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lunes, 25 de octubre de 2021

Concatenaciones / Después del COVID la crisis

Fernando Irala

No se ha ido el Covid, probablemente tardará todavía mucho tiempo en desvanecerse, pero la crisis económica derivada de los trastornos que introdujo ya está aquí y sus efectos son evidentes.

En realidad, desde los primeros momentos todo el aparato productivo sufrió los embates por las medidas tomadas ante la epidemia.

Fuera de una élite muy reducida, dentro de la cual se cuentan las familias de grandes fortunas, pero también los empleados de la burocracia, los de grandes empresas y aquéllos que por su especialidad pudieron seguir trabajando desde casa y mantener su ingreso a salvo, el resto de la población sufrió de inmediato la angustia económica.

Tal fue el caso de pequeños empresarios cuyas actividades se declararon no indispensables, comerciantes, restauranteros y turisteros, transportistas, músicos, sólo por citar los primeros gremios que vienen a la mente.

Ahora, que aparentemente nos aproximamos a una nueva normalidad, la actividad se aproxima a lo que era antes de la pandemia, pero las cicatrices se notan en la economía.

Así, se ha incrementado la producción, pero en el caso de México, el crecimiento se ha estancado nuevamente cuando apenas alcanzaba las cifras de hace un trienio; el empleo también ha aumentado, pero igualmente no se recuperan ni los números anteriores ni los niveles salariales, pues los nuevos empleos no todos son permanentes y casi todos son mal pagados.

Otros males se advierten ya. La inflación, controlada en los últimos decenios, se ha vuelto a descontrolar; apenas va en el doble del porcentaje previsto, pero nadie atina a aplicar medidas efectivas de contención.

En el mundo hay un desbarajuste creciente. Ante la reactivación de la producción y el comercio internacional ahora hay escasez de insumos, básicamente los microchips, que son ya elementos indispensables en la fabricación de automóviles y de cualquier aparato; se han disparado los costos de fletes y suben sin parar los energéticos, el petróleo, el gas, la gasolina y la electricidad.

Todo ello generará aún mayores presiones inflacionarias y otros efectos de rebote. Y en todo ello, lo peor está por venir.

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