Último Momento

miércoles, 28 de septiembre de 2016

En las Nubes / Mejor te lo platico

Carlos Ravelo Galindo

La encontré en la búsqueda incesante de aprender. Esta bella historia es una  revelación.  Nos hace  conscientes de las muchas veces que no hemos estado para nuestras madres cuando más nos han necesitado.

Es una  carta que ofrece una perspectiva desgarradora para cuando llegue "el día...".  Detalla los muchos momentos de paciencia que cada madre tuvo que vivir cuando sus hijos eran jóvenes. En especial  ella.

Las historias repetidas, los detalles olvidados, los pequeños inconvenientes. Todo, para ayudar a su hija  afrontar, a través de estas experiencias, las dificultades que llegan con la vejez.

Su hermosa historia  compártela con alguien a quien ames. Todos necesitamos un poco de perspectiva como esta, de vez en cuando. Dame tu mano, amor, y te la platico.

"Mi querida niña, El día que veas que me estoy haciendo vieja, te pido que por favor seas paciente, pero sobre todo trata de entender todo lo que me pasa.

Si cuando hablamos repito mil veces lo mismo, no me interrumpas con un "Lo dijiste hace un minuto”. Sólo escúchame por favor. Trato de recordar el tiempos en el que eras pequeña y te leía noche tras noche aquella historia que te gustaba para que conciliaras el sueño.

Cuando no quiero tomar un baño, no te enfades y no me avergüences. No olvides cuando tenía que correr detrás de ti, mientras ponías excusas para no bañarte cuando eras una niña.

Cuando veas lo ignorante que soy cuando se trata de la nueva tecnología, dame el tiempo necesario para aprender, y no me mires así.

Recuerda con qué cariño y paciencia te enseñé a hacer muchas cosas: vestirte, peinar tu cabello y hacer  frente a los problemas de la vida todos los días.

El día que veas que me  hago vieja, te pido que por favor sea paciente, pero sobre todo, tratar de entender lo que paso.

Si de vez en cuando pierdo la pista de lo que hablamos, dame el tiempo necesario para recordar, y si no puedo, no te pongas nerviosa, impaciente o arrogante.

Sólo tienes que saber que para mí,  lo más importante es estar contigo.

Y cuando mis viejas y cansadas piernas no me dejen moverme tan rápido como antes, dame las manos de la misma manera en que yo te ofrecí las mías la primera vez que empezaste a caminar.

Cuando esos días lleguen, no te sientas triste. Sólo quédate a mi lado y entiéndeme mientras llego al final de mi vida. Con  ternura.

Te aprecio y te doy las gracias por el regalo del tiempo y de la alegría que hemos compartido juntas.  Con mi amor una gran sonrisa y el enorme  cariño que siempre he tenido para ti.

Sólo quiero decir . Te amo querida hija. Eso no se me olvidará jamás.

A veces amanece uno nostálgico.

craveloygalindo@gmail.com

Publicar un comentario

 
Copyright © 2014 GUSTAVORENTERIA