José Luis Ortiz Santillán
Una nueva luz de paz se ha
encendido en Colombia este domingo. El exguerrillero del M-19, Gustavo Petro,
fue elegido el 19 de junio como presidente de Colombia y este domingo 7 de
agosto ha asumido la presidencia de su país y se convirtió en el primer presidente
de izquierda en la historia moderna de Colombia. Con apenas 62 años, Petro se
comprometió frente a una multitud de colombianos en Bogotá hacer renacer a
Colombia después de años de violencia; para lo cual tiene cuatro años y el
apoyo de una mayoría de izquierda en el Congreso.
Con Petro, después del
presidente Juan Manuel Santos, premio nobel de la paz, vuelve a surgir la
esperanza de la pacificación total en Colombia; después de cuatro años de
gobierno Iván Duque (2018-2022), quien alimentó el odio y la división de los
colombianos. Ahora, Colombia se suma al bloque de países latinoamericanos que
están giro a la izquierda, como en la primera década de este siglo, esperando
que Lula llegue al poder en Brasil, para comenzar a reescribir una historia nueva
del subcontinente.
Le queda mucho trabajo por
hacer a Gustavo Petro, pero en principio, se ha dirigido a los grupos armados
que aún operan en Colombia y les hizo una nueva propuesta para firmar un
tratado de paz definitivo; planteando que, “hacemos un llamado… a todos los
grupos armados a relegar las armas a las nebulosas del pasado. Aceptar
beneficios legales a cambio de la paz, a cambio del cese definitivo de la
violencia”, señaló el nuevo presidente de Colombia.
Pese a los acuerdos de paz
con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) de 2016, algunos
frentes no aceptaron la pacificación y juntito con el Ejercito de liberación
Nacional de Colombia, el movimiento armado más antiguo de ese país; por lo
cual, Petro tiene mucho trabajo por hacer ahora, además de luchar contra el
crimen organizado que controla el narcotráfico; pues Colombia es el mayor
productor mundial de cocaína y los Estados Unidos su principal mercado, lo que
implicará abrir una puerta de dialogo y redefinir las relaciones entre ambos
países para enfrentar este enorme problema.
De aquí que sea válida la
propuesta del presidente colombiano de convocar una convención internacional
para hacer un frente común a las drogas en el mundo; lo que implica considerar
seriamente lo que señaló Petro, al plantear que, “La guerra contra las drogas
ha fortalecido a las mafias y debilitado a los Estados”, en una guerra no
declarada contra el crimen organizado, el cual he penetrado las estructuras de
los gobiernos.
Petro no sólo deberá tener
el apoyo del Congreso para echar a andar sus reformas, necesitará recursos
económicos para ponerlas en marcha y seguir alimentando las esperanzas de
millones de colombianos. Encontrar los recursos financieros paras sus planes,
para sus proyectos, implicará aumentar impuestos a los más ricos de su país,
mejorar su recaudación y gravar las bebidas carbonatadas; así lo ha planteado.
Todo ello, en medio de una economía con una inflación de 10.2%, una tasa de
desempleo de 11.7% y un nivel de pobreza de más del 39% de la población.
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