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miércoles, 26 de enero de 2022

Utopía / Seguridad pública, medios y autoridades



Eduardo Ibarra Aguirre

El daño mayor y más profundo que sufrió la nación a lo largo de 36 años del modelo del capitalismo salvaje, popularmente conocido como neoliberalismo, no es tanto ni principalmente la privatización de los bienes nacionales para los amigos, socios y compadres de presidentes, como la reducción al mínimo del papel Estado, sino la descomposición ética que la acompañó, la individualización a ultranza de la sociedad y la disolución de múltiples lazos comunitarios que la anudaban no sólo en el mundo indígena y rural sino en franjas anchas de lo urbano. En ello, el oligopolio mediático y sus magnates tienen una responsabilidad ineludible de la que todavía no rinden cuentas.

 Si algo representa tal descomposición es el dominio en zonas de la geografía nacional del crimen organizado y su secuela de asesinatos, adicciones y violencia aparentemente imparable. Y en lo que también los barones de la comunicación y la alienación social se distinguen como sus legitimadores con sus contenidos y programación de abierta justificación y promoción del modo de vida de la delincuencia organizada nacional y extranjera, trasnacional.

 En lo anterior es posible localizar una parte de las razones del rezago en materia de seguridad pública a tres años de iniciado el gobierno de la Cuarta Transformación. Pero también cuenta el hecho de que fue en esta materia en donde durante la campaña el candidato presidencial Andrés Manuel prometió mucho más de lo que como gobernante podía lograr en un plazo razonable. Nada extraordinario en 2018, pues hubo otro al que no le creyeron que encarcelaría en automático a Enrique Peña después de servirle durante tres años en forma incondicional con su Pacto por México, y por supuesto que fue derrotado en forma apabullante Ricardo Anaya.

A pesar de los pesares, los primeros 37 meses de la 4T hecha gobierno, arrojan que todos los delitos federales –financieros, fiscales, de delincuencia organizada, contra la salud, patrimoniales y relacionados con armas de fuego– cayeron 32.3%, al pasar de más de 9 000 en diciembre de 2018 a 6 000 en diciembre de 2021.

Y el mayor dolor de cabeza, la migraña para los tres niveles de gobierno, el homicidio doloso que no es delito federal y en el que no existe “cifra negra”, igual que en el robo de automóviles, es decir no reportada, consolidó su tendencia a la baja con un modesto 4%. En tanto que los feminicidios disminuyeron 7% en diciembre respecto al mismo mes de 2020, mientras la violencia familiar también mantiene una reducción constante en los últimos meses de 2021, con -17.3%. Veremos cómo reaccionan los grupos feministas que sobresalen por su antiobradorismo a la vez que eran aliados de Silvano Aureoles Conejo, el pillo perredista que endeudó y desgobernó a Michoacán.

 Cierto, el panorama es contradictorio, como todo en la vida, cuatro delitos del fuero común sufrieron incrementos, de acuerdo al reporte de Rosa Icela Rodríguez donde “necesitamos mejorar el trabajo”: la violación creció 28.1% al pasar de 16 544 delitos a 21 189; el robo a transeúnte se incrementó 9.3%, pues pasó de 68 144 delitos a 74 452; el robo en transporte público e individual subió 12.6%, de 27 784 a 31 290, y extorsión arrojó 12.3% más, de 8 380 a 9 407.

En el camino por recorrer la intervención directa e indirecta de la ciudadanía es vital para prevenir los ilícitos, aislar a los presuntos criminales y coadyuvar a su detención, como parte del fortalecimiento del muy dañado tejido social.

Acuse de recibo

Del doctor Víctor Ramos: “Estonian Air. Otra de las fechorías de la delincuencia neoliberal de cuello blanco internacional. La historia ocurrió en un pequeño país lejano, pero siguió el conocido ‘modelo de negocios’ que la delincuencia neoliberal replica cada vez que puede en cualquier parte del mundo. Lo cual puede ser muy aleccionador para México en otros sectores de la economía, el energético por ejemplo. En 1991, a resultas de la disolución de la URSS, el nuevo gobierno de Estonia se apropió de la flotilla que se encontraba en territorio estoniano en la sucursal en Tallin de Aeroflot, la compañía que operaba en la Unión Soviética. Con los aviones ‘confiscados’, el gobierno fundó en diciembre de ese año Estonian Air, una aerolínea con base en el aeropuerto de Tallin, la capital de la joven exrepública soviética. Estonian Air existió de 1991 a 2015.

En el momento de su cierre operaba 11 rutas de corto y medio alcance. En 1996 había sido parcialmente privatizada, primero a Maersk Air y después a Scandinavian Airlines. En 2010 el Estado tuvo que rescatarla por los malos manejos. Estonian Air se declaró en bancarrota en 2015, poco después de que la Comisión Europea fallara que el apoyo estatal recibido era ilegal. El modelo es el mismo: corrupción-privatización-rescate-quiebra- jugosas ganancias para la élite en el poder neoliberal”… Hace una década (27-I-12) se nos adelantó la solidaria colega y amiga Aurora Berdejo Arvizu.

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