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lunes, 23 de marzo de 2020

Concatenaciones / Primavera sombría

Fernando Irala

Llegó al hemisferio norte del planeta la primavera, pero esta vez sin la sensación de renacimiento, renovación y florecimiento del que siempre viene acompañada.

Un virus de baja letalidad pero con una mezcla perversa de facilidad de contagio y retardo en su manifestación, ha puesto de cabeza a toda la humanidad.

En México, antes de que ocurriera el primer fallecimiento por la súbita enfermedad, ya se había producido una víctima con heridas mortales: la economía.

Como es costumbre en nuestro país, el síntoma primario se dio con la moneda nacional y su cotización respecto al dólar, que en lo que va del mes ha pasado de menos de veinte pesos a más de veinticuatro, es decir, ha perdido cerca de una cuarta parte de su valor. Y esto apenas empieza, diría un viejo amigo.

Lo cierto es que está por venir el lapso de mayor expansión de la infección en América del Norte y en México, como parte de la región.

Además de la estela de muerte que traerá consigo, todo hace prever que viviremos una contracción de la producción, el empleo y el ingreso de proporciones aún difíciles de calcular con exactitud. Pero sí ya el año pasado, debido a la errática estrategia gubernamental, el país no creció, este ciclo está de antemano perdido.

Por lo pronto, nos aproximamos al necesario confinamiento de personas y familias bajo el techo hogareño, como medida principalísima para contener la diseminación vírica.

No hay mal que por bien no venga, reza el conocido dicho, y ya en otras latitudes se advierte que la pausa obligada del trajín humano ha tenido como consecuencia la baja de la contaminación y la recuperación de fauna y flora, tan asediadas por el ritmo febril de nuestros tiempos.

En los próximos meses sabremos la magnitud del daño causado por el coronavirus a nivel mundial y nacional.

No se acabará el mundo, y la próxima será una mejor primavera para todos.

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