En una demostración de independencia y de apego a la norma, la Suprema Corte de Justicia determinó por unanimidad la aprobación del amparo promovido por Alejandra Cuevas en contra de la prisión preventiva que durante casi dos años la mantuvo en prisión.
La señora Cuevas fue acusada por su ex cuñado, Alejandro Gertz Manero, de un delito que no existe en los códigos competentes y que fue forzado por la presión que desde el poder que detenta realizó el Fiscal General de la República.
Una pregunta flota en el ambiento político nacional después de que fue liberada la señora Alejandra Cuevas: ¿El Fiscal Gertz Manero está psicológicamente apto para desempeñar su cargo con toda probidad personal y con la capacidad jurídica que amerita la delicada misión que desempeña?
La capacidad de intriga de Alejandro Gertz Manero fue revelada por el ex asesor jurídico de la presidencia Julio Scherer Ibarra en la carta que publicó en PROCESO.
¿Y qué pasaría si, en un momento de total desquiciamiento el Fiscal decide, por sus pistolas, aplicar al presidente López Obrador esa capacidad de intriga?
Ese es un escenario verdaderamente peligroso y delicado, aun en su sola posibilidad, para la mayor institución de nuestro país como es la Presidencia de la República.
Sin que se hayan dado por incuestionables todos los asertos de la denuncia de Scherer en contra de Gertz, lo cierto es que así haya sido cierta uno sola de las denuncias que el ex asesor jurídico dice que son falsas, es una peligrosa señal de que la sensatez y la imparcialidad, por lo que se ve, no son unos de los atributos que caracterizan a un personaje en cuyas manos está nada menos que el poder que significa ser Fiscal General de la República.
Después del ridículo jurídico en que la Corte hizo quedar a Gertz, el país no puede seguir teniendo como su fiscal a un personaje que tuerce la ley, que intriga desde el poder que tiene y que está de verdad convertido en un peligro para México por la conducta torcida que ha evidenciado, con todos los males que ella trae consigo, no solo para el primer mandatario, sino para cualquier ciudadano al que Gertz Manero considere, por cualquier motivo, su enemigo o su agresor.
El asunto obliga a que en el caso de la Fiscalía de la República se inicie un proceso para que tenga equilibrios institucionales que le impidan actuar a su peligrosos contentillo.
De otra suerte, nuevamente, que Dios nos coja confesados!
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