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martes, 28 de marzo de 2023

Mónica González y Graue, daños colaterales

 


Por German de la Morena

Los constantes ataques de Andrés Manuel López Obrador contra la directora del Instituto de Investigaciones Jurídicas, Mónica González Contró, tienen un objetivo doble: meterse, de forma cada vez más directa, en el proceso de elección del próximo rector, rectora dicen algunos, de la UNAM, y con ello mantener vigente, al mismo tiempo, uno de sus más grandes y efectivos distractores para alejar la atención de la crisis de inseguridad que se vive en el país.

Su rechazo al señalamiento estadounidense de control del crimen organizado sobre regiones enteras del país, será una de las declaraciones presidenciales más carentes de credibilidad, y más costosas entre los sectores que sufren ese flagelo. Justo porque lo que viene es una caída de su popularidad por el fracaso de la estrategia de ¡Abrazos. No balazos!, López Obrador necesita que las miradas se muevan hacia algo suficientemente poderoso para cambiar la conversación. Ese algo es la UNAM, una institución que es también comunidad, con integrantes en todo el territorio nacional, y que se ha mostrado lista para enfrentar los abusos del poder.

Mónica González Contró, y su mentor, el rector Enrique Graue, son daños colaterales en la estrategia presidencial. La primera estaba perfilada por el segundo para ser una de las candidatas, la de los abogados, en el juego de la sucesión por la Rectoría universitaria. Graue por su parte, perdió lo que quedaba de su cercanía con López Obrador a raíz del manejo que hizo del caso de plagio de Yasmín Esquivel, por lo que complicarlo no es algo que preocupe, sino que motiva a un presidente que así ajusta cuentas con un rector que quiere arrodillarse, pero tiene detrás a una comunidad universitaria que no le permite alinearse.

Una vez que recibió la maldición presidencial por no tener ADN Puma, la directora del Instituto de Investigaciones Jurídicas difícilmente se animará a inscribirse al proceso para elegir al nuevo rector, pues aunque la UNAM quiere y sabe defender su autonomía, la Junta de Gobierno entiende bien que el concepto significa libertad, no antigobiernismo. Justo así como los universitarios se niegan a admitir que la UNAM sea convertida en Centro de Adoctrinamiento de Morena, tampoco están dispuestos a darle la razón al presidente transformándose justo en lo que López Obrador dice que son: un reducto de la derecha neoliberal dedicado a sabotear a la 4T.

La lucha de la UNAM, dicen cada día más universitarios, es por conservarse como templo del conocimiento, de la pluralidad, de la inclusión y de la tolerancia. No por convertirse en el bastión ideológico de los amigos o de los enemigos de López Obrador. En esas condiciones, darle seriedad a una eventual postulación de Mónica González Contró, sería lanzar una señal de guerra abierta a López Obrador y al Gobierno que encabeza; el mismo que cada año dota de presupuesto a la institución.

Si ya fue capaz de asfixiar presupuestalmente al INE, nadie duda de que AMLO no se detendría para tratar de matar de hambre una UNAM que le declarara la guerra.

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