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jueves, 17 de enero de 2019

Enfoque Global / "Crisis de gasolina”: De la simulación a la imposición de la Ley

José Luis Ortiz Santillán

En 1994, luego de los asesinatos políticos de Colosio y Ruiz Massieu, el cambio de gobierno se inauguró con la crisis de los errores de diciembre y la salida imprevisible de los capitales, que provocaron la devaluación del peso y dispararon la inflación. 25 años después, el cambio de gobierno en México ha venido acompañado de una nueva crisis, esta vez se trata de la “crisis de la gasolina”; motivada por la decisión del gobierno federal de poner fin al robo de la gasolina a través de los ductos de Petróleos Mexicanos (PEMEX) y la corrupción dentro de la empresa del Estado, tolerada por los gobiernos anteriores.

Hasta hace unos días, se solía ver sobre las carreteras federales puestos de venta de lubricantes, fachada para ocultar la venta clandestina de gasolina; algo que se volvió natural durante años y la policía federal toleró sin que su existencia provocara conflicto alguno. El presidente Andrés Manuel López Obrador ha revelado que, detrás del negocio del robo de la gasolina a los ductos de PEMEX, no sólo se encuentran delincuentes comunes ligados al crimen organizado, sino funcionarios de la paraestatal y trabajadores, cuyos nombres aún no han sido revelados.

La crisis de la gasolina ha dejado ver la realidad de la reforma energética aprobada en 2013, a iniciativa del presidente Enrique Peña Nieto. La apertura del mercado de los hidrocarburos a la inversión y participación de las empresas extranjeras en el mercado, suponía la entrada de las trasnacionales para incrementar la oferta de gasolinas, en particular; para competir con la venta de gasolina de PEMEX y sus distribuidores; sin embargo, la realidad ha sido otra, hasta ahora sólo ha servido para que los dueños de gasolineras compraran franquicias y vendieran la gasolina de PEMEX.

En 2016 la Secretaría de Economía publicó una lista de 22 empresas que habían sido autorizadas a importar gasolina y diésel para vender en México. Entre esas empresas destacaban Petrovim, Oleum Chemicarum Consumens, Petrorack, Forza combustibles, We Gas México, Comercializadoras Gechem, Combstibles Veral, Petroasesores, Trafigura, Dicodec del Golfo y Energéticos Citricola, Comercializadora de Lácteos y Derivado, Cobre del Mayo, Ferrocarril Mexicano, Minera Real de Ángeles, Minera Tayahua, Minera San Francisco del Oro, Ocampo Mining, Minera María, Marinoil Servicios Marítimos, Multivías Logísticas y Koch Supply & Trading México.

Pero la realidad es otra; no importa cual sea el nombre de la gasolinera o sí se trata de una marca de los Estados Unidos, de Francia, de España, de Holanda o de Inglaterra, todas ellas venden la gasolina de PEMEX, con la misma calidad y las mismas desproporciones en las cantidades vendidas; no existe ninguna diferenciación entre ellas, sólo la fachada de sus gasolineras y el espejismo de la competencia, la absurda idea que, como en los Estados Unidos o Europa, estamos comprando gasolina a una empresa como ExxonMobil, Shell o Texaco.

La liberalización del mercado de las gasolinas ha sido retórica, una broma de mal gusto cuestionable ahora, pues si bien los ductos de PEMEX han frenado la distribución de la gasolina por ese medio, debido a la “ordeña” clandestina, provocando la escasez del hidrocarburo ¿No deberían tener gasolina las gasolineras de Chevron-Texaco, Gulf Mexico, Oxxo Gas, La Gas/Lodemo, Grupo Eco, Grupo Hidrosina, Petro 7, ExxonMobil, Shell, Glencore, Walmart, Costco, Gulf, Rendichicas, Grupo Lodemo, entre otras?, vendiéndola a los precios de oportunidad que fijaran; esa debería ser la lógica del mercado

Esta “crisis de la gasolina”, deberá servir para ordenar el mercado, para abrirlo a la competencia realmente, a la importación de las gasolinas por las empresas extranjeras y a la regulación por PEMEX, a través de la venta de sus gasolinas por medio de su red de concesionarios, para mejorar la calidad de las gasolinas que se venden y vender “litros de a litro”, para que sean los consumidores quienes premien con su demanda a una u otra empresa por su calidad y precios de sus productos.

Pero no solo eso, deberá servir para hacer prevalecer la ley sobre la corrupción en PEMEX y entre los empresarios, los cuales han promovido el robo de la gasolina a la empresa del Estado, para perseguir a quienes venden gasolina robada y procesarlos por sus actos, para enfrentar al crimen organizado que ha hecho de la ordeña de los ductos de PEMEX un negocio multimillonario y para poner detrás de la rejas a los funcionarios de la paraestatal y del gobierno federal que han colaborado con los criminales.

Si desde ahora no se enfrenta con rigor a quienes venden gasolina ilegalmente y se impone la ley, de nada habrá servido el estrés de los ciudadanos de estas semanas por los problemas en el suministro de la gasolina. Si bien es cierto que la oposición ha condenado y descalificado la estrategia del gobierno para enfrentar a los huachicoleros, no es menos cierto que tiene el respaldo de la mayoría de los ciudadanos para ir hasta las últimas consecuencias en esta cruzada contra la corrupción y el robo en el país.

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