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lunes, 3 de octubre de 2022

Concatenaciones / Sólo faltan dos

 


Fernando Irala


En menos de dos años, el primer día de octubre del ya cercano 2024, este país podrá aspirar a ser otro.

Y es que merced a una reforma legal adoptada hace varios años, pero que sólo a partir de ese momento se aplicará, el nuevo Presidente de la República tomará posesión en esa fecha, y no el 1 de diciembre, como ha ocurrido por décadas.

Así pues, al actual régimen le quedan escasos dos años, que pueden ser un lapso muy corto o parecer interminables, según el punto de vista desde el que se aprecie.

 Para la 4T y sus corifeos, el cambio que pretenden rebasa los estrechos límites del calendario, y aspiran a conservar el poder por lo menos el siguiente sexenio.

Pero ha sido tal el grado de destrucción que, pese a una engañosa popularidad comprada en gran parte con el manejo propagandístico de las ayudas sociales, cada vez más sectores tienen agravios y deudas para cobrarle a sus gobernantes.

Así ocurre en la salud pública, donde el desamparo abarca desde la falta de vacunas en la primera infancia hasta la desatención de padecimientos graves en la población adulta, sin olvidar el desastre aún no del todo dimensionado del manejo de la pandemia del covid.

Lo mismo pasa en la educación, donde no basta con hacer parecer que todo mundo tiene un lugar en el aula, si a cambio se da el deterioro catastrófico en el aprendizaje y la comprensión, y ya ni hablemos de los niveles de excelencia, hoy irremisiblemente perdidos.

En materia de inseguridad, la violencia y la criminalidad crece sin control y los nexos de gobernantes y capos son exhibidos día con día, mientras frente a la acumulación de cadáveres sin precedente en un siglo, se quiere vender el absurdo de que las cifras van a la baja.

En diversas calificaciones internacionales nuestro país desciende lugares año con año, y ante nuestros socios comerciales en el T-MEC pasamos de las burlas de Chico Che a la inminente derrota por sus demandas.

Faltan aún dos años, y desde luego puede maquinarse aún mucha destrucción. Tal vez la más notable es la pretensión de derribar al INE como institución autónoma y confiable para la realización de elecciones.

Pero el declive del sexenio ha comenzado inexorablemente. Que por el bien de todos, nos sea leve. Y que termine pronto la pesadilla.

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