Miguel Ángel Ferrer
Hasta estos momentos todo parece indicar que el presidente Biden subestimó gravemente la fuerza del “gran enemigo del este”, como decía Hitler refiriéndose a la Unión Soviética. La catarata de sanciones no han podido doblegar a Rusia. Y, más aún, tales sanciones sólo han logrado poner en crisis a las economías europeas y a muchas otras alrededor del planeta.
Además y, sin proponérselo, Biden ha puesto en jaque la teoría y la práctica globalizadoras, según las cuales el mundo era y debía ser una única entidad absolutamente interconectada. Y merced a la aplicación de las sanciones esa unidad ha sido dinamitada. Lo mismo en lo económico que en lo comercial y lo financiero.
Tampoco han servido de mucho los envíos estadounidenses de armas a Ucrania. Y la prueba está en que gran parte del país continúa ocupado por el ejército ruso. Y no se ven visos de una pronta retirada.
Internacionalmente Biden tampoco ha tenido buena fortuna. Son mayoría las naciones que se han negado a sumarse a los propósitos anti rusos de Washington y de la OTAN. Unos de plano se niegan, mientras otros simplemente se hacen los remolones para no comprometerse de modo abierto.
Qué más puede hacer Biden. Sólo más de lo mismo. Y, como lo prueba la experiencia, las mismas acciones sólo pueden conducir a los mismos resultados.
Por lo que toca al frente interno las cosas tampoco le pintan muy bien a Biden. Su desaforada y exitosa campaña mediática contra Rusia y contra Putin amenaza con volverse contra él mismo, pues la intoxicada sociedad estadounidense mira a Biden como un blandengue incapaz de poner un alto a la potencia euroasiática.
Y ahí viene de nuevo Donald Trump, quien aparte de echar a Biden de la Casa Blanca, no podrá hacer mucho más, salvo iniciar un proceso de paz que saque a Estados Unidos del pantano en que lo metió la ineptitud de Biden.
Claramente Biden no quiere la paz. Pero Trump no desea la guerra. Y menos una guerra desgastante sin perspectiva ni posibilidades de victoria.
¿Cuánto tiempo más podrá Biden aguantar la presente situación? Debe hacer algo distinto de aquí a la próxima elección presidencial. Y mucho antes si pretende ser de nuevo candidato.
Biden ya agotó sus cartas. Negociar la paz es la única opción que le queda, aunque ello implique dar a Rusia las garantías de seguridad que demanda Moscú, lo que a muchos sonará a una nueva derrota de Estados Unidos. Pero es que no puede sonar a otra cosa.
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