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lunes, 22 de mayo de 2023

Federico Arredondo. UNAM: Los juegos del hambre

 



UNAM: Los juegos del hambre 

 

Federico Arredondo 

 

Desde diversas oficinas gubernamentales y universitarias involucradas en los juegos sucesorios: el Presidencial y el de la Rectoría, se filtra a periodistas que buscan reciclarse en la Cuarta Transformación, como Rubén Cortés, la versión de que Claudia Sheinbaum es un señuelo que recibirá como premio de consolación la Rectoría de la UNAM, mientras Adán Augusto López, el primer paisano, será ungido candidato presidencial para garantizar la unidad en Morena. 

 

Más allá de que el tabasqueño no tiene ni la hoja de servicios, ni el carisma, ni el nombre, ni los amarres al interior de Morena, para garantizar esa unidad que Cortés le regatea a Sheinbaum y Marcelo Ebrard, parece obvio que el periodista cubano conoce la universidad aún menos de lo que conoce México, pues como el extranjero que es, sobre simplifica la circunstancia y el problema al creer que este es el país de la dictadura perfecta, imperfectamente definida por Mario Vargas Llosa, donde la sola voluntad presidencial es suficiente para que las cosas ocurran. 

 

Cuando un periodista no conoce un tema debería tomar distancia antes que lanzarse a publicar lo que le comparten una o dos fuentes, generalmente interesadas, pero honestidad intelectual y humildad no son una combinación común en ese gremio; menos entre los especialistas de la opinión al botepronto disfrazada de análisis, que se dicen columnistas: los comentócratas. 

 

Al hablar de la sucesión en la UNAM y colocar ahí a Claudia Sheinbaum, acompañada de otros siete universitarios, cuatro varones y cuatro mujeres, Cortés exhibe que además de usarlo, sus fuentes lo chamaquearon guiando su argumentación por caminos forzados y falaces. 

 

Ni Adán Augusto es determinante para la unidad de Morena, ni Sheinbaum es garantía de fractura en el partido oficial, ni la UNAM está sometida fatalmente a los designios del poder, como para ser considerada un premio de consolación cuya comunidad aceptará al rector, o la rectora, que el presidente indique como fuera un empleado suyo; menos ahora que la comunidad universitaria ha sido sistemática y consistentemente agredida por López Obrador. 

 

Más que un análisis, el texto de Rubén Cortés parece un dictado tomado en las oficinas de la Burocracia Dorada; ese grupo de “universitarios” que ni se dedica a la docencia, ni investiga, ni genera cultura, pero está enquistado en las estructuras universitarias y se beneficia, como ninguno, del presupuesto de la UNAM, alegando que administra y dirige la institución; por cierto con resultados tan pobres como el manejo del caso de la ministra pasante: Yasmin Esquivel 

 

Se trata del grupo al que tanto se ha referido López Obrador cuando denuncia que la UNAM se derechizó. Curiosamente, lo integran algunos amigos y seguidores del presidente, como Imanol Ordorika y Juan Ramón de la Fuente, y también de la jefa de Gobierno, como Luis Álvarez Icaza y Rosaura Ruiz 

 

Lo que busca ese grupo y para lo cual les resulta funcional un periodista del antilopezobradorismo, con el ego muy grande, como Rubén Cortés, es asustar a la comunidad universitaria usando el nombre de Claudia Sheinbaum, para crear una unidad coyuntural y ficticia alrededor de otro candidato a rector: el que la Burocracia Dorada decida impulsar; un candidato tan débil que, una vez en la Rectoría, necesite pactar apoyos para manejar la institución. Esos apoyos llegarían a cambio de concesiones y de dejarse manipular. Encumbrar a esa clase de candidato a rector le permitiría a la Burocracia Dorada, que lleva 24 años manejando la UNAM, seguir medrando con el presupuesto y los cargos universitarios.  

 

¿Ese candidato débil de la casta Dorada será Luis Álvarez Icaza o será Willliam Lee? Al tiempo. 

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