LIC. JESÚS RAMÍREZ,
VOCERO PRESIDENCIAL:
+No he fracasado.
Tengo mil soluciones que no funcionan.
Thomas Alva Edison
Cómo me gustaría que el presidente la misma energía para conducir al país que la usada para generar confrontaciones y distractores sobre lo que no funciona, ni siquiera adecuadamente, en la 4ª Transformación.
El distractor de la semana pasada fue la petición presidencial de adelantar el dictamen de la Ley de la Industria Eléctrica. El susto llegó hasta nuestro vecino; prueba de ello es que ayer el senador John Kerry se reunió nuevamente con AMLO, junto con 20 empresarios estadounidenses del sector energético. Al momento de escribir estas líneas se desconoce el resultado de la comida amistosa. Para mí que salieron chispas.
El distractor de esta semana es la pretensión presidencial de reformar la ley electoral para recortar gastos. El alto costo de las elecciones es la consecuencia de que los partidos hayan complicado la ley a lo largo del tiempo. Entonces, primero habría que reducir los candados que la ley impone y atenerse a que volvamos a los fraudes, porque lo cierto es que actualmente éstos se cometen ANTES de la casilla y a manos de los propios partidos que no tienen interés en jugar limpio. La gente lo sabe.
Para ninguna de las reformas tiene MORENA la mayoría necesaria. Así que…
Para mí que la estrategia de distractores ya se gastó. López Obrador podrá pasar a la historia como el presidente más querido y el más… inepto. La dureza de nuestra realidad doblega la narrativa presidencial y así lo demuestra la encuesta de GEA (31 marzo). Los todavía positivos reconocen sus “buenas intenciones” (29%), pero ya una mayoría reprueba su gestión (51%).
A decir de los encuestados, “el país va por el rumbo equivocado” (56%), particularmente en el combate al crimen organizado, el cual “ha crecido y se ha vuelto más violento durante la actual administración” (56%). Esta opinión no es un invento de los adversarios; es la población que ha atestiguado 90 masacres en lo que va del año y el propio presidente genera disonancia en el electorado, al reiterar su lema de “abrazos, no balazos”; tal afirmación lleva a dos posibilidades: la Guardia Nacional no es necesaria o no sirve para nada.
Incluso la argumentación presidencial de “atacar las causas de la inseguridad” ha dejado de convencer a la población; en tan solo seis meses, la idea de que esta estrategia “genera más violencia” ha pasado de 32% a 56%.
Aun con las alegres cifras sobre la recuperación que se repiten en las mañaneras, 44% considera que “México se encuentra en una crisis económica y 55% piensa que la causa son las decisiones del gobierno”. Y peor que se va a poner, pues la subvención a las gasolinas está dejando un boquete en las finanzas públicas que no se compensa con el ingreso por exportaciones de petróleo y BANXICO anunció ayer que la inflación cederá hasta 2024.
Dos aspectos neurálgicos: “Por primera vez, el porcentaje que considera que el presidente no ha realizado acciones par evitar realmente la corrupción (48%), sobrepasó a los que creen que sí lo ha hecho (42%)”; de hecho, la Casa Gris es vista como un acto de corrupción (64%). Así pues y en el último trimestre, “el porcentaje de mexicanos que no le creen nada a AMLO, pasó de 20 a 29%”.
Ese oscuro panorama explicaría la urgencia de inaugurar un AIFA inacabado y seguir inventando distractores. El problema es que el público ya conoce el truco.
Quien era “La esperanza de México” se está convirtiendo en la sombra de sí mismo. Eso no es deseable, ni benéfico para el país.
Investigación: Upa Ruiz upa@delfos.com.mx
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