Leopoldo Mendívil
PRESIDENTE DE MORENA
Así como causó escozor la simpatía de algunos senadores panistas al partido español VOX de extrema derecha, también en su momento lo causó saber que Andrés Manuel López Obrador se adscribió al Foro de Sao Paolo (FSP). Me refiero a esa organización pluripartidista y plurinacional surgida en 1990 como un espacio donde dirimir el camino de la izquierda latinoamericana ante la caída del Muro de Berlín y el predominio del neoliberalismo.
El FSP se compone por 120 partidos y movimientos de las más variadas tendencias, desde la extrema izquierda (troskistas y leninistas) hasta moderados (socialdemócratas). En su primera declaración, el FSP acordó “conquistar la soberanía económica y política, reafirmar conceptos y objetivos socialistas, anti-imperialistas y populares”, lo cual devendría en el llamado Socialismo del Siglo XXI y que cada partido aplicaría en su país de acuerdo con sus circunstancias.
Por su pluralismo, el FSP carece de una agenda política institucional. En lo general pugna por “una sociedad socialmente justa donde el ser humano y sus derechos estén en el centro de la vida”, así como “la solidaridad mutua para edificar una sociedad más humana y progresiva”. Ello implica la lucha contra los prejuicios de género, raza y preferencias sexuales, así como una cierta revisión de la historia. Hasta ahí todo suena bien.
Lo cierto es que algunos gobiernos de izquierda acertaron en disminuir la pobreza, como Evo Morales en Bolivia, pero otros tienen gestiones desastrosas, como Maduro en Venezuela o francamente represivas como Ortega en Nicaragua.
Por lo que hace a AMLO y MORENA, hay líneas del FSP que han cumplido al pie de la letra y otras no alcanzo encontrar.
Tuvieron claro –como lo propuso Gramci- que la mejor forma de hacer la revolución ya no era la vía armada, sino llegar al poder por la vía democrática y a partir de ahí “transformar de las instituciones, ideas y valores que predominan en la sociedad”. Qué le puedo decir al respecto, si López Obrador re-escribe nuestra historia, ataca las aspiraciones y desmantela las reformas que considera neoliberales.
En cuanto a la posición anti-imperialista, la 4T ha sido más cautelosa al ser México vecino de EUA y depender tanto del T-MEC; sin embargo, AMLO no tiene empacho en confrontarse con las empresas estadounidenses cuando se atraviesan en sus planes.
En cuanto a la solidaridad e integración, del FSP surgió la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Le pregunto, don Mario, ¿éste sería el organismo sustituto de la OEA que tanto disgusta a la 4T?
Por sus acciones, no veo al presidente como parte de la agenda del FSP sobre derechos de las minorías y de la equidad de género. Ahí se lo dejo como tarea pendiente, don Mario.
En lo que coincide AMLO con los presidentes socialistas es en sus rasgos carismáticos, el discurso popular-confrontacional, la personalización y concentración del poder. López Obrador representa bien ese populismo caracterizado por “un estilo de liderazgo basado en una la relación directa, personalista, paternalista entre líder y seguidor” (Freidenberg).
El momento más brillante para el Socialismo del Siglo XXI fue la primera década, cuando Hugo Chávez, Tabaré Vazquez, Evo Morales y Rafael Correa llegaron al poder en sus respectivas naciones por causas locales que facilitaron el viraje a la izquierda; lo mismo pasó en México. Pero hoy en día el panorama ha cambiado con la victoria de las derechas y las fuerzas liberales en la mayoría de los países de la región.
Esta es una alerta para MORENA.
¿Cuánto tiempo más y cómo podrá continuar con su proyecto?
Investigación: Upa Ruiz upa@delfos.com.mx
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Blog: leopoldomendivil.com
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