Último Momento

sábado, 4 de marzo de 2023

Las cartas que escribe la gente a un presidente y la quimera del oro




Por Germán Muñoz


 Desde niño, siempre amé la Historia. Veo en sus registros un espejo que refleja en

buena parte el presente y por eso tengo una compulsiva afición por escarbar en documentos
viejos, relatos y perfiles de personajes, además de coleccionar libros, documentos y objetos
asociados con acontecimientos a los cuales concedo alguna importancia. Tengo también una
pequeña colección hemerográfica y algunos documentos recientes, como los que guardé
después de mi trabajo en la secretaria particular del presidente de México Carlos Salinas de
Gortari.


Fueron años de trabajo fascinante, primero en la Unidad de Audiencias antes de
convertirme en coordinador y maestro de ceremonias de los eventos presidenciales en la
residencia oficial de Los Pinos. Mi oficina en Palacio Nacional no podía ser mejor ubicada:
estaba justo en el segundo piso del Patio de Honor donde está la puerta Mariana, custodiada
por la guardia presidencial y por la que sólo puede transitar el presidente y algunos
acompañantes distinguidos, como mandatarios en visita oficial. Alrededor del Patio de Honor
está el despacho presidencial, el salón de Embajadores, el salón Morado y la biblioteca
presidencial, entre otros recintos y por supuesto, el famoso elevador de estilo Art Noveau, que
opera perfectamente. A pesar de ser una reliquia con más de 100 años de servicio, conserva
su funcionalidad. Hace muy poco, el payaso que habita hoy en Palacio mostraba orondo al
presidente de los Estados Unidos el famoso ascensor. Todo el conjunto, es una ventana
formidable al pasado que alcanza hasta el siglo XVI.


Mi trabajo en la Unidad de Audiencias, consistía sobre todo en leer un sinnúmero de
cartas dirigidas al Presidente Salinas por parte no sólo de la ciudadanía, sino de todo aquel a
quien se le pudiera ocurrir escribirle. Esas cartas eran un mosaico increíble que bien podría
envidiar una obra como la que consiguió Balzac en su ¨Comedia Humana¨. La correspondencia
de por sí fascinante, retrataba la realidad del país a través de la mirada de miles y miles de
personas en ejercicio de su derecho de petición y audiencia. Las misivas en su mayoría,
denunciaban injusticias.

Otras pedían la intervención del Presidente como último recurso para
solucionar problemas, como los derivados de las inconsistencias del reparto agrario en todo el
país. También había cartas con contenidos descabellados, como el de unos chihuahuenses
que proponían al presidente Salinas una sociedad para dedicar dinero público a la búsqueda
de un tesoro escondido en la zona de Batopilas, Chihuahua. El cebo de los autores de la
oferta, consistía en recompensar al presidente con la mitad de lo que se hallara.
Ese caso resuena mucho en mí porque tiempo después estuve desempleado por un
largo periodo. Rico en ocio, me dediqué junto con mi amigo Juan Fritz a rentar equipos
detectores de metales para buscar tesoros enterrados, primero el de un tio de Juan que había
sido espía al servicio del Reich en Tampico. Su historia está envuelta en el misterio, ya que
estando un día cenando en su casa con la familia, recibió la visita de un recién llegado de
Alemania. Luego de conversar unos minutos con el extraño visitante, regresó a la mesa donde
estaba cenando. Cuando terminó, dió las buenas noches a su familia y se fue a su despacho,
tan sólo para darse 5 minutos más tarde un sonoro tiro en la sien. El famoso tío se dedicaba en
apariencia a ayudar al trasiego de cargas sospechosas que llegaban al puerto a bordo de
submarinos alemanes. Juan y yo fuímos a buscar el famoso tesoro que imaginamos como una
montaña de lingotes de oro en la casa del tío, sólo para acabar destrozando toda la tubería de
esa casa en el abandono sin que tuviéramos ningún resultado.


A esa aventura siguió la de hacer hoyos en un laboratorio que el papá de Juan tenía en
una colonia del norte de la ciudad de México. El laboratorio abandonado tenía la misma
atmósfera creada por la luz verdosa del set cinematográfico de La Forma del Agua de
Guillermo del Toro. Enmedio de matraces, tubos de ensayo, morteros y otros objetos, Juan y
yo horadamos todos los lugares posibles en busca de al menos algunas monedas, sólo para
sumar otro fracaso.


En otra ocasión, fuímos a probar suerte a una vieja casona en Ocotlán donde Juan
había comprado una cremería. Después de escuchar al detector activarse en los altos de la
vieja casona que ocultaba supuestamente un tesoro -los lugareños decían que ahí
espantaban, señal inequívoca de un enterramiento-, nos pusimos a dar mandarriazos a la
menor señal acústica contra muros y piso, sólo para precipitamos repentinamente al vacío al
desplomarse con nosotros toda la planta. De milagro los muros laterales no colapsaron. Con
apenas algunos rasguños salimos de ahí empanizados de yeso y con las manos vacías.
Correspondencia de un filibustero contemporáneo.


La siempre codiciada Baja California.
El caso de aquella invitacion al presidente Salinas para participar de una fortuna
escondida en algún escondrijo remoto en el norte del país, no fue la única que ví. Había un
cúmulo de otras, igualmente marcadas por la codicia y hasta con insolencia, apurando al
presidente a hacer negocios con impresentables personajes. Ese tipo de correspondencia no
se ceñía únicamente a nacionales mexicanos. Había varias de extranjeros estancados en el
siglo XIX -sobre todo gringos- quienes hacían los más disparatados planteamientos.

Algunas de esas cartas de aventureros y supuestos inversionistas, retratan una visión
que fue la misma que nos llevó a la desgracia de padecer el acoso y la pérdida de territorios en
el siglo XIX. México ha sido visto muchas veces como un botín. Es el caso de la misiva de un
fulano de nombre Larry E. West, al parecer con socios chinos de una empresa Loh-Pan, quien
sin recato alguno, ofreció al presidente Salinas comprar la Baja California.


Las Californias siempre han sido el objetivo de aventureros, piratas y cazafortunas y los
intentos de despojo siguen vigentes. De los intentos más notables destaca el de la Expedición
Filibustera de un sinverguenza de nombre William Walker, quien -con el apoyo del gobierno
gringo, para variar- intentó formar según él, la República de California en noviembre de 1853.
Su fracaso fue casi inmediato y todavía intentó la proclamación de la Repúbica de Sonora. En
1855 otro miserable llamado Napoleón Zerman intentó algo parecido al desembarcar en La
Paz, donde fue hecho prisionero por el gobernador José María Blancarte.


El caso de Zerman es penoso, porque demuestra cómo a veces nosotros mismos nos
echamos alacranes en la espalda. La historia es la siguiente: durante los últimos meses de la
Revolución de Ayutla, Juan Alvarez junto con Ignacio Comonfort buscaron lo que no
encontraban tan granado en el país: oficiales para dirigir sus tropas y así fueron a dar en San
Francisco, con un aventurero francés quien es el personaje de este relato. Sin ninguna
autoridad para hacerlo pero apremiados por la necesidad, Alvarez y Comonfort contrataron a
Zerman para que llevara un cargamento de abastecimientos de guerra de San Francisco a
Acapulco, base de operaciones del cacique guerrerense. Acto seguido le otorgaron amplios
poderes que más tarde usó Zerman para hacer un bloqueo de los puertos que se habían
declarado leales a Santa Ana.

El acicate de la codicia llevó a Zerman a La Paz con la creencia
de que podría sustraer esos territorios del dominio mexicano. Por fortuna no fue el caso. Lo
curioso es que más tarde, al ser preso, fue llevado a la Ciudad de México y enmedio de los
sobresaltos políticos de la época, logró ser absuelto de todos los cargos que se le habían
imputado dos años más tarde. El moscardón que compartía el nombre con el Gran Corso, no
sólo burló la justicia mexicana, sino que en 1862, se propuso ante Maximiliano como
candidato a dirigir una policía política del Imperio…


Con este breve relato sólo quiero poner en solución de contraste una mentalidad cuyo
fondo sigue siendo el mismo. A despecho del tránsito muy grande del siglo XIX al siglo XX y
hasta el XXI, hay personajes que a la sombra de populismos y ante el arrinconamiento de los
sistemas democráticos, ponen de moda la insolencia y lo que pensábamos que ya había sido
superado: el colonialismo. A modo de ejemplo comparto a continuación el texto de la carta
que una mañana llegó a mis manos, y que proponía al presidente Salinas, nada menos que
comprar la Baja California por la suma de dos mil millones de dólares. Tan pirata como Walker
y Zerman. Sobra decir que el desplante fue desestimado y sólo conservo copia del
documento, como prueba increíble de la arrogancia de un mentecato:


Carta fechada en Mission Viejo, California el 12 de enero de 1989. Recibida en Palacio
Nacional a las 15:22 horas del 7 de febrero de 1989.
Cabezal: LARRY E WEST
Post Office Box 4311
Mission Viejo, California, 92690
¨Querido Presidente Salinas,


¨A principios del año pasado emprendí un gran proyecto de compra de la península de Baja California
ante el honorable presidente Miguel de La Madrid Hurtado. Como usted bien sabe este proyecto falló
debido a su propia grandeza. Fue a durante este proyecto que reafirmé mi fuerte creencia de que México
tiene todos los recursos necesarios para ser económicamente fuerte y próspero una vez más como lo fue
en su rutilante pasado. Durante los últimos 9 meses me he embarcado en una variedad de proyectos,
sin cejar en el análisis del potencial para México. Ahora regreso con nuevo vigor y fe a la idea de que
nuestra cooperación recíproca puede hacer de México una potencia económica.

Con ese fin preparé lo
siguiente, que con su acuerdo y asistencia puedo empezar lo que a continuación le someto:
1. ¨El Presidente de México declarará un área negociada de la península de Baja California como
Región Económica Especial. Esta quedará exenta de sindicatos existentes, aplicación de leyes
laborales, prácticas fiscales impositivas, tarifas arancelarias, etc….
2. ¨El Presidente de México declarará dicha negociada como Región Administrativa Especial. Detal
manera que la región tendrá su propia estructura administrativa y de gobierno. Las autoridades serán
gerentes y administradores escogidos a mano por el señor West y aprobados por el gobierno de
México.3. ¨Esta región hasta su establecimiento oficial, estará sujeta a una campaña de ventas extensiva. Esta
campaña se centrará en la consecución de sus comunidades financieras y de población de la region.
Para ayudar al desarrollo de la región, el señor West dedicará $2 billones de dólares a la región.
4. ¨El gobierno de México otorgará la garantía de alquiler de la región por 200 años. Este alquiler
garantizado haré ilegal todo intento de nacionalización.


¨Los 4 puntos aceptados por su nación y conducidos bajo mi guía y ayuda financiera crearán una
región altamente redituable dentro de las fronteras de México. Yo he preparado un plan de negocios
integral para esta operación. Me gustaría reunirme con usted para discutir todos los detalles.
Suyo,
Larry E West
LOH-PAN



Publicar un comentario

 
Copyright © 2014 GUSTAVORENTERIA