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A lo largo de la historia económica hemos estudiado lo difícil que resulta la convivencia del estado con el mercado y viceversa. Repartir por igual el poder entre ambos ha sido prácticamente imposible. El dilema aún no resuelto por las ideologías económicas, de desarrollo y de estado ha estado en ubicar en su justa dimensión a ambas figuras. Con la caída de las economías estatistas al finalizar el siglo XX parecía que no había opción más que promover a las economías de libre mercado. No obstante, los últimos 30 años nos han enseñado que tampoco han sido estas economías tan eficientes en resolver las deficiencias de crecimiento global como se esperaba. La tarea sigue pendiente, es necesario seguir explorando nuevas formas de convivencia estado-mercado.
En el caso de México, nos ha sido difícil construir una relación equilibrada; hemos deambulado desde demasiado estado en los años 30´s hasta mucho mercado en los últimos 36 años. Lo peor ha sido que ni siquiera lo hicimos correctamente en especial, en esta última etapa. En nuestro país no se ha vivido un neoliberalismo aplicado correctamente, sino que, arrastrando la insana costumbre de entrelazar los intereses económicos con los políticos, resultó en el desmantelamiento del estado de sus facultades económicas, entregando la mayor parte de empresas públicas en procesos de privatización todas dudosas e igualmente se crearon instituciones que fueron capturadas por una sola visión ideológica. El llamado “capitalismo de cuates” quedo instalado se instaló, siendo pocos los grupos empresariales que se beneficiaron, de concesiones, licitaciones y autorizaciones del gobierno. Lo anterior provocó que a los ciudadanos se les ofrecieran malos servicios y caros; surgieron oligopólicos que hasta la fecha no se han logrado desmantelar y, vemos fortunas obscenas de unos cuantos con niveles de corrupción de escandalo. Se avanzó muy poco en la desregulación económica y la disciplina fiscal al mismo tiempo que creció la corrupción de una forma ingente.
Desde el punto de vista económico, el presidente Andrés Manuel López Obrador, se ha propuesto desmontar la relación casi mafiosa que ha venido existiendo entre oligarcas económicos y muchos otros grupos empresariales que han amasado impresionantes fortunas al amparo de venderle bienes y servicios al gobierno o recibir de éste prebendas y concesiones espaciales. El presidente ha logrado que todos comencemos a hacer lo que nos corresponde en el pago de impuestos sí bien queda pendiente disminuir los altos niveles de economía informal existentes. Naturalmente, ambos aspectos no han caído bien en los grupos que han dominado los negocios y las decisiones políticas en las últimas tres décadas. En este momento histórico nos jugamos el mantener el “neoliberalismo a la mexicana”, restablecer la estructura del estado o encaminarnos a una economía mixta basada en la ética y la moral que atienda las necesidades que cada estrato social tiene.
* Doctor en Desarrollo Económico y Doctor en Derecho. Profesor en la IBERO y la UP. Editorialista en El Economista. Ha colaborado en la presidencia de la República, Hacienda y el Banco de Mexico.
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