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lunes, 22 de noviembre de 2021

Enfoque Global / De la integración de América del Norte a la del continente

José Luis Ortiz Santillán

Cuando llegó al poder el presidente Donald Trump en los Estados Unidos con su promesa de campaña de poner fin al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), acabó la esperanza de construir una zona de libre comercio en América del Norte y avanzar en la profundización de la integración regional. Hoy de nuevo resurge la esperanza de avanzar en la integración de las economías de los Estados Unidos, Canadá y México, para crear un nuevo espacio de integración regional, capaz de hacer frente al bloque comercial de la Unión Europea y China.

Pasaron cinco años sin que los presidentes de los tres países pudieran reunirse, hasta que este jueves pasado en Washington, dos presidentes sexagenarios, un presidente demócrata en Estados Unidos y un liberal mexicano, se reunieron con el joven presidente de Canadá para discutir sobre el futuro de Norteamérica; en principio, para revisar los avances en el acuerdo comercial con aranceles que sustituyó al TLCAN, el cual está trabando la salida de la crisis provocada por la pandemia del COVID-19, afectando las cadenas de suministros.

El TLCAN, calificado por Donald Trump como un mal acuerdo para su país, había servido para eliminar las barreras arancelarias al comercio entre los Estados Unidos, Canadá y México, para liberar la libre circulación de mercancías y capitales entre los países, ahora el acuerdo comercial firmado en 2018 (TMEC), deberá ser revisado si se quiere avanzar en la integración de las tres economías de Norteamérica   celebrarán en la Casa Blanca la primera cumbre Norteamérica, cuyos presidentes dejaron de reunirse trilateralmente en 2016, producto de la llegada de Donald Trump, quien interrumpió esa práctica y acabó con el TLCAN.

El presidente demócrata de los Estados Unidos, Joe Biden, recibió de la manera más amigable en Washington al primer ministro canadiense Justin Trudeau y al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, lo cual dio oportunidad a reducir las tensiones entre los tres socios comerciales debido a la crisis de COVID-19; por lo que los debates se centraron sobre la gestión de la pandemia, las medidas para reactivar las cadenas de suministro y los problemas de la migración.

Lo relevante es que previo a este encuentro, las fronteras terrestres entre Canadá, Estados Unidos y México fueron reabiertas a principios de noviembre, luego de 19 meses de cierre total, facilitando los intercambios entre las tres naciones. Pero, lamentablemente, sin el TLCAN, las cadenas de suministro, especialmente entre México y Estados Unidos, están obstruidas por las nuevas reglamentaciones impuestas por el TMEC, lo cual amenaza el comercio entre los tres países, cuyo monto superaba los más de 1, 500 millones de dólares antes de la pandemia.

Ahora hay un nuevo ambiente y voluntad política de los demócratas para solucionar los temas comerciales y superar la crisis económica actual. Mientras el primer ministro Justin Trudeau abogó por la lucha contra el proteccionismo y las tentaciones de apartarse de sus vecinos, el presidente de México fue más lejos, propuso avanzar en la creación de una zona de libre comercio continental, similar a la que construyeron los europeos después de la segunda guerra mundial a partir de la asociación del carbón y del acero, la que luego dio pie a la creación del mercado común, a la Unión Económica y Monetaria Europea y posteriormente a la actual Unión Europea; pero para ello desentierra la vieja propuesta estadounidense enterrada en Mar del Plata, Argentina, en 2005, cuando en la IV Cumbre de las Américas fue propuesta la creación del “Área de Libre Comercio de las Américas” (ALCA), iniciativa propuesta en la I Cumbre de las Américas de 1994 en Miami; una

Hay mucho por hacer, pero hoy, sin duda, la integración regional del continente podría ayudar a estabilizar las economías nacionales, profundizar la democracia en los países y estabilizar los flujos migratorios, realizando inversiones millonarias en muchos países de Centroamérica y Suramérica, incorporando a muchas regiones de los diferentes países al desarrollo, construyendo la infraestructura necesaria para acercar las fuentes de materias primas a los mercados y éstos a millones de consumidores hasta hoy excluidos.

Lamentablemente, Joe Biden, Justin Trudeau y Andrés Manuel López Obrador llegaron tarde a la cita iniciada en 2008 en Salvador de Bahía para impulsar la integración regional. Hoy la propuesta del presidente López Obrador puede ser la salida de la crisis para muchos países en el Continente y la mejor alternativa de desarrollo, pero habrá que vencer la oposición de muchos países e intereses regionales para crear un espacio de integración regional en América, que beneficie a todos los países.

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