Heriberto M. Galindo
Quiñones
En mi opinión las grandes Marchas
del domingo fueron una victoria indiscutible de la ciudadanía. Las personas en
su sano juicio no podrán ignorar, menospreciar, minimizar o dejar de valorar el
peso y el significado de las Marchas llevadas a cabo en casi todo el país,
mismas que tuvieron la presencia de cientos de miles de compatriotas, en
defensa de la democracia, del sistema electoral vigente y del INE, lo que
significó un triunfo de la ciudadanía frente a la intención del presidente de
la República de reformar la Constitución en lo referente a la materia política
y electoral que, si se aprobara afectaría negativamente al INE, al Tribunal
Electoral, a sus instancias locales y regionales y a los partidos políticos
minoritarios, pues plantea la reducción de los legisladores de representación
proporcional y los regidores de cabildos municipales; asuntos que son de la
mayor importancia, porque se reducirían la presencia de las minorías y los
recursos públicos para entidades de interés público como son los partidos
políticos.
Para quienes estamos inmersos en
la política y en el quehacer público, y para la sociedad civil y política en
general, estos asuntos son de mucha relevancia, pues al final de cuentas se
trata de la previsión y de la defensa de algo de vital importancia para México,
como lo es la vigencia del sistema electoral que, -con más virtudes que
defectos-, ha sido garante de los grandes avances democráticos y de la
estabilidad política de nuestro país.
Las expresiones suscitadas en las
principales ciudades del país, nos dejaron sendas lecciones sobre las que es
necesario reflexionar:
1.-Fuimos una enorme cantidad de
personas las que nos manifestamos de forma espontánea, voluntaria y pacifica
por una causa civil y política muy específica, lo cual evidencia que un
segmento importante y sensible de la sociedad no está de acuerdo con dicha
iniciativa de reforma, y ello también significó un despertar cívico y político
que podrá ir incrementándose de cara al 2024.
2.-Habida cuenta de lo anterior,
con todo respeto lo digo, lo más pertinente y conveniente para todos los
involucrados, incluidos el presidente de la República y los dirigentes de los
partidos políticos, es que se desistan de su intención, que sea retirada la
iniciativa y que se cancele la discusión, pues de no suspenderla el debate
podrá alcanzar niveles delicados y quizá peligrosos en el ámbito de la
ofensiva, nefasta y dañina confrontación que se viene generando.
La suspensión de la iniciativa
hablaría muy bien de un primer mandatario que escucha, reflexiona y rectifica;
y de su partido y sus aliados.
3.-El presidente Andrés Manuel
López Obrador no cesa en sus ataques verbales a sus oponentes, y en el caso de
las manifestaciones celebradas los ha enderezado hacia los organizadores y a
algunos de los asistentes.
Habría que preguntar:
¿Dónde quedó la trascendental
recomendación del gran pensador, ideólogo y operador político comunista
italiano, Antonio Gramsci, cuando proclamaba “buenas maneras hasta con los
adversarios”?
Por eso y por mucho más el discurso
de José Woldenberg fue y es una pieza de excelencia.
4.-A la legislación electoral que
nos rige, le hacen falta reformas y adecuaciones, como una nueva reglamentación
de las campañas y precampañas, la propaganda, los recursos, las exposiciones
públicas de las y los candidatos a puestos de elección, y otros temas no menos
importantes.
Habrá que pensar, también, en
elecciones primarias y en la cada vez más necesaria segunda vuelta electoral,
pero hacerlo o intentarlo ahora es, por decir lo menos, inoportuno, por estar
en vísperas de las próximas elecciones federales, y más aún no es conveniente
porque la propuesta presidencial incluye reducir Consejeros, presupuestos,
personal y oficinas; y sugiere que la autoridad electoral dependa, otra vez,
del gobierno federal como sucedía antaño, lo que echaría por tierra la
evolución democrática lograda al paso de los años con base en proclamas y en
luchas ciudadanas y políticas notables.
Pero algo peor es que se pretenda
que las y los Consejeros sean electos mediante el sufragio universal, es decir
en elecciones.
5.-Preparemos una gran reforma
política electoral sí, pero promovámosla y realicémosla en un tiempo mejor,
oportuno, pertinente y viable, como producto de la participación ciudadana
amplia e incluyente de las distintas corrientes de pensamiento y no únicamente
como iniciativa de un solo hombre; por ejemplo hagámoslo a principios del
próximo sexenio,(2025) para que entre en vigor en la elección intermedia, pero
que antes, se abran espacios suficientes para que existan diálogos, debates y
discusiones de altura que enriquezcan y generen una gran iniciativa de reforma
política y electoral. Así lo hizo el principal promotor de la primera gran
reforma política mexicana, don Jesús Reyes Heroles, con la venia del presidente
José López Portillo.
Publicar un comentario