Por Luis Repper Jaramillo
Monta, escenifica López Obrador recaptura de Ovidio
Dice el refrán
popular “el miedo no anda en burro”, en referencia a una persona que
pretende “salvar su pellejo” y recula cuando se envalentonó y presumió de
poder, pero al detectar la realidad y su insignificante poderío, por miedo a
ser exhibido, ridiculizado y humillado, “humildemente” se asume responsable o
que la “virgen le habla”.
El 9 de enero de
2023 los mandatarios de Estados Unidos, Joe Biden, el Primer Ministro de
Canadá, Justin Trudeau y el insignificante merodeador de Palacio Nacional,
Andrés Manuel López Obrador (anfitrión) realizarán en la CDMX la Cumbre de
Líderes de América del Norte, bajo los temas: diversidad, equidad e inclusión,
medio ambiente; competitividad con el resto del mundo, migración y desarrollo;
salud y seguridad común,
El último asunto, seguridad común, pretendió eludirlo
Andrés Manuel, pues saldría mal librado por tantos capítulos perversos en que
está involucrado, ha sumido al país, el descontrol que tiene sobre la
delincuencia organizada, su amasiato
con los Guzmán Loera/López, el Cartel de Sinaloa. La ilegal, infame colusión,
omisión y contubernio al liberar motu proprio (violando Constitución,
Separación de Podres, Ley Judicial local y federal, Código militar, etc.) al
capo Ovidio Guzmán López, el 17 de octubre de 2019, ya sometido por las fuerzas
armadas (Ejército, Marina, Guardia Nacional, policía estatal) en su casa de
Culiacán, Sinaloa, sin haber presentado al narco ante el Ministerio Público
Federal, para el proceso legal por trasiego de drogas, asesinatos, delincuencia
organizada y otros, para su proceso de extradición a Estados Unidos que lo
reclamaba.
Historia ya
conocida, López a través de una llamada por celular a Alfonso Durazo Montaño,
entonces Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana Federal, ordenó suspender el operativo y liberar incondicionalmente
al delincuente sin argumento legal y jurídico.
Ipso facto, Durazo
acató la orden para que Ovidio saliera de su casa y huir ante el asombro de
todo México y el mundo, pues la captura se transmitió en vivo a través de las
redes sociales, ante el estupor, incredulidad e ira de cibernautas, que no
daban crédito a la irracional actuación del tabasqueño.
Por supuesto la
administración estadounidense se llamó engañada, traicionada, ignorada, pues
con antelación y petición diplomático/judicial solicitó al Gobierno de la
Transformación de 4ª, a la Fiscalía General de la República y la Cancillería,
la detención, con fines de extradición a Estados Unidos, de Ovidio para someterlo
a proceso judicial y eventual cadena perpetua (como a su papá, el Chapo
Guzmán), por los delitos mencionados.
Esta actitud de
López Obrador fue calificada por los líderes mundiales democráticos, como un
atentado a las relaciones diplomáticas, atentado a la seguridad nacional y
corrupción de un mandatario por la protección, “cuidados”, lealtad, colusión
con el crimen organizado.
Luego del 17 de
octubre de 2019, la banda de los Guzmán Loera/López (Cartel de Sinaloa) y demás
organizaciones de asesinos, sicarios, gavilleros, gatilleros, secuestradores,
terroristas, violadores, etc. bajo “los
cuidados” de López Obrador, siguieron delinquiendo más agresivos, con el
manto protector de la T4a, Morena, Andrés Manuel, Rosa Icela Rodríguez, Luis
Crescencio Sandoval, Alejandro Gertz Manero, Claudia Sheinbaum, Omar García
Harfush, Martí Batres Guadarrama, Mario Delgado, Alfonso Durazo, Rafael Ojeda
Durán, Rodríguez Bucio, Audomaro Martínez Zapata, gobernadores morenistas,
Gabinete de Seguridad Nacional, etc. quienes dan manga ancha para que los “cuidados de López” no sólo controlen
territorios, plazas, Estados, regiones, sino cogobiernen México con la anuencia del inquilino de Palacio
Nacional.
Pasaron 4 años y
Ovidio no sólo siguió con sus fechorías, sino expandió su poderío. Trafica más drogas: cocaína,
fentanilo, crack, mariguana. Armas, secuestros, trata de blancas, etc. Controla
nuevas plazas en fratricida guerra contra sus similares, Jalisco Nueva
Generación, Santa Rosa de Lima, Familia Michoacana, del Golfo, Los Zetas, de
Juárez, Arellano Félix, Unión Tepito, de Tláhuac, Guerreros Unidos, entre
otros.
Han sido 4 años en
que el gobierno Biden reclama la extradición del hijo del Chapo Guzmán, ante la
indiferencia, oídos sordos, desatención, ignorancia a los causes diplomáticos y
el “valemadrismo” de López Obrador.
Sin embargo, a 120
horas (9 de enero) del encuentro tripartita del T-MEC (México, Estados Unidos,
Canadá) de la Cumbre de Líderes de América del Norte, causalmente López Obrador ordenó al General Secretario de la Defensa
Nacional, Luis Crescencio Sandoval, implementar un operativo de captura a
Ovidio Guzmán López y “casualmente” lo ubican, van sobre él y lo detienen, ¡¡Qué causalidad!!
Sometido, lo suben
a un avión de la FAM, lo trasladan a la CDMX, sigilosamente lo esconden en
mazmorras del Campo Militar Número 1 del Ejército Mexicano, que no es
Ministerio Público Federal (por los delitos cometidos). La Defensa Nacional no
tiene jurisdicción judicial, por lo que viola del Debido Proceso y el Derecho
Humano (aun siendo delincuente) del presunto acusado.
Andrés Manuel cree
o presume que la administración Biden, es una extensión de la T4a y que las
violaciones a nuestras leyes, las aceptará. Pero… se equivoca, el gobierno
norteamericano no olvida y le recordaría a López el 17 de octubre de 2019, que
traicionó la relación México/EE UU y
el tratado de extradición que obligaba a la FGR, la Cancillería y Palacio
Nacional, enviar en calidad de detenido al delincuente Guzmán López.
Tratando de evitar
ser acusado por Biden, Trudeau y demás líderes mundiales de cómplice, omiso,
corrupto, simulador, tramposo, protector de Ovidio Guzmán (pero es verdad) montó un show mediático a través de la
televisión, redes sociales, radiodifusión, de la captura, como queriendo, por
miedo y sumisión, ante un verdadero presidente, ¡no cómo tú! demostrar que “capturó al malo” (acción pactada)
para ponerlo a disposición de la justicia norteamericana, ahora sí, respetando
el proceso de extradición que 4 años
atrás traicionó.
El hecho –no le
demos vueltas- es que López Obrador quiere quedar bien con Biden y Trudeau, no
por justicia o buena vecindad, sino por sumisión
y miedo, presumiendo mediáticamente la recaptura del Jefe del Cartel de
Sinaloa, amigo, protegido, “cuidado”, nieto de Consuelo Loera a quien
frecuentemente le rinde pleitesía, hasta la misma residencia de la señora en
Badiraguato, Sinaloa, fuera de agenda oficial, en escapadas sigilosas para no
ser sorprendido por periodistas, fotógrafos, paparazis, enemigos de la AMLO y
la T4a.
Pero sus hechos y
acciones son tramposas, no más que sus viperinas palabras cuando se refiere al
narco. Por ejemplo, cuando la primera captura de Ovidio, trató de justificar su
perversa acción. Escupió el 26 de mayo de 2022, “yo ordené detener el operativo de captura y liberación de Ovidio
Guzmán, porque lo más importante es la vida”. Lo que no dijo fue cual vida,
¿la de Ovidio o de la ciudadanía en el culiacanazo?
O cuando expresó
en un Monologo de su Soberbia “nosotros
cuidamos a las Bandas (delincuentes) porque también son humanos” … Otras más, “perdón y olvido: amnistía a los delincuentes”
Quizá una de las
más perversas, indignante, inmoral, vil, se dio al inicio del fallido sexenio,
cuando en la Sierra Alta de Guerrero, campesinos, jornaleros, gente humilde,
niños, mujeres y ancianos esperaron por más de 8 horas el paso de López que
realizaba un paseo de trabajo. La gente interrumpió el traslado del convoy
(camionetas blindadas, último modelo, de más de un millón de pesos cada una).
Sin bajar del vehículo, desde la ventanilla, cómodamente sentado, escuchó los
reclamos y petición de los desamparados: “señor, estamos hartos, tenemos miedo,
los delincuentes nos queman nuestro sembradío, violan a nuestras mujeres,
secuestran a nuestros jóvenes para habilitarlos como sicarios o burreros. Roban
nuestras cosechas, golpean a ancianos, padres de familia y ninguna autoridad
del Estado nos ayuda.
¡Por favor
ayúdenos!, suplicaron. Mande al Ejército para que detengan o maten a los
narcotraficantes. Como única respuesta, el indolente, cobarde, cómplice del
mal, López Obrador respondió “no puedo
hacer eso. El Ejército no está hecho para combatir delincuentes. Ellos,
(asesinos y sicarios) son humanos y tienen derechos, Yo, respeto los derechos
humanos de los delincuentes”
El patán, dejó con
la boca abierta, ira y coraje a los desesperados guerrerenses. Ordenó a su
obeso chofer acelerar, subió la ventanilla, y sin el mínimo sentido de
solidaridad y respeto a “primero los pobres” se alejó, no sin despedirlo con
mentadas de madre, silbidos peyorativos y rencor contra quien pudo socorrerlos,
pero los ignoró.
Ese es el amor,
fidelidad, lealtad, sumisión, amasiato, concubinato que profesa Andrés Manuel
López Obrador a todo lo que apeste a delincuencia organizada.
Como dice la conseja
popular “el miedo no anda en burro” Andrés, el tipejo de Palacio Nacional
quiere “salvar su pellejo”, hincándose, empinándose ante Biden y Trudeau.
*Colaborador de
los Grupos Editoriales Digitales radioexpresionmexico.com,
mexiconuevaera.com, pausa.mx, revistapeninsular.com.mx, aldeadigital.mx
Publicar un comentario