Por Leopoldo Mendívil
PRESIDENTE DE LA SCJN:
CIUDAD DE MÉXICO.- Me temo, señor ministro, que nuestro presidente incurre en el grave error de creer que la ciudadanía -que somos muchos y estamos regados por todo el país-, al criticarle sus actos, nos perdemos en la irrealidad y el equívoco y nos autodevaluamos.
Lo anterior parece caer en la situación que Aquilino Polaino -no bromeo, ministro, así se llama el autor de un estudio titulado En busca de la autoestima perdida-, expone en los siguientes renglones:
“La sociedad se ha vuelto demasiado acrítica respecto del significado inicial del concepto de autoestima, del que en buena parte es deudora la acepción actual, tal y como actualmente se emplea. El término autoestima tiene una larga historia y un breve pasado, ambos inscritos en el ámbito casi exclusivo de la psicología.
“… Nos encontramos ante un término un tanto ambiguo y complejo. La autoestima no es otra cosa que la estimación de sí mismo, el modo en que la persona se ama a sí misma. “Lógicamente, es natural que cada persona haya de estimarse a sí misma.., porque en cada persona hay centenares de cualidades y características positivas que son estimables. Pero para estimarlas objetivamente y con justicia es necesario conocerlas previamente. De hecho, si no se conocen es imposible que puedan ser estimadas. Por eso no todas las personas se estiman de la misma manera.
“Hay muchas personas que más bien se desestiman y eso porque no se conocen en modo suficiente. Algo parecido puede afirmarse respecto del modo en que son estimadas por los demás. De ahí que la autoestima, a pesar de ser un valor socialmente en alza, no sea en verdad apreciada -la mayoría de las veces- ni familiar ni institucionalmente.
“Conocerse no es lo mismo que estimarse. En realidad, para designar la acción de conocerse, la Psicología emplea otro término, el autoconcepto, que, aunque relacionado con la autoestima, debería diferenciarse de ella con claridad.
“La mayor parte de las veces, la percepción que las personas tienen de sí mismas suele estar equivocada o ser inexacta. Esto pone de manifiesto lo difícil que es el conocimiento personal, el conocerse a sí mismo con propiedad. En realidad, esta es probablemente la causa principal de que los problemas de autoestima se hayan multiplicado.
“William James, en su libro Los Principios de la Psicología, publicado por primera vez en 1890, ya hace mención de este término en el capítulo dedicado a la conciencia del yo. El autor hace allí consideraciones que todavía hoy resultan de mayor alcance, pertinencia y relevancia que algunas de las reseñadas en ciertas publicaciones recientes.
“James distingue, por ejemplo, entre tres tipos de autoestima, la material (vanidad personal, modestia, orgullo por la riqueza, temor a la pobreza, etc.), la social (orgullo social y familiar, vanagloria, afectación, humildad, vergüenza, etc.) y la espiritual (sentido de la superioridad moral o mental, pureza, sentido de inferioridad o de culpa, etc.).
“En su opinión, la autoestima es un sentimiento que depende por completo de lo que nos propongamos ser y hacer y que está determinado por la relación de nuestra realidad con nuestras supuestas potencialidades. De acuerdo con James, la autoestima puede expresarse según una fracción en cuyo denominador están nuestras pretensiones y en cuyo numerador, los éxitos alcanzados:
“Autoestima = Éxito y Pretensiones…”
Y como ya hasta abusé del espacio, para terminar le sugiero al presidente López Obrador buscar el texto del que le he entregado este trozo; que lo consiga y lo aplique. Con suerte y logra su objetivo de ser un gran presidente…
Investigación: Upa Ruiz upa@delfos.com.mx
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Blog: leopoldomendivil.com
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