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sábado, 21 de agosto de 2021

Enfoque Global / Los talibanes a la reconquista y sumisión de un pueblo

José Luis Ortiz Santillán

Rusos y estadounidense han pretendido cambiar la historia de Afganistán por décadas sin conseguirlo. La llegada al poder de los talibanes en la década de 1990 estuvo acompañada de una política fundamentalista con la imposición de la ley Sharia en la sociedad afgana.

No se puede afirmar que los talibanes han ganado, como lo afirmó el presidente afgano Ashraf Ghani en su cuenta de Facebook antes de salir del país. Se trata de un retroceso de los países occidentales que decidieron replegarse y dejar a su suerte ese país, permitiendo el avance de los fundamentalistas, que en un mes lograron retomar todo el país gracias a la retirada de las tropas extranjeras.

Se trata de una reconquista talibán, la cual se produce veinte años después del envío de las tropas americanas que había provocado su caída. Pero qué hay detrás de ese movimiento islamista radical, el cual vuelve a la escena después de la Parente derrota de las fuerzas del Estado Islámico (ISIS). En principio, los talibanes son esencialmente combatientes pastunes, el principal grupo étnico de Afganistán que representa alrededor del 40% de la población, sin embargo, la composición étnica del movimiento se ha diversificado en los últimos años.

Los datos disponibles en la web señalan que, los primeros talibanes fueron los principales oponentes de las fuerzas de ocupación de la extinta Unión Soviética en la década de 1980; posteriormente, se unieron a ellos miles de jóvenes del campesinado y de entornos pobres, en la lucha contra las fuerzas del comandante Massoud en la década de 1990; pero en 1996, los talibanes recuperaron el control de la capital y comenzó un sexenio de su gobierno al frente del país.

Su doctrina se encuentra en la encrucijada de varias corrientes de pensamiento esencialmente salafistas. El objetivo fundamental es volver a islamizar la moral, la justicia y a las personas; ya en la década de 1980 millones de jóvenes afganos fueron educados en universidades coránicas fundadas por el partido islamista paquistaní en el sur del país; de ahí el nombre talibán, talebo, que designa a un estudiante de teología en pashto.

Según los reportes internacionales, en esas universidades se basan en la doctrina deobandi, que aboga por un regreso al islam tradicionalista. Además, hay elementos del wahabismo y la cultura pashtún, su código de honor, que valora, entre otras cosas, las represalias y la venganza en caso de delito. Además, los talibanes reclaman una aplicación rigurosa de la ley islámica en la vida diaria; esto implica en particular la sumisión total de la mujer, la prohibición de continuar los estudios en la escuela secundaria, trabajar o salir sin estar completamente velada y acompañada de un hombre; se trata pues de radicalismo y la violencia en la aplicación de la ley islámica; sin embargo, desgastaron la influencia del movimiento, tanto en el exterior como en el interior: los talibanes, por lo tanto, están tratando de instalar la idea de una evolución hacia una mayor moderación, la cual parece ser una treta para engañar al mundo occidental y perpetuarse en el poder.

Los principales dirigentes de los talibanes están dominados por Maulaui Hibatullah Akhundzada, un veterano de la guerra contra la Unión Soviética; él es el líder religioso, político y militar de los talibanes y sus seguidores; por lo cual, cuando se realice la transferencia del poder debería convertirse en el líder supremo del emirato afgano buscado por los talibanes, siguiendo la línea de los iraníes. Pero no está sólo, as su lado, hay tres lugartenientes, los mulás Mohamed Yaqoub y Abdul Ghani Baradar, cofundadores del movimiento, líderes religiosos y políticos de los talibanes; además de Djalâlouddine Haqqani, líder de la Red Haqqani, considerada una de las principales organización terrorista y brazo armado del movimiento.

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