CARLOS RAMOS PADILLA
Se comprueba que el ser popular y famoso no es requisito
para ser gobernante y con resultados. Si los partidos políticos se equivocan al
proponer como candidato a payasos, cantantes, cómicos y actores, más equivocada
está la sociedad en confiar en ellos y votar a su favor. Ahí tenemos el caso de
Cuauhtémoc Blanco que si como jugador de fútbol no lució por su clase y finura
mucho menos en el gobierno de Morelos. Entrar a esa Entidad es llegar a un
terreno fangoso. La inseguridad es bandera de bienvenida y no solamente por los
atracos, secuestros y extorsiones que sufre la población sino porque los grupos
delincuenciales han dado pruebas públicas de los nexos y contubernio que
existen con el propio Blanco. Advertencias, amenazas, recaditos, fotografías y
hasta narcomantas aparecen en calles, avenidas y puentes acusando que si el
gobernador no cumple con los acuerdos negociados las consecuencias serán
nefastas. A estos en propios presidentes del país y la secretaria Rosa Icela
han mantenido un cómplice alejamiento y una extraña impunidad al no abrir
carpetas de investigación como ya ocurrió con la fiscalía especializada en
delitos contra la corrupción de Morelos presentó ante el Congreso local una
solicitud de juicio de procedencia contra Blanco por los presuntos delitos de
falsificación de documentos, enriquecimiento ilicito y fraude procesal. No
extraña entonces porque el exjugador se encuentra entre los gobernadores
reprobados por su baja gestión. Pero ello no debe quedar en meras estadísticas.
La acción de investigación debe continuar y ejecutar sanciones de probarse
ilícitos. La población y el sector empresarial están al límite de la tolerancia
mientras el presidente habla todas las mañanas de un combate a la corrupción
que no llega a ciertos escalones por la cobarde sumisión y pactada
incondicionalidad como la que presume el expateador de pelotas.
*Conductor del programa VaEnSerio mexiquensetv canal 34.2
izzi 135
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