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viernes, 31 de diciembre de 2021

Encerrados mentales

Arnulfo Valdivia Machuca
@arnulfovaldivia

Es el 3 de marzo de 2020. Planta automotriz, Aguascalientes, México: 9 mil 667 trabajadores, cero contagiados por COVID-19. Tortería “Sánchez”, Avenida Juárez, Ecatepec, México: tres trabajadores, 73 clientes contagiados tan sólo hoy. ¿Adivina cuál es la decisión del gobierno? Cerrar la planta automotriz y dejar abierta la tortería. ¿La lógica? En la planta hay muchos trabajadores y los carros no son esenciales, mientras que en la tortería hay pocos trabajadores y la comida es esencial. Todo en esta decisión es incorrecto.

Los hospitales están desbordados de enfermos, no hay respiradores suficientes ni turnos médicos que alcancen. La mortalidad está fuera de control. ¿Adivina cuál es la decisión del gobierno? Encierra a todos. ¿Las consecuencias? Una caída de 20% en la economía mundial y países llenos de gente desesperada que sale a la calle a sobrevivir, porque prefieren que los mate el virus a que los mate el hambre; a ellos o a sus hijos. Todo en esta elección es incorrecto.

Sean ustedes bienvenidos al mundo de las erróneas suposiciones reactivas; un mundo absurdamente contrapuesto al de las correctas decisiones informadas.

Es cierto que poco se sabía entonces sobre el COVID-19, pero una errónea suposición reactiva fue que pocos trabajadores contagiarían menos que muchos. No es así, mientras estén protegidos y monitoreados. Otra errónea suposición reactiva fue que el problema era de salud. No es así: es socioeconómico, con origen en la salud.

Una correcta decisión informada hubiera sido usar a los primeros países contagiados para entender qué actividades, lugares y personas presentaban el mayor riesgo de contagio y actuar sobre ello. Otra correcta decisión informada hubiera sido construir un modelo de confinamiento en el que los negocios bioseguramente responsables permanecieran abiertos y cerraran a los irresponsables.

Pero no se angustien. Con Ómicron no nos van a volver a encerrar del todo. No tanto porque los gobiernos hayan aprendido algo, sino porque es políticamente insostenible. Es decir, la razón sigue sin ser una correcta decisión informada; es un cálculo demagógico y otra errónea suposición reactiva, que es que la vacuna nos protegerá.

Tampoco pensemos que hubo gobiernos talentosos y otros desastrosos. Ninguno ha estado a la altura. Ofrecen a Nueva Zelanda como ejemplo positivo. No lo es. Cerrar una isla e identificar casos positivos entre 5 millones de personas para aislarlos, no tiene mayor gracia. No entremos a los ejemplos negativos porque no acabamos.

La humanidad posee las herramientas tecnológicas para construir un modelo de solución creativa a las consecuencias sociales de estos brotes. Por desgracia el verdadero virus son los gobiernos artesanales, esos sí, encerrados aún por el COVID-19, pero a nivel mental. Es la crítica visceral de tu Sala de Consejo semanal.

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