Esta Quinta Cumbre de la CELAC se realiza en una coyuntura internacional en la que, tras la ascensión al poder de Donald Trump, crecen las preocupaciones en pueblos y gobiernos de la región por las posiciones del mandatario estadounidense en temas tan sensibles como migración, derechos humanos y comercio mundial y regional.
La migración es un fenómeno universal y milenario que, como enseña la experiencia histórica, no puede ser contenido con medidas represivas que, además, son violatorias de los más elementales derechos humanos, como el derecho a la vida, a la alimentación, a la búsqueda de la felicidad y a la libertad.
Es de la mayor obviedad que en el tema migración y derechos humanos México tiene un interés, una preocupación y un protagonismo difícilmente exagerables. Por su extensa frontera con Estados Unidos de más de tres mil kilómetros, México puede y deber ser actor principalísimo en las negociaciones bilaterales y multilaterales que sobre este candente tema deben obligadamente realizarse con el nuevo gobierno de Estados Unidos. Negociaciones, desde luego, en un marco de respeto y conciliación que, como bien se sabe, son las divisas cardinales de la CELAC.
Y lo mismo cabe decir del diálogo y la negociación que deben presidir las ineludibles nuevas relaciones comerciales entre Washington, México y el resto de los países de la región latinoamericana y caribeña, dada la postura trumpiana de renegociar, repudiar o cancelar los tratados de comercio internacional vigentes o ya comprometidos.
Más allá de estos tres asuntos (migración, derechos humanos y comercio internacional) la CELAC ha incluido en la agenda de su Quinta Cumbre dos temas que preocupan hondamente a la región: la existencia de bases militares estadounidenses en la región. Ésta, y centralmente Cuba, están demandando la devolución a la isla del territorio de Guantánamo ocupado militar e ilegalmente por Estados Unidos.
La devolución a su legítimo dueño de ese territorio y el desmantelamiento de esa base militar serían buenos augurios para el propio desmantelamiento de otras bases militares en la región y un buen antecedente para impedir la erección de nuevas instalaciones bélicas estadounidenses o de cualquier otro país en la geografía latinoamericana y caribeña.
Es bueno recordar que esta postura de siempre de la CELAC es una de las mayores contribuciones de la región al mantenimiento de la paz en América Latina y el Caribe y, por extensión y lógica elemental, en el resto del mundo.
Y es bueno recordar, igualmente, que, tanto en el tema migratorio como en el del mantenimiento de la paz, Cuba ha trabajado activa, eficaz e inteligentemente desde hace 50 años. Y que Cuba, al lado de sus hermanos latinoamericanos y caribeños de la CELAC, ha sido activa y eficiente partícipe en los esfuerzos de la región por buscar y encontrar soluciones pacíficas a los conflictos entre los países del área, a veces enfrentados por divergencias que, afortunadamente y en parte gracias a la CELAC, han encontrado mediación y solución pacíficas, en el marco de la plena igualdad, la plena soberanía y el pleno respeto mutuo entre los estados.
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