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lunes, 6 de marzo de 2023

UNAM: abogado vocero


Germán de la Morena

 

En estos momentos, ni en la comunidad universitaria, ni en los medios de comunicación, está claro si Enrique Graue nombró a un nuevo representante y consejero legal o a un nuevo vocero especial de la UNAM.

 

Con la llegada de Hugo Concha a la oficina del Abogado General, la estrategia frente al caso de plagio protagonizado por Yasmín Esquivel, la todavía ministra, parece haber cambiado radicalmente. En su primera semana en el cargo, Hugo Alejandro Concha Cantú concedió más entrevistas de las que no solo su antecesor, Alfredo González Castañeda, sino el propio rector Graue, ha dado a la prensa en siete años de gestión.

 

De ser un espacio en la oscuridad caracterizado por el lenguaje críptico de muchos abogados y la inclinación a evitar los reflectores, después de dos meses en la picota por la mala estrategia legal y pésima estrategia de comunicación ante el escandalo de plagio, la oficina del Abogado General de la UNAM se convirtió también en su vocería.

 

Al menos en apariencia y hasta ahora, Hugo Concha tomó las riendas, tanto de la estrategia legal como de la construcción del discurso público de la UNAM ante un problema que sigue sin resolverse, que lejos de decrecer aumenta y se enreda cada vez más, que ya acabó con el buen nombre de Enrique Graue, pero todavía puede cargarse el prestigio entero de la Máxima Casa de Estudios, con todas sus implicaciones.

 

Concha se estrenó con un comunicado que deploraba la concesión de una cuestionable suspensión definitiva a favor de Yasmín Esquivel, por detener indefinidamente la resolución a dictar por el Comité de Ética del Consejo Universitario, pero que al mismo tiempo refrendaba la confianza en las autoridades judiciales. Hasta ahí todo parecía más de lo mismo, pero inmediatamente después Hugo Concha arrancó un tour de medios, concentrado especialmente en espacios radiofónicos: Carlos Loret, Carmen Aristegui y Ciro Gómez Leyva entre otros, para dejar sembrada la popular y seductora posibilidad que hasta ahora la propia UNAM había negado: todavía esta sobre la mesa, y se evalúa, que la institución le retire el título a Yasmín Esquivel Mossa.

 

Ni Alfredo Sánchez Castañeda, el autor de la impopular postura: “la UNAM no tiene instrumentos legales ni facultades para sancionar a Yasmin Esquivel”, ni Enrique Grue, quien ante la presión por ese deslinde anunció la convocatoria al Comité de Ética para “buscar nuevos mecanismos para sancionar el plagio documentado”, habían llegado tan lejos como expresar públicamente la valoración sobre las posibilidades de revocar el título a la ministra.

 

Es innegable que las declaraciones de Concha refrescaron la postura universitaria ante una pillería cuya impunidad sigue lastimando el orgullo de su comunidad, enlodando el prestigio institucional y devaluando los títulos de sus egresados. Es igualmente evidente que la actitud de un abogado como Concha, que sabe comunicar, subsana, por ahora, las deficiencias de una oficina de Comunicación Social que siempre ha estado bajo sospecha, pues su titular  es más cercano a Juan Ramón de la Fuente y a la 4T, que al rector Graue. Pero también es imposible de ignorar que hasta ahora, las de Hugo Concha son solo declaraciones y que, como tales, pueden quedarse en el aire o ser desplazadas por otras más recientes o emotivas en cualquier momento.

 

La realidad es que Yasmín va ganando el litigio. El Poder Judicial ha entrado al quite para proteger a la ministra. Ha censurado y maniatado a la UNAM, no solo a nivel de una juez de Distrito, sino al de un Tribunal Colegiado que ya confirmó la prohibición de que el Comité de Ética emita su opinión sobre el plagio. Le ha concedido a Esquivel una Suspensión Definitiva que obstaculiza el procedimiento de la UNAM hasta que el juicio de amparo concluya, lo cual podría llevarse fácilmente un año, y tiene a la ministra más firme que nunca en la Corte desde que el escandalo inició.

 

Ante ese escenario, la UNAM y su abogado vocero han respondido deplorando la Suspensión Definitiva, pero reiterando que la cumplirán y, en una muestra de ingenuidad o de cinismo solo comparable al de la ministra, que confían en que los jueces y magistrados, los mismos que dependen de Yasmín Esquivel, comprendan que se trata de un asunto académico y que solo a la UNAM compete resolverlo.

El nuevo abogado general puede ser un gran vocero y con sus declaraciones en diversas entrevistas, por el momento ha generado una esperanzadora expectativa de cambio en la estrategia de la universidad frente al plagio de Esquivel Mossa, pero en la parte legal no hay cambio de señales y, con absoluta honestidad, un excelente investigador que además tiene gran habilidad para comunicar, Hugo Concha, no parece un litigante verdaderamente experimentado. De serlo, ya habría denunciado públicamente las irregularidades que encierran, la demanda de amparo admitida y las suspensiones concedidas a Yasmín Esquivel, en perjuicio de la UNAM.

Para ganar las batallas mediática y jurídica, Concha y el rector de la UNAM tienen que hacer mucho más que solo sugerir que se estudia aún la posibilidad de retirarle el título a la ministra. A menos claro, que todo sea parte de una pantomima y solo estén jugando con las expectativas para salir del paso; en cuyo caso, el nuevo abogado general de la UNAM estará pasando aceite en, no más de tres meses.

 

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