Una vez más, como desde hace veintiséis años, se aplica en México el horario de verano, la insana práctica de adelantar el reloj y trastocar malamente nuestra vida durante los siguientes siete meses; después volveremos a atrasar la hora, sólo para reanudar el ciclo al año siguiente.
Se dijo entonces, se ha dicho siempre, que el sistemita de mover las horas fue un compromiso no escrito del Tratado de Libre Comercio; el TLC ya ni existe, pero sus efectos perversos continúan.
El común de la gente nunca ahorró en su recibo de luz, pero las empresas proveedoras de energía eléctrica sí.
Lo que cualquier persona en lo individual obtuvo fue el trastorno permanente de sus ciclos de sueño y vigilia, sin ningún provecho y con evidentes desventajas y complicaciones.
El castigo prometía ser eterno, pero el remedio probablemente llegue desde el mismo lugar en que se originó.
En Washington, el Congreso norteamericano tiene en proceso una ley para ya no cambiar más de horario a partir de este año, con lo cual el llamado horario de verano se quedaría como el horario permanente.
Para un país nórdico aprovechar la luz del día es fundamental, por lo que la medida tiene sentido, ya que lo lesivo para el organismo humano son las repetidas variaciones.
Por lo pronto el Senado del vecino país aprobó por unanimidad el proyecto, y se espera que de igual manera lo avalen en la Cámara Baja.
Como en México no nos mandamos solos, luego de más de un cuarto de siglo en la tozudez por sostener una medida absurda en un clima tropical, ahora incluso desde Palacio se habla ya de la posibilidad de echar para abajo la desafortunada práctica.
En México, cabe la posibilidad de cancelar el horario de verano, una vez que a finales de octubre llegue a su fin el actual periodo, o cabría la opción de hacer como los norteamericanos, quedarnos permanentemente en ese horario.
Lo importante, decíamos, es no estar alterando nuestros relojes y nuestras vidas dos veces cada año.
En breve, sabremos la decisión final en Estados Unidos, y a partir de ahí, nuestro destino estará claro. Por fin.
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