Miguel Ángel Ferrer
El anuncio del diálogo de paz en México entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición es una señal inequívoca del fracaso de las criminales presiones de Estados Unidos para lograr un cambio de régimen en Venezuela.
Como en el caso de Cuba, en el mandato de Obama, Washington cambia de estrategia pero no de propósito. Éste sigue siendo derrotar a la revolución bolivariana y derrocar al presidente Maduro.
Pero fracasadas las agresiones económicas, a Estados Unidos no le quedan más opciones que ya las consideradas y desechadas: golpe de Estado o invasión militar directa.
Washington llama al diálogo en momentos de gran debilidad: la derrota y la retirada de tropas de Afganistán; la severa crisis del gobierno colombiano de Ivan Duque; los indicios del naufragio del enésimo intento por derrocar al sandinismo en Nicaragua.
Por otra parte también cuenta la experiencia del fracaso de las llamadas sanciones económicas para derrocar a los gobiernos de Corea del Norte, Cuba, Vietnam, Irán. Y debe recordarse que ese mismo expediente de las sanciones económicas tampoco ha rendido buenas cuentas en los casos de Rusia y China.
Internamente tampoco hay condiciones propicias para un cambio de régimen. Llamar oposición al grupo de cipayos al servicio de Washington encabezados por Juan Guaidó es un exceso absurdo. Éste sólo es un títere con toda la pinta de títere.
De qué sirve que cincuenta gobiernos imperialistas lo reconozcan como presidente si el pueblo venezolano sólo lo reconoce como una marioneta de EU. Comparado con Henrique Capriles, Leopoldo López o Henry Ruiz, líderes históricos de la contra venezolana, Juan Guaidó se ve todavía más insignificante.
Además es bastante claro que Nicolás Maduro no avanzará en el diálogo propuesto mientras no sean aflojadas las sanciones económicas impuestas por EU y sus socios de la Unión Europea.
¿Pensarán que el chavismo va a dialogar con las sanciones sobre su cabeza? Tanto en la retórica como en los hechos Joe Biden ha dado algunas muestras de sensatez. Y en el asunto venezolano lo sensato sería iniciar el diálogo sin el grillete de las sanciones.
El diálogo propuesto no es, obviamente, una idea de Guaidó. Es una decisión de Washington. Retirar las sanciones es un paso sencillo. Y mucho menos costoso en términos de prestigio que retirar sus tropas de Afganistán. Parece que Biden ya entendió que es hora de desandar los caminos que no llevan a ninguna parte.
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