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jueves, 9 de febrero de 2017

La vida como es… / El otro muro

Octavio Raziel

Mientras abundan las especulaciones sobre quien canceló primero las pláticas entre Peña Nieto y su homólogo estadunidense, o si serán en lo obscurito, el gobierno mexicano acelera la construcción del otro muro, el que nos separará de Centroamérica.

La edificación de ese muro se ha iniciado de inmediato e incluirá, con la ayuda de los Estados Unidos y pactada con la nueva administración de Trump, según varios medios norteamericanos, “un equivalente de una ‘pared’ de alta tecnología en la frontera sur de México con Guatemala”. La idea es no dejar pasar un ilegal más desde el istmo centroamericano.

El presidente de México ha ordenado ya la aplicación en masa de deportaciones de centroamericanos y se ha comenzado a impedir el paso de migrantes haitianos, dominicanos y cubanos que habían tomado esa ruta hacia el “sueño americano”. Pero no parará el trabajo con un muro fronterizo en el sur, también la Secretaría de Comunicaciones y Transportes anunció el control de la ruta ferroviaria conocida como “La Bestia” utilizada por centenares de migrantes en su camino a los Estados Unidos con lo que pondrán una barrera más a este fenómeno social.

La administración de Trump ha entendido que el problema no es sólo la expulsión de miles de mexicanos que de alguna manera logran “saltar” de regreso a los EUA, sino los centroamericanos que son expulsados, no a sus lugares de origen, sino que los botan a la frontera mexicana, especialmente Reynosa o Nuevo Laredo en el Este y Tijuana y Mexicali, en el Oeste.

Estos migrantes al no encontrar una manera honesta de ganarse la vida, muchos de ellos han recurrido al asalto, al secuestro y a la extorsión, y en el peor de los casos se han integrado a grupos delincuenciales del crimen organizado. Muchos otros, secuestrados y esclavizados mientras pueden ser explotados. Algunos de esos indocumentados formaban parte de las llamadas maras en El Salvador, Nicaragua y Honduras y habían huido en busca de la protección que les brindaba el anonimato en Estados Unidos.

En la frontera norte de México, nuestros connacionales, mientras tanto, están en condiciones de vulnerabilidad extrema, pues no sólo son atacados por las nuevas autoridades migratorias norteamericanas, también han sido abandonados por su propio gobierno.

Diera la impresión de que México está de acuerdo con los planes de Donald Trump para impedir la entrada de inmigrantes irregulares, no sólo mexicanos, sino de todos los que lleguen del sur.

Al parecer, Trump no haría lo que tiene planeado sin la complicidad del gobierno mexicano que conserva la esperanza de que a cambio de ese apoyo se soslayen los grandes escándalos de corrupción y violaciones sistemáticas a los derechos humanos y la situación de impunidad en todo nuestro territorio.

Negociará, seguramente, las violaciones a la libertad de expresión, la drástica represión a los líderes políticos, encarcelados o asesinados; periodistas censurados, despedidos o muertos; matanzas atroces equivalentes a la Ley Patriótica de los Estados Unidos.

Como las antiguas tribus, Peña Nieto envió como una ofrenda de paz al conquistador blanco, a Joaquín “El Chapo” Guzmán a los Estados Unidos salvando muchos escollos legales y también a quien considera su delfín, Luis Videgaray, para que apacigüe la furia antimexicana del güero.

Mientras, el muro del sur avanza a pasos agigantados; trabajo callado, pero imparable, y que pagará el gobierno mexicano sin muchos panchos.

viernes, 17 de junio de 2016

La vida como es… / Insurrección


Octavio Raziel

La hermosa Casandra recibió el don de la adivinación a cambio de favores sexuales a su enamorado Apolo. La bella griega se negó a cumplir la parte del pacto y el dios, enojado, la escupió en la boca y a partir de ese momento hacía predicciones pesimistas que se convertían en realidad.

Mi estimado maestro Víctor Flores Olea señaló recientemente que:

“En México, tal vez nos levantemos un día con la noticia difundida por los medios de que ahora mandan los militares y que el país ha cambiado radicalmente”.

Lo anterior me remitió a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (Francia 1793).

“Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es, para cada porción del pueblo, el derecho más sagrado y el deber más indispensable”.

El Papa Paulo VI, en la encíclica Populorum Progressio, (Roma 1967) justifica la “insurrección revolucionaria” cuando:

Hay tiranía evidente y prolongada; no se respetan los derechos fundamentales de la persona; y se damnifica peligrosamente el bien común del país.

martes, 14 de junio de 2016

La vida como es… / Sumisión


Octavio Raziel

Me tomé –como lo hizo alguna vez el Creador- un Shabath. Visité algunas ciudades canadienses en las que la limpieza, orden y la ausencia de policías y patrullas por las calles me sorprendieron. Aproveché la oportunidad para visitar la Basílica de Sainte-Anne-de-Baupré a quien encomendé mis cuatro aneurismas inoperables y el virus de Chikunguya que no se quiere salir. Por lo demás –le dije- estoy bastante sano.

 El recorrido me permitió leer la novela Sumisión, de Michael Houellebeecq, (272 pp) y que trata del ascenso del islam a la presidencia de Francia en el 2022 y la hipotética próxima adhesión de otros países a la Hermandad Musulmana europea.

El creciente distanciamiento, ya abismal, entre la población y quienes hablaban en su nombre, políticos y periodistas, condujo necesariamente a algo caótico, violento e imprevisible. Lo anterior funde la política-ficción de la novela en un final esperado.

La obra dedica la mayor parte a reseñar la vida sexual y académica del protagónico en La Sorbona y tangencialmente el problema central. Creo que hubo desperdició de un tema tan actual como esperado.

Tuve pláticas con algunos canadienses que, entre enfadados y resentidos, ven cómo avanza el islamismo en su país, hasta hace poco tan ordenado.

Algunas opiniones de académicos y funcionarios de turismo, que obviamente fueron sottovoce y que no quieren ser identificados, me indicaron que la llegada de refugiados musulmanes en oleadas de 25,000 cada una los tiene sorprendidos.

Llegan y no son enviados a campos de refugiados en casas de campaña, lo hacen a condominios construidos para ellos; reciben una cantidad de dinero respetable de bienvenida y mensualmente otra por cada hijo que traen o nace en Canadá.

Me contaron que cuando una jueza entregó a una familia su carnet de inmigrante, la mujer se negó a descubrirse el rostro. Ante la insistencia de la funcionaria canadiense la musulmana demandó su derecho a taparse la cara; y ¿quién creen que ganó? En los hospitales, las operaciones quirúrgicas son realizadas sólo por mujeres y la paciente, ni ahí, se le quita el velo del rostro.

En las escuelas públicas se han creado salones especiales para ellos por aquello del rezo y las albercas públicas, por ley, tienen un horario especial. (NYT publicó la preocupación de la comunidad por un proyecto para que también Nueva York tenga un horario legal para los musulmanes en las albercas públicas, como en Toronto)

En los almacenes (y también en los centros laborales) debe haber un porcentaje de mujeres musulmanas que atiendan a sus correligionarias pues éstas no pueden ser tocadas por infieles. Algunas de ellas se niegan a aprender el inglés o francés, idiomas oficiales; y zonas antes seguras ya no lo son. Su prepotencia ante los ciudadanos que les han dado acogida es increíble, sobretodo porque han encontrado el camino de la demanda por lo que consideren discriminación y no se diga si algunos chicos malos se expresaran sobre las muchachas como inflatable doll, por aquello de la ablación, porque el castigo de cárcel y económica es muy dura.

Me faltó tiempo para comprobar lo anterior, que, de ser así, es sólo la punta del iceberg.

Lo que me preocupa, en lo personal, es que cuando llegue Trump a la presidencia de los EEUU pudiera ordenar a nuestro gobierno que reciba a cientos de miles de musulmanes que serán expulsados por no integrarse a la cultura occidental.

Entonces sí: Que el Profeta nos coja confesados.
 
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