockefeller a discutir el futuro de las relaciones de Europa con América del Norte. Y fue ahí que vio la luz el club más vilipendiado, criticado y cuestionado en la historia de las conspiraciones, desde los caballeros templarios: el Club de Bilderberg.
Quienes han escrito sobre el Club lo tachan de ser el espacio cumbre de dominación mundial. Los autores de la conspiración invariablemente afirman haber descubierto el proyecto opresor que, dicen, culminará en 2050 con el exterminio del 75% de la población mundial y la esclavización del 24% restante, para consolidar la supremacía del 1% auspiciado por Bilderberg. Si ese es el plan maestro, la verdad es que va bastante mal, a juzgar por el crecimiento poblacional global.
El Club de Bilderberg es en realidad una reunión anual de alrededor de 150 personas, que efectivamente manejan conjuntamente más del 90% de la riqueza mundial, ya sea por poseerla o por tener injerencia sobre ella, desde sus espacios de liderazgo público o privado.
En Bilderberg, como en su primo menor, el Foro de Davos, se discuten temas de actualidad y se prospecta el estado económico, político y social del mundo ¿Se conspira? Pues depende de lo que se entienda por conspiración.
Una conspiración es un acuerdo secreto contra algo o alguien. Bilderberg, se dice, acuerda en contra del resto del mundo: los megapoderosos contra nosotros.
Nunca he estado en Bilderberg, pero he estado varias veces en Davos y he hablado con integrantes de Bilderberg. Sé que la dinámica es muy similar: hay foros de discusión, cenas privadas, se construyen acuerdos y negocios. Son espacios de encuentro de altísimo nivel, donde también asisten activistas, filántropos y artistas, y nunca he detectado que sean en contra de algo o alguien. Supongo que incluso podrían hablar de derrocar gobiernos y coludirse con fines personalísimos, pero ahí sigue Irán sin derrocar y miles de negocios sin hacer.
Todo hecho es bautizado por quien lo juzga. Lo que afuera se llama conspiración, seguramente en Bilderberg se llama acuerdo estratégico. Pero Bilderberg, Davos y el Código Da Vinci atraen nuestra curiosidad, explotan nuestro morbo y el gusto natural por lo oculto y secreto. Por eso, mejor deja de fantasear y ponte a trabajar, para crear algo digno de que te inviten a Bilderberg. Es el consejo conspiracional de tu Sala de Consejo semanal.
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