Desde hace unos cinco años Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Monreal han protagonizado un duelo en que cada uno ha mostrado sus cualidades, talentos, ambiciones, recursos y también sus limitaciones, que en los últimos meses ha incrementado su intensidad cuando estamos literalmente a un año de que se conozcan quienes contenderán por la Presidencia de la República en las elecciones federales de 2024.

Actualmente vemos un capítulo más de esta lucha de estrategas políticos con la ofensiva lanzada contra el coordinador de los senadores de Morena usando como ariete a la impresentable Layda Sansores, gobernadora de Campeche, quien comenzó con Alejandro Moreno, dirigente nacional del PRI, su labor de desprestigio presentando grabaciones producto de un espionaje telefónico absolutamente ilegal.

Hay que recordar que Monreal ocupa la posición de líder de la fracción de Morena en el Senado como parte de un acuerdo para dar en 2018 a Claudia Sheinbaum, entonces la favorita de AMLO, la candidatura a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México que también buscaba el ex gobernador de Zacatecas.

El asunto es que el senador Monreal no ha ocultado su intención de ser candidato presidencial y construyó un discurso con el que buscaba influir en las reglas de la postulación del candidato presidencial de Morena y al mismo tiempo construirse una ruta de salida de ese partido en caso de ser necesario.

Desde julio del año pasado, López Obrador dio comienzo a una adelantada carrera por la sucesión presidencial al destapar a sus corcholatas entre las que incluyó hasta a los improbables Juan Ramón de la Fuente, embajador en la ONU; Esteban Moctezuma, embajador en EU; Rocío Nahle, secretaria de Energía, y Tatiana Claothier ahora ex secretaria de Economía, pero no consideró entre estos posibles candidatos a Ricardo Monreal, el líder del Senado que ya había expresado públicamente sus aspiraciones.

Desdén presidencial que no pasó desapercibido a la clase política y la opinión pública que ponía literalmente fuera de la competencia por la sucesión presidencial en Morena, pues a pesar del discurso de independencia y juego democrático, es sabido por todos que el candidato presidencial del partido en el poder será decisión única de López Obrador y que el supuesto método de encuesta para definir la postulación sólo será una simulación.

Sin embargo, Monreal fue construyendo un discurso en el que puso en el centro del llamado a la dirigencia de Morena a abrir la competencia por lo que ha propuesto para definir candidato desde que el INE organice la encuesta correspondiente, una consulta popular o una convención nacional de delegados de su partido.

El argumento usado en distintos foros por el líder del Senado ha sido que sigue los  valores y “principios democráticos” que durante su trayectoria Andrés Manuel López Obrador ha abanderado y que fueron los cimientos de la creación del Movimiento de Regeneración Nacional.

Utilizando un estilo conciliador en sus declaraciones pero que en los hechos confronta directamente las intenciones del Presidente de definir personalmente quién será su sucesor (hoy tal parece que se decantará entre su pupila Claudia Sheinbaum y su compadre Adán Augusto López, secretario de Gobernación) y que en momentos ha llegado a poner en aprietos a El Peje.

Las expectativas en torno a la figura del senador Zacatecano creció a grado tal que la alianza opositora Va por México (PRI-PAN-PRD) midió lo que llamó el “factor Monreal” y el resultado fue que en el caso de una ruptura podría generar que Morena llegara a perder unos cinco puntos de su voto duro, lo que significa que no llegaría con una mayoría franca para las elecciones federales de 2024 donde se define la Presidencia y la integración de las cámaras de Diputados y Senadores.

En los primeros minutos del último round de esta pelea AMLO-Monreal, el senador logró colocarse como víctima de una campaña de desprestigio que atribuyó a Claudia Sheinbaum, lo que lo ubica y genera la percepción de que es un personaje relevante y con posibilidades de competir por la candidatura presidencial por lo que debe ser sacado de la carrera.

Al resultar infructuoso este esfuerzo, al parecer desde Palacio Nacional, le soltaron la correa a Layda Sansores, quien en sus Martes del Jaguar lo mismo olvida el sentido del ridículo con bailes grotescos, alaba a niveles tan arrastrados a AMLO que da pena ajena, que suelta impunemente acusaciones que basa en espionaje ilegal y presunta manipulación y truqueo de audios y conversaciones de Whatsapp.

Y es que al parecer la intención era provocar que Monreal acelerara su salida de Morena envuelto en acusaciones de traición por supuestos tratos con el PRI de Alito Moreno, pero de nueva cuenta el senador morenista reviró impecable al, además de presentar una obvia y merecida demanda contra Layda Sansores, declarar que no se irá de Morena “por la puerta trasera” y que solo se mantenía con la Cuarta Transformación por “el respeto y aprecio” que le tiene a López Obrador.

Un revés impecable y educado que contrasta con la vulgaridad de la gobernadora de Campeche y que pone el balón de nuevo dentro de la cancha del Presidente de la República a quien le complica una nueva ofensiva en su contra.

El desenlace de esta confrontación puede ser la salida de Monreal de Morena para lanzarse como candidato opositor a la Presidencia de la República, aunque habría que ver si por Va por México o Movimiento Ciudadano o como abanderado de una amplia alianza opositor (porque todas las barajas priistas, panistas y perredistas dejan mucho que desear, excepto Mauricio Vila gobernador de Yucatán).

Aunque también podría repetirse la historia de 2018 y López Obrador opte por ofrecerle una salida digna a Monreal como la de ser el candidato a la Jefatura de Gobierno de la CDMX (dejando en el camino a Omar García Harfuch y Martí Batres) lo que le daría al zacatecano una plataforma para seguir buscando la Presidencia ahora en 2030.

Así están las cosas, habrá que esperar a que cada uno de estos dos habilidosos hombres revise sus estrategias, haga sus cálculos y defina si esta lucha termina en acuerdo o ruptura. Veremos.

Twitter: @nesojeda